Hace poco que estoy en este foro y nunca había sentido la necesidad de escribir hasta ahora. Lo que os quiero contar es lo que me ocurrió ayer con mi prima Sandra.
Ella es una chica que esta super buena, rubia y con la piel morenita, con unas caderas impresionantes y unas tetas hermosas. Siempre que iba a casa de mi abuela a comer cuando era pequeño, ella también estaba. Sandra es un año mayor que yo y por eso ella siempre me ha "utilizado". Siempre, de pequeños, nos metíamos en el baño y ella me decía: "Te voy a enseñar algo". Entonces, se masturbaba delante de mí. Yo disfrutaba mucho de ello y siempre me ponía erecto, y a ella le divertía mucho.
Total, que ayer fuí a comer a casa de mi abuela y como no, San estaba allí. Había crecido bastante y me parecía más explosiva que nunca, sobretodo por aquella minifalda y aquel escote que llevaba. Solo verla me entraron ganas de cojerla allí mismo. Me dió dos besos muy provocativos para saludarme y al sentarnos a comer, se sentó junto a mí. Ella ponía su mano en mi pierna y la acariciaba, cada vez subiendo un poquito más. Me volvía loco. Noté como sus dedos tocaron juguetonamente mi entrepierna, haciendo que se me pusiera dura. Nadie en la mesa se daba cuenta, así que ella no paraba.
Acabamos de comer y nos sentamos en el sofá mientras mis primos pequeños jugaban por allí y mi mamá hablaba con mi tía, la madre de San. Mi prima se sentó muy cerca de mi y entreabrió sus piernas para provocarme. Entonces se me ocurrió algo. Pensé que ella no iba a ser siempre la que se masturbase y decidí hacerle un favor. Bajé mi mano por su espalda y la metí debajo de su espalda. Ella me miró sorprendida, nunca había tomado yo la iniciativa. Recorrí con mis dedos su diminuto tanga hasta llegar a su vagina y ella suspiró. Empecé a acariciársela, arriba y hacia abajo, mientras ella apretaba sus piernas por el placer. Cogió una manta que estaba allí y se tapó para que mis primos no la vieran. Con mis dedos, separé el tanga de su delicada piel y empecé a acariciarle los labios. Ella suspiraba y gemía silenciosamente. Introduje mis dedos en su mojada vagina y le acaricié el clítoris. Ella empezó a moverse y yo disfrutaba mucho con ello. Movía mis dedos a una velocidad acelerada dentro se ella y San gemía. Se acercó a mi oído y me susurró entre suspiros: con una sonrisa pícara Vamos al baño.
Nos levantamos mientras ella se ponía bien el tanga y entramos al baño. Allí ella me empezó a besar, excitada. Introduje mis manos de nuevo bajo su falda, acariciándole la vagina. Ella me besaba el cuello y metía sus manos en mi pantalón, acariciándome el pene. Me desabrochó el pantalón y bajó seductoramente hacia mi entrepierna y se lo metió entero en la boca. Puse el pestillo de la puerta. San lamía mi pene mientras masajeaba mis huevos con sus delicadas manos. Me fié que tenía un piercing en la lengua. Oh, dios. Noté como me venía y la avisé. Ella me abrazó con sus piernas y se la metió lentamente en su vagina. Nos sentamos en el vater, ella encima de mí. Empezó a moverse deliciosamente mientras yo le mamaba las tetas, dándole pequeños mordisquitos en los pezones. Ella se acercó a mi oído me susurró seductoramente: me corro. Ambos nos corrimos a la vez de una forma deliciosa. Salió de encima mío y se tumbó en el suelo. Lo volvimos a hacer pero de una forma más salvaje y después por detrás, fue delicioso.
La semana que viene vuelvo a casa de mi abuela. No sabéis las ganas que tengo.