Quiero contar una historia que voya a intentar resumir. Ahora tengo ya 75 años de edad y leo mucho este foro porque me gusta lo que aquí se escribe y me doy cuenta de lo poco que el mundo ha cambiado. Ahora las cosas son bien distintas a como las viví en mi época, sin embargo, la historia es la misma.
Yo fui una niña durante la guerra y una adolescente en la posguerra, me casé con un hombre al que nunca quise, presionada en parte por mi familia y en parte por que era muy joven, mi esposo era un buen hombre, nunca tuvimos hijos aunque eso nunca me importó demasiado, mi esposo era costructor y solia pasar poco tiempo en casa, yo trabajaba cocinando en un colegio de niñas. Yo creía que amaba a mi esposo, eso tengo que jurarlo, creía que el amor era eso, aceptar que tienes a alguien que te quiere, que tus padres opinan que es lo mejor para ti, que es un buen partido, que con el tiempo lo querría, (os juro que eso era lo que mi madre me decía) hasta que conocí a Eduardo. Él era medico, vino un día a casa que mi madre estaba enferma, yo pensé que se había hecho la primavera la aquella primera vez que le vi.Eduardo estaba casado y tenía un hijo pequeño, y era tres años mayor que yo.
Eduardo empezo a coincidir conmigo como de casualidad en todas partes, viviamos en el norte de España, una ciudad no muy grande donde era facil ser objeto de chismorreos y habladurias, sin embargo nunca le evité, aunque si quise ser discreta porque ambos estábamos casados y sin embargo yo sentía que si no tenía a aquel hombre me moriría, no voy a extenderme con el relato pero decir que nosotros viajábamos a Francia para encontrarnos casi cada semana, cruzábamos la frontera por separado y nos reuníamos casi siempre en el mismo lugar, y puedo decir que jamás nadie me amó como a él, ni nadie quiso a un hombre nunca más que yo he podido amarle. Y digo esto porque catorce años estuvimos escondidos aquí no existía el divorcio y lo único que podías hacer era o esperar a enviudar o huir.
Nuestra historia oculta duro dieciocho años años, dieciocho años viéndonos a escondidas. Su esposa lo sabía, y mi esposo probablemente también. Pero jamás me dijo nada.
Mi esposo murió de un derrame cerebral en 1970, el abandonó a su mujer el año siguiente y nos fuimos a vivir a Madrid, nunca nos casamos porque no existía el divorcio, sus esposa aún vive y nunca quiso divorciarse, pero a nosotros nunca nos importó no casarnos. Hemos vivido felices una vida. Hemos vivido juntos más de 50 años.
Quiero contar esto porque Eduardo murió hace 4 años, y aunque jamás he sentido un dolor más grande lo último que me dijo fue que dieciocho años son muchos para cualquier persona, qué madera hay que tener para llevarlo
Los dos fuimos infieles, y creo que en nuestra infidelidad estuvo nuestra felicidad. Cuando el amor es de verdad se sabe, se intuye, se siente. Y nosotros a pesar de todo lo sentíamos, el uno del otro. Por eso tal vez nunca nos rendimos. Es cierto que dieciocho años son muchos. Pero valió la pena, y valió la pena porque nunca dudamos.
Besos a todos, y perdón por este rollo de una viejita, pero quería contarlo.