Los motivos por los que las personas son infieles, o se sienten tentados a serlo, suelen estar relacionados estrechamente con las razones por las que no se comunican correctamente con su pareja.
El hombre o la mujer incapaz de expresar verbalmente su enfado con su pareja puede "vengarse" teniendo una aventura amorosa con otra persona. La mujer o el hombre que se siente culpable por hacer el amor cuando sus hijos están en casa puede "resolver" el problema teniendo relaciones sexuales con otra persona fuera de casa. El hombre o la mujer que no se atreve a hablar con su pareja sobre algunas técnicas o fantasías sexuales que le gustaría experimentar, puede buscar realizarlas fuera del matrimonio. La lista de motivos para la infidelidad es interminable y cuando intentamos analizar esos motivos, descubrimos que la infidelidad no sucede espontáneamente, sino que hay un motivo que hace que suceda.
En algunos casos, el cónyuge que mantiene una relación extramatrimonial afirma que se siente terriblemente atraído por su amante, que hay entre ellos una "química" especial que no existe en su matrimonio, lo que hace al amante realmente irresistible.
El cónyuge infiel se obsesiona con su amante.
Todos pasamos por algún tipo de obsesión de vez en cuando. En la adolescencia, nos obsesionamos con el profesor o con algún actor conocido. Sabemos que estamos soñando en alguien inalcanzable, lo que todavía nos obsesiona más. Es la misma obsesión que nos invade cuando pensamos sobre aquel compañero de oficina o sobre nuestra joven y atractiva vecina. Lo curioso de estas obsesiones es que a menudo cuando nos decidimos al divorcio y nos casamos con el objeto de nuestra obsesión, ésta, al igual que la emoción,
desaparece. Nos encontramos otra vez en el mismo lugar en que empezamos, pero ahora con una familia destruida.
Para intentar combatir esta obsesión por el amante podemos utilizar la misma técnica de enfriamiento que aplicamos en nuestro cónyuge. Podemos confeccionar la misma lista de defectos y citarla mentalmente cuando vemos al amante, al que solemos idealizar.
Por ejemplo, un amigo nuestro joven (¡y casado!) se está excitando con todas las mujeres atractivas que encuentra. Acto seguido, se imagina que está casado con esta rubia tan sexy, y que tiene cinco hijos con ella. Y... ya está enfriado, deseoso de volver con su mujer. Resistir la tentación de ser infiel no es imposible como creemos muchos de nosotros. No tenemos que perder las fantasías sexuales sobre otras personas, sino las consecuencias de vivirlas de verdad.
No siempre la infidelidad conduce necesariamente al divorcio, pero sí con frecuencia. Casi siempre hay
una tercera persona que nos ha hecho mirar a nuestra pareja con otros ojos, que ha sido la causa del enfriamiento y el fracaso de la vida sexual en el matrimonio. Además, el divorcio tras una infidelidad
puede ser un error irreparable aunque es algo que resulta casi imposible de olvidar. Hemos de tener en
cuenta que las infidelidades del cónyuge más a menudo están relacionadas con sus temores e inhibiciones que con nosotros. Quizás, sería más fácil tomar la decisión correcta en estos casos si reflexionamos sobre las razones por las que nos casamos, y si están siguen siendo válidas. Por ejemplo, si la seguridad, estabilidad, confianza que han sido los motivos para nuestro matrimonio (aparte del amor) todavía significan mucho para nosotros, ¿por qué echarlo todo a perder por un affaire, algo que no es permanente?
Otro motivo de infidelidad puede ser la obsesión de "probar" otras experiencias sexuales, sobre todo el esposo no había tenido relaciones sexuales con otras personas antes del matrimonio. Tendemos a fantasear sobre esas posibles aventuras, sin tener en cuenta que las fantasías suelen acabar en
fracasos. ¿Acaso tenemos la misma obsesión por hacer otras cosas que no hemos hecho? ¿Por ejemplo, saltar con un paracaídas, o subir al Everest? Si somos infieles a nuestra pareja sólo por experimentar el
sexo con otras personas tenemos muchas posibilidades de acabar no sintiendo nada especial.
Hemos de analizar los motivos por los que no sentirnos infelices o no realizados en el matrimonio: si no nos hemos casado por amor, por ejemplo. Para decidirse a dar el paso hacia una aventura fuera del matrimonio, tenemos que tener claras las consecuencias - un affaire amoroso puede acabar con nuestra familia. ¿Es eso lo que, en realidad, deseamos?
Otro motivo de la infidelidad puede ser el hecho de encontrar un compañero ideal, con las mismas
inquietudes, intereses, actitudes que nosotros. De repente, nos damos cuenta que tenemos un compañero intelectual (y no es nuestro esposo) con el que podemos compartirlo todo. Pero hay que remarcar que no necesariamente esta "unión" espiritual debe acabar con el sexo. La infidelidad siempre lleva a la confusión, el sentimiento de culpa y el tormento de acostarse en dos camas. ¿Por qué, pues, no nos limitamos a gozar de la amistad, la compresión y hasta la atracción sexual que sentimos por el
compañero? ¿Realmente, nuestra relación con él sería tan incompleta si no nos acostamos?
La gente a menudo afirma que la situación ideal sería tener un cónyuge y una familia en una parte de su vida y una vida sexual excitante con otro compañero, en otra parte. Pero esto rara vez funciona en la práctica ya que la mayoría de nosotros no estamos hechos para la doble vida.
¿Por qué no hacemos de nuestra pareja el amante soñado? Si nos gastáramos la mitad de la energía, el esfuerzo y el tiempo que empleamos en nuestras aventuras amorosas en hacer que la vida con nuestro esposo fuera más excitante, toda nuestra vida sería mucho más feliz.