Foro / Pareja

Sobre la educación...

Última respuesta: 18 de febrero de 2003 a las 1:23
E
emi_10032879
14/2/03 a las 19:27

Hace algunos días me tocó presenciar el show de un mago. Entre magia y magia hacía aparecer y desaparecer palomas, conejos, naipes, etc. Era un verdadero experto en el arte de la ilusión.

Reflexionando un poco después de terminado el espectáculo - dentro de lo mucho que se puede reflexionar - me di cuenta de que había algo en común a todos sus trucos: ¡la palabra mágica!

Sin ella ninguno funcionaba. Era un abracadabra pata de cabra que permitía la aparición o desaparición del objeto deseado.

Dejándonos de magias, creo que en la vida cotidiana existen una serie de palabras o gestos mágicos que poco a poco vamos olvidando. Su uso no nos traerá un conejo o una paloma pero sí nos hará la vida más agradable y sencilla.

Me refiero a esas palabras de cortesía y amabilidad que pueden abrir las puertas de los corazones más cerrados. Cuántas veces nos habremos encontrado ante la siguiente situación: ¡me lo dijo de tal forma, que no pude decirle que no !

Son pequeñas palabras, simples, pero que pueden hacer mucho bien. Qué cuesta pedir las cosas por favor o bien tener siempre el gracias en los labios. Su uso implica entre otras cosas, el aceptar que puedo tener como respuesta un no, por algo estoy pidiendo por favor. También implica la conciencia de haber recibido algo que no me correspondía. Ahora, qué pasa cuando lo que se pide no es un favor sino el cumplimiento de un deber; o la acción realizada me era debida. Antes de responder, yo haría la siguiente pregunta ¿Gastamos más energía por el solo hecho de agregar estas palabras? ¿Exigen ellas un mayor desgaste mental? No. Entonces ¿Por qué no usarlas?

Crear este hábito, para el que no lo tiene, puede ser un poco difícil. Éste requiere de dos cosas fundamentales. Primero, una reflexión sobre nuestros actos y sobre todo, de que estamos dialogando con otra persona. Ese otra persona no es un objeto ni un esclavo y merece todo mi respeto. Segunda, y es la que más cuesta, humildad. Sólo aquél que vive esta virtud sabrá pedir con cortesía y agradecer siempre lo recibido por merecido que le fuera.

La vida diaria está llena de situaciones especialmente adecuadas para poner en práctica estas palabras mágicas. Recuerdo que mi cuñado, siempre que pasábamos por un peaje, hacía alguna broma simpática con quien estaba detrás de la ventanilla. Algo muy sencillo pero que sacaba a ese hombre de la monotonía y aburrimiento de su trabajo.

Así como éste, podría enumerar miles de personas que diariamente trabajan para nosotros y que tal vez nunca les hemos dirigido si quiera una sonrisa de agradecimiento. Me refiero a la cajera del supermercado, sobre todo cuando éste está atiborrado de gente; al señor que todos los días recoge la basura de la entrada de nuestra casa y que tal vez no sabemos ni cómo se llama; al guardia de seguridad que vigila el vecindario y que pone en peligro su integridad para que nosotros durmamos tranquilos.

Todos no hacen más que cumplir con su deber, pero que diferente les sería la vida si recibieran constantemente estos gestos de amabilidad de parte nuestra.

Seguramente, para los que no tengamos el hábito, en un principio nos resultará incómodo, antinatural. Así sucede siempre cuando se quiere poner en práctica algo que pareciera no estar de moda, en un mundo donde se impone el más prepotente. Ser amable un nunca pasará de moda, por más que los hechos quieran mostrarnos lo contrario. Nunca es tarde para comenzar a serlo. Exige dedicación y constancia de nuestra parte, pero puedo asegurar que será un tiempo bien invertido.

No tenemos nada que perder al usar estas palabras mágicas y, por el contrario tenemos mucho que ganar. Son los abracadabras de la vida diaria.

Ver también

A
akari_712304
17/2/03 a las :32

Hola zamioculcas
No sabes cómo me ha gustado tu mensaje, ójala más gente pensara igual que tu. La verdad es que me ha llegado, pues yo trabajo de dependienta en un fast foot y no veas que mal lo paso con este tema.

Yo intento ser educada con la gente, intento hacer bien mi trabajo y creo que no lo hago mal, aunque alguna vez que otra pueda tener un fallo como todo el mundo, pero la mayoría de la gente es de lo más grosera. Se ha perdido la educación. Ya no sólo hablo de los clientes, sino de las mismas encargadas, entre unos y otras, consiguen hacerte pasar muy malos ratos.

Algunas veces porque tienes algún fallo, que siempre se puede remediar, no es el fin del mundo, y otras porque ha habido un mal entendido en el que no tiene la culpa nadie y muchas veces en las que, incluso, el fallo no es tuyo.

Y siempre es lo mismo, se te echan encima como buitres, como si fuera el fin del mundo por cosas que si se hablan con tranquilidad se pueden arreglar. Y muchísimas veces haces bien tu trabajo y nunca te lo agradecen. Tu siempre tienes que dar el dinero en la mano, pero los clientes te lo tiran en el mostrador con un desden... Parece que les debe tu algo, o que tienes que ser su criada.

