Esto me sucedio la mañana siguiente de haber tomado varios vasos de wisky mezclado con un conocido energizante en el cumpleaños de mi mejor amigo. No solo me desperté con una fuerte resaca sino también con una gran necesidad de tener sexo. Para mí mala suerte mi esposa no se encontraba en casa, ella había viajado junto con mis hijos a USA para visitar los parques de Disney. De pronto sonó el timbre. Por la pantalla del intercomunicador que era mi suegra. Llevaba en las manos un pastel que sin duda era para mí. Minutos después estábamos conversando en el sofá de la sala o mejor dicho, ella estaba dando su mejor monólogo, no paraba de hablar sobre el clima y las últimas noticias. Yo solo la escuchaba y observaba las facciones de su rostro; pómulos marcados, grandes párpados y nariz pronunciada. Siempre me ha parecido una mujer sexy, de hecho muchas veces he fantaseado con ella, pero hasta ese momento jamás pensé en cruzar la linea. De pronto algo maligno se apoderó de mi, me sentí como un asesino que está a punto de jalar el gatillo. Le hable sobre el efecto que había causado en mí, el wisky con el energizantel. Ella sonrió nerviosa y confundida.
Me puse de pie, baje el cierre de mis pantalones y le mostré mi sexo erecto . Ella me miró asombrada. ¡Que estás haciendo? me dijo nerviosa. No la note molesta solo confundida, siempre a sido una mujer de poco carácter. Ella intentó ponerse de pie, pero con un leve empujón la volví a sentar en el sofá.
Solo abra la boca le dije de la manera más descarada, mientras yo empuñaba sus cabellos jaloneándola hacia mi sexo. Ella reía nerviosa y negaba con la cabeza que haría lo que le pedía. Continúe insistiendo y jaloneando sus cabellos hasta que finalmente ella abrió la boca con una expresión de resignación. Introduje mi sexo y empeze a penetrar su boca muy rápido y por momentos tan profundo como podía. Sentí un placer inexplicable y gran euforia. Me hubiera gustado disfrutar mas del momento pero estaba tan caliente que en menos de 5 minutos se me vino una gran eyaculacion en su boca, pobre mi suegra, me miró con una serie de gestos de asombro y asco. Luego ella se dirigió al baño.
Media hora después nos sentamos a la mesa a probrar el pastel que por cierto estaba delicioso y a ver las noticias en la Tv sin mencionar palabra alguna.