Le he llamado. He hablado con la recepcionista de su consulta, la he pedido que me pasara la llamadaen vista de que era imposible que él en aquel instante pudiera atenderme, en un momento de valentía por mi parte, la pedí que en cuanto estuviera disponible me telefonearala di mi nombre, mi apellido, mi número de móvil y esperé nerviosa. No se demoró y al cabo de unos 30 minutos sonó mi teléfono (a mi ese tiempo me pareció una eternidad). Procuré que mi voz no temblara, contesté firme aunque mis piernas se tambaleaban. Citó mi nombre interrogativamente. Le respondí que si, que era yo. Le noté dudoso y al tiempo me le encontré hablando sin parar, preguntándome que tal, que era de mi vida, que cómo estaba y decía que estaba sorprendido con la llamada. Yo le propuse si podíamos quedar para hablar (sin contestarle a nada) y él dijo:- Claro, ¿mañana mismo te parece bien? Le pregunté si ese mismo día le era imposible y no dudó, aceptó sin más. Yo tenía ganas de zanjar el tema cuanto antes, la verdadno quería estar sin dormir otra noche más. Os confesaré algo.no sabía que ponerme de ropame maquillé como de costumbre y me quité el maquillaje sin pensar, después volví a pintarme de nuevoestaba aterrada Llegué al sitio, una cafetería. y le busquéhabía mucha gente allí yo estaba bastante aturdida. De repente mis ojos se clavan en los suyos se levanta de su silla y se acerca a mi, me da dos besos y me cede el asiento. Me piropeó nada más llegar e intenté hablar con él de nuestras vidas, nuestro trabajome preguntó nada más empezar si me había casado, le dije que no, sin más. Estuvimos un rato pero el ambiente allí no era propicio para el diálogo ya que estaba muy concurrido. Decidimos irnos y buscar otro sitio. Paseábamos buscándolo cuando me encuentro a una amiga de la familia y ¡que horror! Comienza a preguntarme por mis padres y mandarles saludos, me preguntó por la nena (quise que me tragara la tierra en ese momento) me dice ¿estará hecha una mujercita ya, eh? Asentí sin más y me despedí al rato. El lo había escuchado y me dijo ¿ya eres mamá? Creí que no te habías casado.Tragué saliva y le dije:- si y no llegué a casarme. Me dijo.. es curioso cuando hablábamos de este tema siempre decías que llegarías a casarte si fueras mamá. No contesté (sentí como una puñalada en el corazón). Y de repente me encuentro con la pregunta que temía. La edad de la niña. Uff Le dije:- tiene cuatro añitos ya Me miró serio y me dijo sin pensar. Ya veo que no has perdido el tiempo después de estar conmigo. Indignada le contesté:- ¡Lo mismo que tú estando conmigo!. Empezó un monologo que no tenía fin, me dijo que había pagado y seguía pagando con creces aquel abandono, que se casó se separó se junto con otra y se volvió a separar, que en el amor había fallado, que no pretendía pedirme perdón pero quería que lo supiera. Era como si hubiéramos retomado la charla de aquel día. Le noté como cansado, abatido, con ganas de desahogar, como si yo en aquel momento hiciese de su psicoanalista, la verdad; nunca le había visto así antes (él siempre fue tranquilo, dulce). Perole dejé con su sufrimiento un rato, escuchándole y pensando parta mis adentros: -¡sufre como yo he sufrido! No veía la oportunidad de decirle lo de la nena (o no quería decírselo, no se). Después de un rato me pregunta:-y ¿a quién se parece? ¿a su mami o a su padre?. Le respondí rápidamente: - es igualita a su papá. Me respondió con un halago: es una penase pierde la belleza de su madre. Cambió de tema inmediatamente y me dijo: -buenoy¿para que me has llamado? , ¿la niña está bien? Le respondí que si, que últimamente había sufrido varios catarros seguidos y que de pequeñita no se libraba de las bronquiolitis, que debía ser su punto débil; añadí que estaba bien pero que claro, las madres primerizas deben tener esoesa preocupación constanteMe miró y me dijo que estaba dispuesto a echarla un vistazo cuando yo quisiera, que estaría encantado. Hubo un silencio que agradecí (tenía ganas de soltárselo ya). No sabía como, así que le dije-en febrero la niña hace 5 añitos.Me contesta con una sonrisa irónica:- vaya ¿vienes a invitarme a su cumpleaños? No se enteraba de nada estaba ausente, como si yo tuviera la culpa (encima) de todos sus problemas. Le levanté la voz nerviosa y le dije que de que le servían sus estudios en medicina si ni siquiera sabía de simples problemas matemáticos. El estaba perplejo, en serio, y yo, me desgañitaba para explicarle que mi niña era suya. No habló, quedó mudo. Cuando pudo murmurar palabra dijo:-y ¿por qué ahora? Le expliqué que me había enterado por mi compañera de su separación, que si no fuese así no le hubiera dicho nada. Le dije que no le pedía nada, añadí que si veía conveniente realizarse alguna prueba para cerciorarse que era suya lo aprobaría. Y le insinué que si no quería saber nada de ella lo entendería igualmente. Le dejé mi número de móvil ya que no quería que se precipitara en su respuesta. El no me dejaba marchar, estaba confundido pero yo insistí en que se tomara su tiempo. Le dejé una foto de ellano la miró, me miraba a mí incrédulo, confundidoMe marché de allí dejándole casi con la palabra en la boca, con el convencimiento de mi deber cumplido y con unas ganas de llorar enormes. Ahora me siento fatalno voy a poder pegar ojo. Estoy aliviada pero a la vez asustadísima. No le pedí explicaciones de su abandonoyno sesentí algo así como lástima por él en algunos momentoslástima y a la vezno sealegría por verle triste sin mi. No se lo que sientoos podría contar muchísimas cosas más aunque se que todo esto es un abuso por mi parte perolo necesitaba, necesitaba rebobinarlo todo, sentirme escuchadaperdonarmeEstoy asustadamuchono se como presentar a mi nena a su padre en el caso de que él desee conocerla. Lo cierto es quesi él no aceptara sería para mi todo más fácil