Hola a todos, desde hace unos días estoy desesperado y no sé qué hacer.
Hace unos meses mientras estaba de compras en el super, observé a una niña cuya mirada me estremeció y me derrumbó al saber muy pronto que tenía novio; sin embargo, eso no fue ningún motivo para refrenar mis aspiraciones lozanas y después de charlar un rato con ella, pude obtener su número teléfono que fue el primer obsequio entre muchos que he recibido de ella durante estos incesantes meses.
Al otro día, en un día sábado en la mañana, me apresuré en tomar el teléfono y marcar su número que lo tenía gravado en mi mente por el deseo impúdico de conocerla más a fondo y cuando logré escuchar su voz con tono angelical--me invitó a ir a su casa, a pesar de la advertencia que me hizo: "sólo en plan de amigos, tengo novio". No obstante, me apresuré a tomar las primeras que prendas que sobresalían de mi armario y con buena fragancia, me empapé todo el cuerpo, porque estaba convencido de que podía lograr más que una simple amistad con ella.
A las pocas horas de haberme bañado y alistado completamente, partí desde mi casa con rumbo a la casa de Martina (la chica de la que les estoy hablando), tanto su casa como el vecindario lucían resplandecientes y se notaba a todas luces que ella y su familia vivían en una posición económica mucho mejor que la mía. Cuando toqué la puerta, para mi sorpresa ella abrió y allí, justamente me estaba esperando con una sonrisa glamorosa y una mirada angelical que usurpaba mis pensamientos, sencillamente era amor a primera vista.
Tan pronto como entré a su casa, no tardé en enterarme que su madre, Lucía, estaba a unos pocos metros de nosotros y nos observaba fijamente: era la viva imagen de Martina, cuya apariencia radiante despertaba en mí los mayores deseos carnales. Luego de presentarme ante las dos, proseguí a sentarme en la sala, donde no dudé en ningún instante--acomodarme y disponerme para la conversación que realizaríamos por horas. No había indicios de que nadie llegara e inesperadamente, Martina se libera de algo que la ataba durante horas, dijo con voz pretenciosa y musitándome al oído con dulce melodía: "no tengo novio", palabras que fueron de total felicidad para los dos. Nos acercamos mutuamente para darnos el primer beso, mientras la noche arrecia y no había indicios de que nadie se acercara, tan solo una ventisca de aire helado se colaba por las ventanas.
Entonces, me tiró al suelo y empezó a besarme como una loca. No pude desprenderme de su presencia que desde un principio era para mí, el anhelo más codiciado. Sin más preámbulos, accedí a pasar al cuarto de Martina y reproducimos una película en el DVD hasta que ella sucumbió ante el sueño. Sin embargo, yo no podía dormir, aún no me creía todo lo que me estaba sucediendo, todo parecía tan perfecto, aunque ella procuraba aguardar un tiempo antes de consumir nuestra lascivia.
En el momento en que por fin estaba conciliando el sueño, la madre de Martina acecha golpeando la puerta estrepitosamente y mientras me acercaba, su mirada penetraba hasta en lo más recóndito de mi corazón y lograba llegar a mi alma, estaba preparándome para lo peor, convenciéndome por un momento que fuera a su cuarto para hablar de un asunto que me interesaría y de repente cuando llegamos a su cuarto, ella se desprendía de cualquier indumentaria material que cubría su figura esplendorosa, enseñándome su cuerpo desnudo, que no mostraba indicios de envejecimiento. Lucía se apresura a tocar mis partes íntimas y a besarme, como nunca me lo había imaginado y yo besé las partes nobles de su cuerpo: sus caderas eran anchas haciendo lucir su cintura delgada; tenía los pechos grandes y firmes; sus piernas eran blancas, amplias y acogedoras, desprovistas de cualquier imperfección como el resto de su cuerpo.
Por mi parte, era un joven de 21 años, alto y con cuerpo atlético, que no dudaba en la belleza de Lucía y en el ofrecimiento tan humilde que me había concedido. Por largas horas tuvimos el mejor sexo de nuestras vidas, durante toda la noche alternábamos nuestros cuerpos en diferentes posiciones hasta que alcanzamos el clímax del placer, y justo antes de que llegara el amanecer, nos urgió bañar nuestros cuerpos sudorosos por el sexo salvaje que había acontecido.
Fui muy pronto al cuarto de Martina y ella seguía dormida, mientras yo aguardaba sus sueños. Al poco tiempo de despertarse y arreglarnos, desayunamos los tres juntos en el comedor de la familia, aunque Lucía no podía ocultar lo que había ocurrido, por lo que en continuadas ocasiones hemos salido juntos, a pesar de la relación que sostiene con su esposo. Yo, por mi parte, estoy perdidamente enamorado de las dos y no quiero desprenderme de este regalo que me ha dado la vida, tan solo sigo esperando el día en que todo se termine y esta vida doble que llevo con ellas, me lleve al borde del precipicio, a punto de buscar ayuda médica...
Agradezco cualquier consejo o ayuda que puedan brindarme, saludos.