Tiene ojos negros y profundos, como un pozo de aguas frescas y prohibidas, labios exquisitos, sensuales y cuando se ríe con esos dientes blanquísimos... se me hace un nudo en la garganta.
Tiene la piel color de noche, músculos de atleta rebosantes de vigor juvenil, una voz vibrante y arrebatadora, una voz que en una misma frase puede fluir hacia una rabia desconsolada o una dulzura aterradora.
Asiduo de la última fila, con un historial de peleas, agresiones, expulsiones y destrozo de material escolar, nada más que pongo un pie en clase me lo encuentro en la primera fila, mirándome, seduciéndome con esa mirada recóndita e indomable. Es presuntuoso, ligón y descarado. Dos veces me propuso salir a tomar una copa con él y las dos le respondí que no, categóricamente no, pero me vuelve loca.
Tiene 17 años, yo 32.
Soy atractiva, lo sé, convivo con mi pareja desde hace 6 años pero de toda la vida estoy acostumbrada a que me tiren los tejos, en la calle, en el supermercado, en la consulta del dentista, otros docentes... hace 2 o 3 años que retiré las minifaldas de mi repertorio para no dar que hablar ni motivos para que me den la lata pero desde que apareció en mi vida he vuelto a vestir sexy, a hacerme ver a cuidar mi imagen como una loca.
Sueño con estremecerme entre sus brazos, con sentir su piel oscura, sus labios ardientes, sus dedos larguísimos y delicados entre mi pelo... tengo detrás a todos los tíos que me da la gana y me vuelve loca un macarrilla de tres al cuarto.
Tengo miedo de meter la pata, de dejarme llevar. El año que viene ya no estaré con él pero hasta entonces... qué largo se me hará! y qué corto!
Un saludo y gracias por leerme