Hola
Es todo muy complicado. Cuando estoy dentro de una de estas lavadoras que dices tu veo las cosas más claras de lo que yo misma quiero admitir, no se si a los demás les pasará lo mismo, pero me estoy dando perfecta cuenta de los errores que estoy cometiendo pero no se por qué, no quiero admitirlo y encararlo como hay que hacerlo. Es como si me quisiera engañar a mi misma, pensando en que las cosas, al final, van a resultar como a mi me gustaría que salieran. Al final, sin embargo, acabo dándome de morros contra la pared y no me queda más remedio que asumirlo y coger al toro por los cuernos. Después ya con la cabeza más fría, me creo que he aprendido que nunca más me va a volver a pasar, que para otra vez no volveré a meterme dentro de esa centrifugadora, pero, cuando llega el momento voy derecha otra vez a ella. Ahora estoy en un momento en el que acabo de salir de una espiral, me creo más fuerte, más segura de mi misma y pienso que para otra no volveré a caer en los mismos errores, pero, amiga, no se yo, al final, me acabará pasando que me meteré en otra pasión que no me conviene y, de nuevo, habrá algo que me esté avisando y no quiera escucharlo y quiera empecinarme en lo imposible, pensando en que, tal vez, haya una esperanza. Espero que, poco a poco, vaya siendo más madura y aprenda a apartar lo dañino de mi vida y buscarme lo bueno. En fin, lo bueno de todo esto es que, al final, siempre acabo poniendo un poco de razón y, afortudamente, acabo cogiendo el camino correcto, creo que los instintos, el instinto de conservación que todos tenemos es muy fuerte y me hace recapacitar y asumir una realidad de la que, al principio, me suelo escapar pero que, finalmente, acaba por imponerse.
Un besote.