A ver, me explico: nunca me levanto con ganas de hacerlo; a lo sumo, con ganas de flirtear, seducir y encontrar a un hombre capaz de enamorarme, lo que no suele sudecer.
Hablando con muchas de mis amigas, me dan la razón. El sexo les da igual; el amor, no. Hay otras que sí que hablan de deseo, pero son aquellas que suspiran por un hombre al que aún no tienen, que sueñan con él, que fantasean con él.
Resumiendo, que, al parecer, con pareja estable y pasada la temporada de locura química, todas procuramos evadirnos ya sea inventándonos quehaceres nocturnos o dolores de cabeza o menstruaciones constantes e interminables. ¿No os preguntaís el por qué? Yo sí. Constatemente.
Para mí, actualmente, el sexo es una moneda de cambio. Sí, conozco a hombre muy atractivos y muy guapos, pero no me llegan. No quiero acostarme con ellos. Me acuesto con ellos porque es el único modo de seguir con la relación de supuesta amistad. ¿Por qué me acuesto? Porque ellos me gustan como persona. Y eso me lleva a:
¿Es posible, en el fondo, tratar con un hombre que no sea gay y que no quiera acostarse con una ni utilizarla para conseguir a otra?
Sed sinceras. Descubramos algo.