Quiero contar mi historia a las mujeres que sufren pensando que sus problemas son los más graves del mundo y que no tienen solución.
Cuando yo nací mis padres eran pobres pero felices. Vivíamos en las afueras de un pueblo de provincia en una casita de madera muy linda. Mi padre manejaba un camión y madre era costurera en la casa. Mi padre era un hombre mayor pero mi madre era muy feliz con él.
Lamentablemente mi padre falleció cuando yo tenía 5 años. Después de su muerte pasamos una situación económica muy difícil. Cuatro años después, yo ya tenía 9, mi madre se casó con un hombre mucho más joven que ella. En esa época mi mamá tenía 30 y él 24. Mi madre volvió a ser feliz, creo que mucho más en lo sexual porque se trataba de un hombre joven y ella solo habia conocido el sexo con un hombre mayor. Desde que él se mudó a la casa yo commencé a escuchar con frecuencia los gemidos de mi madre en las noches. En una casita de madera no resulta difícil.
El trabajaba en un taller de carpintería y mi madre comenzó a trabajar como empleada de limpieza en el hospital del pueblo. En ese trabajo ella tenía turnos rotativos. Una semana trabajaba de 7 de la mañana a 3 de la tarde, luego de 3 de la tarde a 11 de la noche, despues de 11 de la noche a 7 de la mañana y así. Eso significaba que yo pasaba dos semanas sola con mi padrastro en la casa. Al principio todo fue bien, pero cuando cumplí los 11 y mi cuerpo comenzó a desarrollar las cosas cambiaron.
Se puso muy amoroso conmigo, me abrazaba y me besaba mucho, siempre deslizando su mano por mis teticas y mis nalgas por encima de la ropa. En las noches me hacía sentar en sus piernas a ver la tele para tener erecciones bajo mis nalgas. Una noche se atrevió a levantar mi falda para estar en contacto directo con mi braguita, despues acomodó mi posición para que su erección quedara exactamente entre mis piernas, me tomó por las caderas y comenzó a moverme. Yo me levanté y le dije que no me hiciera eso. El me respondió que tenía que ser buena y complaciente con él porque si no se iría de la casa, mi madre sufriría mucho y volveríamos a pasar hambre. Con ese argumento logró manipularme y las cosas comenzaron a ir más lejos.
Las cosas dejaron de ser unos simples restregones contra mis nalgas. Ahora se sacaba el pene para que yo se lo acariciara con la mano y él metía sus manos bajo mi ropa y me tocaba los pezones y la vulva. Digamos que agarraba los grandes calentones conmigo y luego se montaba sobre mi madre que, sin saber lo que ocurría, disfrutaba el mejor sexo de su vida.
Una tarde que mi madre trabajaba de 3 a 11 de la noche, yo llegué de la escuela y entré a la ducha. Unos minutos después entró él totalmente desnudo y con el pene erecto. Yo me asuste mucho, pensé que me iba a violar y empecé a llorar. El me dio dos bofetadas, me ordenó que me callara y me dijo que solamente venía a que se lo chupara. Yo estaba en pánico y obedecí. Por ratos lo sacaba de mi boca, lo restregaba contra mis pezones, mis nalgas y mi vulva y lo volvía a meter en mi boca. El muy degenerado cuando fue a eyacular me agarró la cabeza por detrás y me lo metió casi hasta la garganta. Yo me sentí desesperada porque a penas podía respirar y también asqueada de sentir el semen en mi boca. Ese suplicio duró todo un año, hasta que finalmente ocurrió lo peor.
Una noche que mi madre trabajaba el turno de la madrugada, se metió en mi cama al rato de haberse marchado mi mamá. Esta vez no vino de mal carácter, sino muy dulce y cariñoso, diciéndome que yo también tenía derecho a disfrutar lo que hacíamos. Se acostó a mi lado, me abrazó y comenzó a besarme en la boca con lengua, achuparme los pezones y acariciarme todo el cuerpo hasta que su mano se detuvo en mi vulva y empezó a masturbarme. Poco a poco me fue desnudando y desnudánsose él. Después puso una almohada bajo mis nalgas, separó mis piernas y comenzó a hacerme sexo oral tratando de calentarme, lo cual no ocurrió. Yo presentía lo que iba a ocurrir y me puse a llorar, suplicándole que se fuera y me dejara. Cuando comenzó a montarse sobre mi me dio pánico y traté de escapar pero él me retuvo por la fuerza. Yo me mantuve luchando todo el tiempo hasta que un fuerte dolor en la vagina me hizo saber que ya era tarde. Una vez que me penetró se puso como loco, sus penetraciones fueron fuertes y profundas y yo sólo sentía un dolor terrible. El muy degenerado me decía "¿Te duele mamacita? Perdón. Es que lo tengo muy grande."
Cuando terminó su cochinada me advirtió que si decía una palabra, a él lo meterían preso, mi madre iba a sufrir mucho y nosotras volveríamos a pasar hambre. Luego me ordenó que me lavara y que lavara también las sábanas para no dejar huellas de lo ocurrido y se marchó a su cuarto.
Yo me quedé acostada llorando, en shock, con mis piernas abiertas, el himen sangrando y su semen rodando hacia mis nalgas. Me dolía mucho la vagina y también el alma porque él me había robado lo que yo había pensado ofrecerle algún dia al chico que amara.
Estuvo violándome por delante y por detrás dos años, hasta que una noche mi madre regresó sorpresivamente del trabajo porque se sintió indispuesta y pidió permiso para marcharse y lo encontró encima de mi.
Lo metieron preso 15 años. Mi madre y yo nos mudamos a la capital donde nadie nos conocía, a la casa de una prima de ella que nos recibió y nos ayudó con mucho amor.
Yo continue mis estudios normalmente, pero como consecuencia de las violaciones perdí mi autoestima por mucho tiempo, convencida de que ningún hombre podría amarme cuando supiera la verdad. Me convertí en una chica fácil, me masturbé muchísimo, tuve sexo con muchísimos hombres y hasta tuve varias relaciones con otras mujeres.
A los 18 conocí a un hombre de 24 que me hizo gozar en la cama como nunca antes había gozado. Era un gran baterista, muy inteligente, con mucho talento, un futuro en la música y muy guapo también. Pero consumía mucho alcohol y algo de drogas. Su vida iba por muy mal camino. Un dia descubrí que estaba embarazada y se lo dije. Su reacción fue llorar, decirme que me amaba y que le gustaría arreglar su vida. Entonces le conté que yo también tenía que arreglar algo en mi vida. Hoy es mi esposo, profesor de música en un conservatorio, tenemos dos hijos y somos muy felices, con una vida sexual plena y rica en variedad.
Dios siempre está por ahí.
Neblinarosa.