No se cómo empezar a contar mis primeros descubrimientos con el sexo, pero lo intentaré porque es una experiencia que me ha marcado mucho en la vida, me apetece muchísimo y me sirvió sobre todo para aprender a conocerme a mí misma, para empezar quiero decir que esta historia es real y no es la típica historia sin sentido de sexo entre primos, más bien es todo lo contrario. Yo tenía 14 años cerca de cumplir 15, era una niña por aquel entonces, no quiero decir de donde soy, porque la verdad es la primera vez que escribo algo así y no me siento muy cómoda, pero mi primo que es de la misma ciudad que yo, trabajaba en Madrid y vino a pasar unos días de vacaciones para poder ver a la familia. A pesar de la diferencia de edad (tenia 27 o 28 años entonces), yo le tengo muchísimo aprecio a él porque siempre se ha portado muy bien conmigo y me ha dado mucho cariño, el caso es que como iba muy justo de tiempo para poder ver a todos, yo me quede en casa de mi tía a dormir para poder estar con él antes de volver a Madrid. El día transcurrió sin más, pero por la noche él había quedado para salir con un amigo, yo me estaba quedando dormida a eso de las 11 y me fui a la cama, le di las buenas noches a mis tíos y mi primo y me dormí, él se fue a duchar y a prepararse para salir. La casa era de 2 habitaciones, así que ese día teníamos que compartir habitación, aunque no cama obviamente, cada uno tenía la suya. No sé cuánto rato habría pasado desde que me dormí, pero sentí la presencia de alguien en el cuarto y me desperté, sin moverme y con los ojos medio cerrados por el sueño, vi a mi primo vistiéndose, con una camiseta blanca y la toalla de la ducha aun liada en la cintura, es un chico no muy alto, con el pelo muy corto, casi al cero, bastante fuerte para mi pequeño cuerpo delgado y con ojos más o menos de un color miel. Sin prestarle mucha atención porque en ese momento yo solo quería dormir, pero sin querer, ví cómo me miró para ver si yo seguía dormida y tras cerciorarse (equivocadamente claro) se quitó la toalla y pude comprobar que yo también estaba equivocada al pensar que debajo de la toalla llevaría calzoncillos. Era la primera vez que veía un pene al natural, había visto por internet y por mera casualidad algún video de sexo, pero en ese momento no me interesaba, tenía 14 años y no le encontraba el sentido a ver a personas desnudas, al menos hasta ese momento. Tenía un pene extremadamente grueso para mi parecer, como un brik de zumo o un bote de desodorante y de un tamaño que aun en estado de flacidez ya se notaba de buen ver. Cerré los ojos con miedo a que se pudiera dar cuenta y esperé a que terminara de arreglarse y se fuera. No sabía lo que me estaba pasando, no podía quitar de mi cabeza la imagen de mi primo semidesnudo, ni de ese pene grueso con la piel hacia atrás, dejando al aire la punta en forma de fresa con ese color tan rosado, al igual que tampoco podía entender porque me sentía tan húmeda en la parte más íntima de mi cuerpo. Y ahí estaba yo, con miles de dudas rondándome, recreaciones en mi cabeza de mi pequeña mano rodeando el pene de mi propio primo, sin poder cerrarla completamente y con una mano bajo mis bragas empapadas en algún tipo de líquido viscoso pero muy satisfactorio. Me pase no menos de una hora acariciándome bajo mi ropa interior, sin saber que pasaba, pero muriéndome de placer, haciendo lo imposible por intentar suavizar unos gemidos incontrolables por miedo a despertar a mis tíos y con las piernas y la cama cada vez mas mojadas. No sé cuántos orgasmos tuve esa noche pensando en el pene de mi querido primito, pero de lo que si estoy totalmente segura es de que el pene de mi primo y su gran fresa rosada me han dado los mejores orgasmos de mi vida hasta el momento y me iniciaron en el mejor sexo en solitario, y el sin saberlo, es verdad que el hombre siempre es el último en enterarse JiJiJiJi.
