Los antecedentes
Hablas de una tremenda discusión y de que antes ya habíais tenido otras, normalmente no se deja de convivir al poco de estrenar esa condición por una puntual y simple diferencia de pareceres así que supongo que habrá más de lo que cuentas sobre vuestra separación. En cualquier caso su decisión parece firme y sea porque no se ve contingo compartiendo de nuevo su cama contigo o porque tenga ganas de novedades, lo cierto es que estáis en el camino del medio para no acabar de solucionar los problemas que probablemente originaron ese conflicto.
Que sigas quedando con él demostrándole que no ha de renunciar a nada implica que asumes que el impedimento a vuestra relación estaba en ti y en tus actitudes cuando generalmente se trata de algo sobre lo que ambas partes, ya sea en el núcleo central de las diferencias o en sus contrapartidas, fallan en pactos y actuaciones; es decir, la culpa es de dos, no de uno solo.
Para sanar vuestra relación, como la de cualquiera, no se trata tanto de volver a empezar despacio como de poner distancia (ya sé que encierra sus peligros) y echaros de menos cada uno por su lado reflexionando en qué se hacía mal y en qué se pondría para solucionar problemas comunes. Insisto en que no ha de ser unilateral porque si el sentimiento de culpa se carga en una parte, la otra en caso de retomar el vínculo volverá a utilizar las circunstancias para hacer y deshacer a su antojo.
Queda claro que separarse un tiempo se antoja la más complicada y menos deseada de las situaciones pero es la única en que hay una posibilidad de cambiar la dinámica negativa instaurada estableciéndose una cierta igualdad en la decisión de volver y no que tú tengas que irle detrás a ver qué sois si pareja, pareja abierta, folhamigos o qué.
Seguir viéndoos de la manera en que comentas llevará a confundir más que a aclarar y a sufrir más que a tranquilizar.