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La educación física es verdad educacion fisica?

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haroon_5872880
30/5/18 a las 1:37

Nunca podré olvidar mi profesor de educación física. Yo tenía apenas 14 años, hacíamos el instituto. Siempre noté que por alguna razón conmigo era mas blando que con las demás chicas, conmigo bromeaba más y siempre lo tenía cerca de mí. Un día, acabó la clase y todos nos fuimos al vestuario. Era la última hora del día, así que de allí ya nos íbamos a casa. Nos íbamos yendo a medida que íbamos recogiendo el material. Cuando solo quedábamos 3 chicas me llamó para comentarme nosequé y las otras 2 ya se fueron. Estuvimos hablando de la clase, lo divertida que había sido y lo bien que lo hice (supongo que eso fue para despistar...). Al cabo de unos minutos me fui a la ducha. La mayoría de las chicas ya habían acabado y se iban yendo. Me desnudé y cuando me metí en la ducha me quedé sola. Me dio un poco de miedo estar allí sola, a ver si me iban a encerrar allí... Abrí el grifo, dejé que el agua saliera tibia y me puse debajo del chorro de agua. En aquel momento noté que alguien me abrazaba. Salté del susto y me giré, era Martín, mi profesor de educación física. Me dio muchísima vergüenza, no entendía lo que estaba haciendo allí. No pude decir ni una sola palabra, pues me tapó la boca con sus labios. Me susurró al oído que desnuda era mas bella que vestida y me besó las orejas, el cuello, los hombros. Era una sensación magnífica estar abrazada a él recibiendo esos mimos, los dos debajo del agua. Puso una mano en mi cintura y la otra fue al pecho derecho. A medida que me iba besando notaba como su pene iba creciendo. No me pude resistir y me agarré a su pene erecto. Empecé a masturbarle y él empezó a suspirar. Bajo su mano hasta mi... me acariciaba la parte interior de los muslos. Yo estaba deseando que me tocara, lo podía intuir en mi mirada de deseo. Me puse de rodillas frente a él, me miró y sonrió. Empujó mi cabeza hacia su pene y me lo metí todo en la boca. Lo chupaba como si fuera un helado de abajo hacia arriba, haciendo unas pausas en su capullo. Cuando hacia eso él se retorcía de placer. Al mismo tiempo le masajeaba los huevos. Me los metí en la boca, jugando con ellos, me encanta hacerlo, y creo que a él también le gustó. Volví a su pene. Él me empujaba la cabeza, para decirme a que ritmo quería que fuera. Me pone muchísimo que me marquen el ritmo. Sus gemidos eran cada vez más fuertes, se retiró, me dijo que aun no quería acabar. Me sentó en el escalón que había en las duchas me abrió las piernas y se arrodilló frente a mi... Empezó a besarme los muslos por la parte de dentro, notaba mi impaciencia. Se acercó a mi... y empezó a lamerlo muy suave, por fuera. Se ayudó con los dedos a abrir mis labios dejándolo todo al descubierto. Empezó a comérmelo de golpe, con muchas ganas, como un perro hambriento de carne. Solté un gemido que resonó en todo el vestuario. Me encantaba como me lo hacia, chupaba mi clítoris mientras me metía sus dedos. Me corrí enseguida, pero él quiso seguir con lo que hacía. Siguió con su tarea, no sabia lo que me estaba haciendo, pero me encantaba. Volví a correrme y le pedí que me penetrara. Me levantó, me apoyó con las manos en la pared, enseñándole mi culo y se puso detrás de mí. Apoyó su pene contra mi culo estaba durísimo, luego lo dirigió hacia mi vagina. Parecía que se sabía el camino, entró solo, sin esfuerzo, de un golpe seco. Empezó a follarme lento pero profundo, notaba como me tocaba el final. Fue acelerando el ritmo, sus huevos me golpeaban, no me podía resistir. Se retiró, me giró y me puso de espalda a la pared, me hizo cogerme de su cuello, me puso mis piernas sobre sus caderas y me la metió toda. Apoyó mi espalda en la pared y volvió a bombearme. Esa postura me hacia volver loca, le dije que no tardaría en volver a correrme, a lo que él me contestó lo mismo. Le pregunté donde se quería correr y no me contestó, siguió follándome. Él estaba agotado, yo me ayudaba con las manos en la pared a no aflojar el ritmo, los dos llegamos a un orgasmo increíble. Nos quedamos en esa postura abrazados durante un momento. Me bajó y nos dimos una ducha relajante. Ese día llegué un poco tarde a casa, pero mereció la pena!

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