Éste no es el relato de mi primera vez; ya que fue un tanto incómodo y me quedó doliendo incluso al tercer día.
Ésta vez, me referiré a mi segunda vez como la primera.
Y bien; sépase que mi madre no está del todo de acuerdo que yo vaya a casas de chicos; y mucho menos que esté en sus cuartos. Siempre dice que es impropio y que las visitas deben de quedarse en la sala y máximo pasar al baño. Bueno; ella aún no lo sabe, pero ya tiene una buena razón para negarme el permiso de porvida.
C, mi mejor amigo y yo nos besamos por primera vez gracias a una apuesta que hizo B.
Yo hacía tiempo que me sentía atraía a C en una manera extraña; incluso cuando B me lo preguntaba, afirmaba con una gran sonrisa que si estuviera borracho, lo violaría.
En fin.
C y yo, después de ese beso, nos escapábamos de B para besarnos, abrazarnos... tocarnos. Él solía meter su mano bajo mi blusa con tal finura que a veces me desesperaba. Luego la bajaba hasta mi espalda, y metía su mano en mi pantalón para rodearme el borde del pantalón con un dedo, y una vez llegado adelante, su mano exploraba mi ropa interior, y mi vagina, que para esos movimientos, ya estaba un poco muy mojada.
Como sólo nos escapábamos a diferentes partes de la escuela, no podía mos hacer gran cosa. Excepto sentarnos en unas escaleras fuera de cámaras. Yo un peldaño más abajo que él. Entonces, me ponía mi chamarra, subía el cierre hasta el cuello y me desaborchaba el sostén por debajo de ésta, para que C pudiera meter su mano y me comenzara a masajear primero suave, en pequeños círculos, para que pasara a frenéticos mordiscos en la base de mi cuello, mientras con sus manos insistentes parecía que quería deshacerse de mi chamarra para poder besar mi pecho.
Una vez que jadeante me insiste en escaparnos del lugar, para poder hacerlo sin que nadie nos viera, tuve que negarme, ya que no teníamos lugar (pues su papá estaba en casa y en la mía siempre está mi madre). Entonces desabrochó su pantalón para dejar salir a un pene más que erecto, espeando a ser insertado.
Mira cómo lo has dejado. Se ríe. Me ve a los ojos, y sin previo aviso, agacho mi rostro para envolver a su pene con mi boca y comensar a masajearlo frenéticamente, con el paladar, con la lengua, con los dientes...
Desafortunadamente para él; no puede venirse ya que le hicieron la circumsición desde pequeño. Y según él, no se viene si le hago un oral. Así que esa misma noche, me habló por teléfono para reclamarme que le dolían los huevos. Según él.
Pasaron dos días antes de que, diciéndole a mami que iba a casa de B, nos escapáramos juntas a casa de C para ir a una pequeña fiesta, tenía entendido que por el cumpleaños de un amigo suyo-- Otro pretexto más para emborracharse.
Cuando recién llegamos, C me saludó con un pequeño beso en los labios; beso que me tomó por sorpresa, más cuando ese beso tenía sabor a cerveza.
Antes de él, yo ni siquiera pensaba en fumar, tomar, drogarme, o tener sexo. Pero creo que fueron sus tercos brazos que rodearon mi cuerpo con tal excitación que hicieron que poco a poco fuera yo cayendo en todos esos vicios; mientras que yo le pagaba a él con una dosis completa de mi cuerpo.
Ese día, se tomó más de medio cartón. Estaba tan ebrio que incluso le empujaba y me aferraba muy bien a mi pecho para que no me tocara, porque tenía miedo de que me hiciere algo que yo no quería.
Aún entre esa nube de ebriedad, podía darse cuenta que estaba seriamente enojada con él. Así que por un rato, se negó a brindar con el festejado y a hablarme.
Casi una hora después, cuando ya me estaba aburriendo como una ostra, le dije a B que nos fuéramos a su casa. Inmediatamente ella accedió y me ordenó que le esperara unos minutos, ya que tenía que encontrar sus llaves entre una bola malhecha de abrigos.
Le dije que nos viéramos a la salida, porque tenía que pasar al baño. Así que me encerré por unos instantes entre un montón de papeles arrugados, condones usados y agua tirada por todo el suelo.
