Mi destino en los últimos años ha estado marcado por DOS CHICAS (exceptuando una que fue el gran amor de mi vida hace ya tiempo y no he vuelto a ver). A ambas le he gustado, ambas me han gustado, con ninguna he mantenido una relación sentimental todavía. En épocas han desaparecido de mi vida y he creído que ya formaban parte del pasado. Ambas siempre han reaparecido. Ambas me han hecho llegar a la conclusión de que quien decide es el destino o la mujer nunca el hombre.
A ambas las he rechazado en algún momento . Ambas me han rechazado a mi en algún momento.
Una es dulce y fría , con ella siempre he coqueteado pero nunca hemos sido verdaderos amigos. La otra es amiga del alma aunque la sombra de que pase algo más siempre ha existido.
La primera es alta, morena y guapa. Elegante y majestuosa, tímida y señorial. Si embargo su frialdad es una barrera a veces insalvable, si bien creo que en el fondo existe un calor humano que sólo a veces permite detectar. En distintos momentos hemos tonteado y tal vez sea la mujer que definitivamente me guste.
Me recuerda la niña de uniforme de colegio, la playa y el sol, los partidos de tenis y baloncesto, las confidencias adolescentes, la feminidad incontestable, las canciones románticas, las tardes doradas de mi adolescencia, el arte de ser mujer, la sonrisa tímida, el sabor salado del mar, la angustia de la indecisión, el miedo, el TODO O NADA ...
Comprendo que sería la mujer de mi vida si pudiera acceder a su calor, que adivino pero no siento.
La otra es un volcán , una tormenta. Morena guapa y más bien alta. No sabe lo que quiere, sin embargo tiene todo el calor ardiente que aparentemente le falta a la otra, quema, es la mujer perfecta excepto porque le falta lo más importante, la estabilidad. Sin embargo es mi amiga, hablo con ella casi a diario, por correo electrónico, por móvil, tomamos algo al menos 2 veces por semana.
Es cálida, impetuosa, se equivoca, mete la pata, las demás chicas la critican, su mirada es una brasa, su dulzura es extrema, devora la vida, se la fuma y se la bebe, sin saber muy bien donde va. Pero a menudo me conmueve su fragilidad, su tremenda feminidad, y comprendo que ella era la mujer de mi vida pero en su molde alguien olvidó poner lo más importante: la serenidad.
Ella siempre persigue lo que no tiene, incapaz de parar sigue en movimiento para no caerse, mientras otras pasan la crisis de los 30 y se casan etc ella sigue inmersa en los problemas de los 15 años.
Me recuerda el humo de los pubs, las copas, los cigarrillos, la resaca, los cafés de tarde, la aceleración, los sms continuos e inesperados, el mar azul, el capricho, la contradicción, pero a veces quiero que hable para oir su voz musical trenzada de dulzura y recuerdos, sólo para eso.
AMBAS me han hecho maravillar del atractivo inmenso, poderoso, magnético, indescifrable, brutal que una mujer encierra, ambas me han hecho daño, a ambas posiblemente se lo he hecho. De ambas tal vez algún día podría enamorarme.
Y podría hablar de una tercera, castaña más bien alta...que es la mejor persona de las tres, la más guapa de las tres, la más noble, la más deseable sexualmente....me recuerda interminables cafés, bromas, copas.... y...sin embargo no encierra ese maravilloso misterio que la mujer siempre ha tenido para mi, ese gozoso sufrimiento, que mi razón nunca entendió....acaso es más lineal...no lo sé