Critica de música |matias uribe. ( universo amaral )
Amaral. Pabellón Principe Felipe. Zaragoza.
Viernes, 10 junio. Nueve mil personas. Lleno.
En El universo Amaral brillan sobremanera las voces, las canciones y las guitarras.
Juan Aguirre las desenfunda como el arquero de su carcaj. Apunta, dispara y diana.
Cada canción, su guitarra, su afinación, su clima. El recital rebosa así matices a raudales. Es el Peter Buck nacional. A su lado, una banda que no sólo apoya sino que teje paño musical hasta casi no acordarse de los discos.
En el universo Amaral habitan canciones pop-folk magistrales, en un fantastico equilibrio entre comercialidad y calidad. Su repertorio conjuga sedosos pasajes melódicos con trallazos roqueros al borde incluso del punk. Entra todo su reciente disco, salvo Tarde para cambiar , y algo de atrás con sorprendentes variantes: Rosita es una delicia acústica con homenaje de juan a su maestro Mcguinn, Enamorada sale a voz y piano y Mi alma perdida , con el público balanceando brazos a ritmo de vals, pone la guinda sensible de la noche. En este universo tan luminoso se corrigen a la luz pública errores de estudio y Esta madrugada surge cambiada por completo, en acústico. Y hasta juan, en un guiño pinkfloydiano de guitarra, se adentra vocalmente en tardes . No es Tom jones ni parece frustarse por ello. Y a Estrella de mar se la despoja de su hábito house para vestirla de rock implacable. En el pop no valen las ecuaciones inmutables. En ese universo amaraliano habita también un público variopinto, ¡ desde niños a abuelitas! ( sí, las había, y bailando y coreando ), un público entregado que karaokea, aplaude, siente, vive y palpita con lo que le viene del escenario.
Y ello, al margen de algunas ubicaciones erróneas de canciones, de una segmentación climática más clara, de una administración mejor de las pausas y de los engarces entre finales y principios de piezas. Cuestión de crecimiento. Y, claro, en el universo Amaral brilla una estrella máxima: esta Eva impresionante, esta fuerza de la naturaleza que no puede explicarse con las leyes de la física sino con las de lo sobrenatural. Sus mismos compañeros se asombran cada noche ante su pirotecnia vocal. Tendrán que pasar muchos años para que en el pop español vuelva a asombrar una voz como la suya.
Antes, nunca la hubo. Y toca la armónica y baila, salta y se zarandea como una punk-rocker escapada del CBGB. Un caso insólito de licantropía entre la vida cotidiana y el escenario. El viernes por la noche, nueve mil personas gritaron, como dice su canción, que querían sentir el universo amaraliano sobre ellas y sucumbieron aplastadas de emoción y vida.