Cuando salí, desafortunadamente me encontré a C, quien a pesar de su aún estado de ebriedad, me sonrió ya más conciente.
Princesa. Me decía mientras tomaba mi mano. ¿Podemos hablar?
Me miró a los ojos y, para mi sorpresa, no se tambaleó como antes. Entonces, accedí. Sabía lo que significaba; ir al piso de arriba, platicar un rato, besarnos y luego bajar.
Según yo.
Me condujo por una fila de ebrios hasta las escaleras, para llegar a la planta superior, en donde no había absolutamente nadie. Cerró la puerta de su habitación y abrió las enormes cortinas para que dejara entrar un poco de luz.
Me sentó al borde de su cama para pedirme disculpas por todo lo que quizá me había dicho cuando no estaba completamente en sus sentidos. Me abrazó sin que yo le devolviera el abrazo, y al notar todavía mi tensión, tomó mi rostro entre sus manos y me besó con tal pasión que pude olvidar claramente su sabor a cigarros y alcohol.
Pronto yo terminé tendida en su cama con mi blusa en los suelos, y su boca besándome el abdomen para subir a mi corazón y casi extraerlo con sus labios, mientras sus manos contorneaban mi figura y aprisionar mis manos sobre mi cabeza.
¿Hasta dónde quieres llegar hoy? Me preguntó casi en susurro.
Hasta que me hagas tuya. Le respondí con una sonrisa.
Sin tiempo que perder, desbarató el cierre de mis jeans, y me los quitó por completo. Me bendó los ojos y me pidió que esperara.
¿Te puedo tomar una foto? Preguntó entre leves risas. Lo pude notar.
Sí. Contesté entre risas y 'posé' un poco para él.
Unos minutos después, pude sentir claramente sus labios rozando mi pierna derecha, recorriéndola con tal velocidad que ni siquiera tuve tiempo de sentir escalofríos. Cuando se encontró con mi muslo, mordió mi ropa interior, para bajarla casi por completo, ignorándola para seguir con mi estómago.
Antes de que pudiera decir algo, ya sentía cómo sus manos se reunían con las mías, para seguir teniéndolas prisioneras y que no pudieran intervenir. Mientras tanto, sentía claro cómo su pene quería exasperadamente penetrarme, cómo insistente y rígido poco a poco se introducía a mí; cómo un leve movimiento de cadera hacía un roce tan simple, algo tan delicioso.
Pronto el movimiento se intensificó al grado que yo casi podía sentir un orgasmo viniendo a mi. Entonces, escuché un leve jadeo de su parte; lo que me desanimó por el probable término del momento; pero en lugar de ello, intensificó aún más sus movimientos. Frenéticos, desesperados, tercos.. ¡El éxtasis total!
Aunque yo quería que esperara un segundo; pues apenas era algo nueva y no sabía si ese cosquilloe me gustaba o me dolía, no me dejaba zafarme de esa cárcel sexual que entretenía a mi vagina con sus dedos jugueteando y su boca diciéndome que me deseaba.
Entre jadeos yo pronunciaba su nombre, lo pronunciaba cada vez más entre cortado, hasta que, sin previo aviso, no pude pronunciarlo más. Mis ojos se abrieron lo más quepudieron, y cuando sentí su hombro desnudo próximo a mi boca, no dudé en morderlo lo más fuerte que pude, mientras él entre risas aún seguía jugando con sus dedos en mi vagina. No descansó hasta que dejara de morderle y que suplicara por un receso.
Finalmente, me quité la venda y lo ví a media luz; con nada más que unos boxers rojos.
Sangraste. Me avisó.
¿Eh? o sentí dolor alguno.
Sí, sangraste... bueno... ya me limpié. Me dijo sonrojado.
Pero, pensé que...
La primera vez no te penetré. Sólo fue froating. No penetré. Tal vez por eso te dolió tanto. Creí que gritarías.
Mientras debatiendo sobre mi virginidad bajábamos a la planta baja; B se congelaba en el pórtico con sus llaves en mano.
Rodeé la cintura de C con mis brazos y lo apretujé fuerte. Le agradecí mínimo tres veces antes de verle a la cara y unir mis labios a los suyos antes de darle la espalda y correr con B.
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Jaja, bueno... más o menos. No fue tan erótico, pero así fue como pasó.