Al fin había llegado el fin de semana, después de unos días realmente complicados, nos merecíamos este descanso.
Salimos de nuestros trabajos realmente cansados, a pesar de compartir el hogar, la vida, estabàbamos algo distanciados, era preciso alejarnos unos días de la rutina.
Salimos entrada la tarde, esas cabañas que alquilamos por Internet parecian ser perfectas para el descanso merecido. Mientras manejabas aproveche para tomar una siesta. Llegamos entrada la noche, si, realmente era hermosa, confortable, cálida.
Voy a ducharme, dijiste, y note el cansancio en tu cara, me quedé acomodando nuestras cosas para pasar el mejor de los fines de semana solos.
Estabas tan lindo cuando saliste del baño, me miraste sonriendo, hiciste a un lado la ropa desparramada sobre la cama y te recostaste de costado, siguiendo mis movimientos con tu mirada
-Pensas demorarte mucho??
Y al mirarte noté esa picardía en tus ojos y no pude resistirme a tu boca a tu pecho descubierto, húmedo aun y me recosté a tu lado.
Las caricias no se hicieron esperar, tus manos comenzaron a despojarme de mi ropa, nuestras bocas no dejaban de besar, nos extrañábamos tanto, que maravilla sentir el calor de tu lengua recorriendo mis labios, mi cuello, tus manos en mi espalda, la yema de tus dedos apenas rozando mis pechos, mi piel totalmente erizada ante esas sensaciones, tu boca en mis pezones, apropiándoselos, succionándolos Comencé a desearte mas que nunca.
De rodillas en la cama recorrí cada centímetro de tu piel, tu cuello, besé tus ojos, tus mejillas, tus orejas, bajé por tu pecho, apoyada en él podia sentir tu respiración cada vez mas agitada.
Tus manos no quedaban quietas, quiero sentirte, dijiste, y tus comenzaste a hurgar en los rincones mas intimos de mi cuerpo, mi excitación crecía al mismo tiempo que la tuya, los movimientos eran cada vez mas rápidos, me tomaste de las caderas y me diste vuelta, mi sexo quedó en tu boca, tu pene, totalmente duro, dentro de la mía, mis gemidos no se hicieron esperar, los arrancabas cada vez que metías y sacabas tu lengua, cada vez que acariciabas mi clítoris, estaba disfrutando tanto de tus caricias como de tu miembro en mi boca, jugaba con él, lo lamía, lo chupaba, lo sacaba de mi boca, lo besaba
-Ya no aguanto, quiero estar dentro tuyo, deseo penetrarte ahora
Quedé de espaldas en la cama, vos arriba mío no dejaste de besarme mientras sentia todo el calor y la dureza de tu sexo entrando lentamente en el mío, con movimientos leves al principio, mas rápidos después, mi placer llegó a su punto máximo y lo expresé con un gemido que salió de lo mas profundo, te volviste loco, sentí como apurabas tus movimientos y el latir de tu miembro dentro mio me avisó que ya no aguantabas mas y el calor de tus líquidos me invadió.
Quedaste un rato mas sobre mi, besandome, extasiados y felices. Esta vez nos duchamos juntos y salimos a cenar. Fue el comienzo de uno de los mejores fines de semana que tuvimos