Estoy verdaderamente quemada con este tema, porque te lo tienes que tragar todo y no puedes decir nada, siempre tienes que conservar las formas. Pero en muchas ocasiones me gustaría mandar a la mi er da a más de un@, pero volvemos a las mismas, la educación nunca se debe de perder.

Bueno, perdón por la perorata, pero es que este tema me llega muy al alma, gracias por ser como eres, espero que el próximo cliente en atender seas tú.

Un beso.

E
emi_10032879
17/2/03 a las 9:35
En respuesta a akari_712304

Hola zamioculcas
No sabes cómo me ha gustado tu mensaje, ójala más gente pensara igual que tu. La verdad es que me ha llegado, pues yo trabajo de dependienta en un fast foot y no veas que mal lo paso con este tema.

Yo intento ser educada con la gente, intento hacer bien mi trabajo y creo que no lo hago mal, aunque alguna vez que otra pueda tener un fallo como todo el mundo, pero la mayoría de la gente es de lo más grosera. Se ha perdido la educación. Ya no sólo hablo de los clientes, sino de las mismas encargadas, entre unos y otras, consiguen hacerte pasar muy malos ratos.

Algunas veces porque tienes algún fallo, que siempre se puede remediar, no es el fin del mundo, y otras porque ha habido un mal entendido en el que no tiene la culpa nadie y muchas veces en las que, incluso, el fallo no es tuyo.

Y siempre es lo mismo, se te echan encima como buitres, como si fuera el fin del mundo por cosas que si se hablan con tranquilidad se pueden arreglar. Y muchísimas veces haces bien tu trabajo y nunca te lo agradecen. Tu siempre tienes que dar el dinero en la mano, pero los clientes te lo tiran en el mostrador con un desden... Parece que les debe tu algo, o que tienes que ser su criada.

Estoy verdaderamente quemada con este tema, porque te lo tienes que tragar todo y no puedes decir nada, siempre tienes que conservar las formas. Pero en muchas ocasiones me gustaría mandar a la mi er da a más de un@, pero volvemos a las mismas, la educación nunca se debe de perder.

Bueno, perdón por la perorata, pero es que este tema me llega muy al alma, gracias por ser como eres, espero que el próximo cliente en atender seas tú.

Un beso.

Se nota que yo también he estudiado hostelería y trabajado en restaurantes
Ya ves, ambas hemos coincidido en un trabajo. Al igual que tú, yo también he tenido que soportar la maleducación de la gente, que hablan de lo maleducados que son los jóvenes, pero sin darse cuenta de que realmente los maleducados son los adultos, que son los que "enseñan" a los jóvenes con su trato tan desagradable...
Ello ha hecho que yo "ya me haya quemado" y no tenga ninguna intención de volver a trabajar como camarera en restaurantes, aunque sé que es un trabajo relativamente fácil de encontrar. Yo pienso que justamente porque la gente acaba "quemada" hay tanto trabajo en hostelería.
Ojalá la gente entendiese que el trabajar en hostelería es un trabajo MUY DURO,que has de luchar con mucha gente y aguantar todo lo que te echen. Y aguantar a personas groseras, como dices tú... como si fuésemos sus criados.
¡Animo y ojalá yo encuentre por los bares y restaurantes gentes como tú!

E
emi_10032879
18/2/03 a las 1:23

A veces me avergüenzo de la gente a la que trato...
Mira, hace unos años, ya baStantes, iba tranquilamente en el autobús urbano de mi ciudad. Era verano, hacía calor y yendo de pie en el autobús, a las 11:30 de la mañana... me dió un mareo. No llegué a caerme al suelo, simplemente corrí hacia una ventanilla e intenté abrirla. ¡No fui capaz! Así que me bajé en la siguente parada de autobús... y aunque no estaba muy bien, mientras bajaba dando tumbos por las escaleras, hubo una señora que quedaba diciendo "¡menuda borrachera lleva esa chica a estas horas de la mañana!". Al final nadie me ayudó a bajar, nadie me echó una mano... y cuando por fin me recuperé... deseé que a esa señora que me juzgó sin saber no le pasase lo mismo que me habia pasado a mí...

Y por desgracia tuve más experiencias... Hace años tuve un accidente de tráfico. Me tuvieron que poner "un hierro" en un brazo que rompí. Al final, fui a un hospital a que me quitaran el hierro (era necesario). Me acuerdo de haber estado en una sala de espera donde estaban también esperando un señor y también una señora mayor en silla de ruedas. Cuando me vinieron a buscar, me llevaron dos salas más allá y allí me sacaron el hierro. Grité como una condenada porque la anestesia local no hacia efecto y no podían ponerme la anestesia general para tan poca cosa. Y cuando salí de nuevo del hospital por la sala de espera, el hombre me vió llorando como una magdalena y me preguntó si me había dolido. Le dije que sí, claro... y la mujer se rió diciendo "que no le extrañaba que me hubiese dolido porque habia gritado como una loca".
Me sentí fatal, por la falta de comprensión de la mujer... y le dije "que esperaba que lo que le tuviesen que hacer le doliese tanto como lo que me hicieron a mí... porque se lo tendría merecido".
Ahora ya nadie aguanta el sufrimiento de nadie. Nadie tiene ganas de aguantar los defectos de nadie. Y la falta de educación no sólo es patrimonio de los jóvenes, sino que la gente mayor promueve la mala educación, con su mal ejemplo...
En fin, que nadie puede decir... "de este agua no beberé"...
Saludos

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