Os contaré mi caso.
LLevo casada más de 10 años, al principio todo era maravilloso, pero con el paso del tiempo, la vida se hace aburrida y monótona, hace unos años, empecé a entrar por este foro y conocí a un hombre casado como yo y pasando una crisis matrimonial, creo que le idealicé, pensé que era estupendo y especial. Él vivía muy lejos, hablábamos por messenger y por teléfono, nos habíamos visto por cam y había mucha atracción.
Después de varios meses pudimos conocernos en persona y en uno de esos encuentros acabamos haciendo el amor, para entonces yo me creí enamorada de él y pensé que el sentimiento era mútuo.
Ese encuentro dejó mucho que desear, resultó ser todo un fiasco, sin paliativos, no voy a entrar en detalles.
Nos hemos visto algunas veces más y yo seguía creyéndome enamorada. Hace unos meses descubrí por casualidad que este "tipo" busca por la red encuentros esporádicos en todas las páginas que encuentra, no sé si habrá llegado a tenerlos con otras chicas y lo que he llegado a significar para él. Tiene varias cuentas de correo y millones de nicks por este foro. No me he atrevido a decirle nada, lo único que he hecho ha sido alejarme paulativamente, ahora recibo un correo suyo de vez en cuándo interesandose por cómo estoy y contándome lo mal que le va en su vida y en su matrimonio.
No dejo de pensar en que he podido destrozar mi vida, perder a mi marido, a mis hijos, por un mentiroso que no se merecía ni un segundo de mi tiempo.
Me siento culpable, tengo un marido estupendo, trabajador, buen padre, no es perfecto pero yo tampoco lo soy, al contrario, soy una persona sin escrúpulos, no tengo excusa posible, me siento fatal y a veces tengo ganas de contarselo y recibir mi merecido, que posiblemente sea un divorcio inminente, en el fondo, soy una cobarde, tengo miedo por mis hijos, sé que mi marido los adora y los niños a él y si hay una separación serían los mayores perjudicados.
Ahora, tengo que vivir con mi culpa, me lo merezco, por haberme creído todas las mentiras que me contaba un impresentable.
He aprendido a valorar lo que poseo y a no dejar que me conquiste alguien que me regala los oídos y me cuenta cosas que sabe me gusta escuchar.
Escribo esta charla por si lo lee alguien que esté pensando en cometer una tontería como la que cometí yo, lo piense dos veces y no arriesgue su bienestar familiar por una persona que posiblemente no merezca la pena.
Saludos.