En respuesta a raiza_6347020
Me imagino
Muy enamorada, confiada en él, tan feliz, tan ilusionada y, de pronto un día me es infiel... Sólo puedo decir que dolor tan profundo. Todo mi mundo se viene abajo. No es enfado, no es orgullo, es dolor del más puro.
Y entonces él te explica como ha sido, y tu quieres entender pero ay! ese puñal en el corazón.
Perdonas, lo haces porque no quieres perderlo, porque lo amas, porque si queda una pequeñísima esperanza de creele te agarras a eso como a un clavo ardiendo.
Pero no olvidas, cada retraso, cada extraña excusa, trae a tí el temor. Se ha perdido algo grande, la confianza, ya no confías en él, se ha roto el mágico mundo en el que vivías. Y él no parece darse cuenta de nada, necesitas que te ayude a volver a confiar y mientras él se dedica a crear más dudas, más interrogantes... quizá es que definitivamente no fué algo aislado, quizá sea cierto que te sigue siendo infiel.
Al final, se rompe la relación y tu por un tiempo te sientes culpable porque piensas que lo has agobiado, que has sido posesiva y todo por no sonrerir cuando te contesta "a una cosa" cuando le preguntas dónde va, porque maldita la gracia que te hace.
Imagino que me rompería si fuese infiel.
Estoy de acuerdo
sea como sea, lo que tengo por cierto es que la relación queda algo mancillada hasta en el mejor de los casos. Más que desconfianza es que aunque perdones, eso ha sido motivo para que empiezas a tomarte la relación con más desgana, con más escepticismo, y te vas quemando, te vas quemando. Cuesta reempezar, depende de la mentalidad de cada uno. Sólo cabe pensar que el otro es humano como tú, y pensar si estás dispuesto a continuar con esa carga o no, si lo toleras o no y poner sobre la mesa cuáles seran a partir de ese momento las reglas de juego.
Yo lo hice, no se respetaron en los siguientes meses las reglas de juego, y terminé la relación.
Ya ves. Otro día cuento más. Un saludo