Hola a todos, me gustaría compartir a través de este foro un sentimiento profundo. Sé que este es un foro femenino, y quizás vosotras podáis entender mejor que nadie lo que pasa en un corazón triste como el mío.
Quizás también pueda servir a alguien, en especial a las chicas, para saber que también los hombres (o algunos hombres) tenemos un lado sensible y fragil, que sufrimos y la tristeza del alma llega a ser a veces inexplicable.
Os transcribo una reflexión personal a modo de desahogo. Nunca lo he hecho antes, pero aprovechando que Internet nos ofrece cierto anonimato me he animado.
"En el fondo de mi alma y de mi corazón, me gustaría volver a estar con María pero tristemente eso ya no es posible. No es que ella esté saliendo con otro chico, sino que ella ya no me quiere lo más mínimo, ni siquiera como amigo, que tampoco me bastaría.
Hace un año exactamente, ella estuvo cuatro o cinco días viviendo en casa conmigo y yo me dediqué a hacer el canalla. No le prestaba la más mínima atención, con el pretexto del trabajo (que era real pero que podría haber equilibrado) y lo que es peor con mis más bajas inclinaciones descontroladas, perdiendo el tiempo. El hecho cierto es que perdí una oportunidad de oro para haber disfrutado de ella y con ella al máximo, y posiblemente ahora podríamos estar viviendo juntos y realmente siendo felices, que creo que lo podríamos haber conseguido. Pero no, fui realmente ... ignorante, egoista, inmaduro, e inconsciente. Ella me estaba dando de verdad una última oportunidad, y yo la desperdicié. Ahora ya no hay solución.
Ayer le compré un libro ("Once minutos" de Paulo Coelho) y fui en moto hasta el portal de su casa (atravesando una jauría de tráfico y coches por toda la M-30 de Madrid) y le pedí al portero que por favor se lo diera. Lo hice porque el libro me encantó y pensé, realmente, que a ella le vendría muy bien porque cuenta cosas muy bonitas en relación al sexo y al amor. Lo hice de verdad, sin esperar nada a cambio, sin esperar que me devuelva una llamada de al menos un minuto para agradecérmelo. De hecho le puse una dedicatoria en la última página del libro (que sólo leerá al concluir el libro), que decía: "Con cariño, para la más Bella Princesa". Aún así, si lee esa dedicatoria, reconociendo quién lo escribió, no osará llamarme. Aún teniendo este convencimiento ya desde el principio, en el fondo de mi alma ansío profundamente que me llame. Pero lloro mi dolor porque eso nunca va a volver a ocurrir, y por supuesto nunca volveré a tenerla entre mis brazos. Hasta dónde puede llegar la estupidez humana, y concretamente la mía.
La cantidad de oportunidades que me dio, y todas, absolutamente todas las desperdicié. Tenía mis dudas entonces, claro que sí, y por eso no terminaba de entregarme al máximo. Ella me pedía cariño y yo no se lo daba. No era perfecta, pero me quería de verdad. No era una gran belleza, pero a mí me cautivaba: su gesto, su insondable tristeza unida a un corazón enorme, su verdadera preocupación por los demás y por mí. Me dio todo lo que tenía y yo no supe corresponderle.
Estoy triste, muy triste porque sé que nunca más volveré a estar con ella (y posiblemente nunca más volveré a verla), y porque nunca en mi vida volveré a encontrar a alguien así (ni siquiera que se aproxime).
Tengo que continuar mi vida. He leido varios libros que me han ayudado a reflexionar sobre la vida y lo que puedo extraer de ella. Miro hacia adelante. Pero desgraciadamente, he de reconocer que algo que ansío profundamente, aunque trate de engañarme a mi mismo con argumentaciones de todo tipo, es sentirme realmente querido por alguien a quien también yo quiera: y esa persona era María.
He estado mes y medio tonteando con Laura (incluso hicimos el amor con pasión en tres ocasiones). Me ayudó para tratar de olvidarme de María. Pero no tiene nada que ver, es una persona que sinceramente no me aporta absolutamente nada y que por tanto no me merece la pena tener más contacto con ella. Si me llama por supuesto la trataré con amabilidad, pero nada más: desde luego no volveré a hacer el amor con ella porque me deja vacío después de entregar toda mi energía y no sentirme querido, ya que sólo busca su satisfacción sexual. Y yo no busco sólo eso.
No tengo respuestas. Según dicen todo el mundo tiene que buscar su sueño. Y yo ni siquiera sé cuál es el mío. Me gustaría escribirle una carta a María para expresarle todo lo que siento, pero no me atrevo. No sé porqué. Quizás sea porque pueda pensar que de nuevo trato de engañarla, cuando nunca ha sido así. Quizás sea porque sepa que según reciba la carta, la rompa sin leer una sola línea. Sin devolverme un acuse de recibo en forma de un simple "gracias", como de hecho ha ocurrido en los últimos cuatro intentos de comunicación con ella.
Hace un mes, mientras viajaba en coche a Sevilla la llamé y conseguí hablar con ella 5 minutos. Me reconoció que ya no era mi amiga. Que sí le importaban mis cosas pero que no era mi amiga. Lo que más me sorprendió fue que me dijera que en los últimos seis meses yo me había comportado fatal, y no le pregunté cómo era eso posible si no habíamos tenido ninguna relación durante esos seis meses: de hecho dijo que le había servido ese comportamiento mío para olvidarse de verdad de mí, y dejar su corazón liberado para poder encontrar a otra persona, como de hecho ocurrió.
Quizás me sirvan estas líneas para ir liberando mi dolor, aunque no confío en recuperarme nunca del todo.
Lo dejaré estar. Intentaré sacármela definitivamente de la cabeza, e intentaré ya no volver a escribir o pensar en ella. Quizás sea eso lo mejor. Ya no más felicitaciones de navidad o cumpleaños. Ya nunca más.
Pensamientos tristes, corazón sufriente, alma en penumbras. Así es la vida, con emociones: ahora me toca sufrir. Supongo que en algún momento tendré alegrías duraderas (no esporádicas como han sido en los últimos 18 años). Pero ahora, hoy, desconfío en que eso algún día pueda ocurrirme. Fundamentalmente porque no tengo ningún sueño que buscar. Vivo lo que se dice al día, sólo y sin sentirme querido como a un hombre le gustaría (no basta con el amor de una madre). Me marchito solo. Me gustaría volar pero no sé adonde ni con quién. Lloro profundamente.
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