LAGRIMAS QUE ROMPEN EL SILENCIO
Ya es de noche y todos duermen. Las luces están apagadas y tu familia descansa, todos menos tu. Aunque
estás acostada y tus pupilas brillan, aquellas lágrimas impertinentes que no llamas rompen el silencio
cuando una a una caen sobre la almohada.
No sabes que te sucede o quizás lo sabes demasiado bien. Sientes que a estas alturas de tu vida te
mereces un poco de respeto, de atención y de agradecimiento, no se trata de regaloneos de media tarde,
ni de besos de saludo, ni ese abrazo condicionado mientras duermes o al menos lo intentas. Es el sistema
y lo sabes, aquella gran máquina que te está despojando de todo lo que solías llamar hogar, ese espacio
físico sin serlo del que tanto te vanagloriabas. Se desbarrancó el amor, te repites, no sabes si
levantarte o salir corriendo, tus lágrimas te aprisionan cada vez más el alma y es imposible contenerlas.
Con cariño,
Vero.
Te levantas y sigilosamente abres la puerta y te sientas en el umbral, aquel océano estrellado de
recuerdos va y viene, dejando huellas imperturbables que poco a poco te llenan aún más de nostalgia.
La época de amistad y complicidad con el hombre que vives está tan lejana que casi parece extraída de
un libro de cuentos, será mi culpa, será culpa de él. Como averiguar un sentimiento tan absurdo,
contradictorio, un no saber si quedarse o huir para siempre.
Probablemente muchas mujeres se habrán sentido como tu alguna vez, anestesiando para siempre ese
lugar que duele, pero tu no puedes, vivir es sentir y no puedes ir contra tu propia naturaleza de
expresarte, de llorar, de navegar por tus sentimientos encontrados, es una paradoja, una trampa, una
prueba.
Te quedas así mucho rato, muda contigo misma, buscando preguntas sin respuesta, evocando momentos de
felicidad que algún día agasajaron tu pecho y lo llenaron de orgullo. Eres madre, debes recordarlo, te
sientes sola, sin apoyo, pero también tu parte conciente te recuerda que el hombre que amas ha sido
succionado y apartado de ti, injustamente, por el mundo metalizado en el que ahora te encuentras.
Sigues intentando detener las vertientes de tus ojos, imaginando que un príncipe llegará en su corcel y te
llevará lejos, donde solo puedan contemplarse y amarse sin fronteras, en donde la competencia solo
consista en quien ama más. Pero es un sueño, una idea loca, por ahora debes intentar sobreponerte y
dignamente seguir aquella trayectoria que todos esperan de ti.
Una y otra vez te repites a ti misma que la vida no puede ser así de ingrata, debe salir el sol en alguna
esquina de tu solitario universo. Estás cansada de tus propios movimientos mecánicos, quieres que te
acaricien el pelo, que te besen toda como si fueses la mujer mas hermosa y amada de este mundo,
necesitas sentirte eso simplemente, una mujer.
De pronto te sientes injusta, amas a ese hombre que ronca agotado en su lado de la cama y del que ahora
solo reconoces su espalda, quieres abrazarlo, pero tu orgullo y tu rabia te lo impiden. Está en su
momento productivo, debe trabajar hasta quedar exhausto, las cuentas, las deudas, todo aquello que
absurdamente nos complica la vida que sería tanto más simple sin tanto compromiso necesariamente
adquirido.
Estás en la duda de acostarte, siempre has sido consecuente y no duermes a su lado si te sientes
desamparada, esperando ese abrazo que no llega, esa boca que tantas palabras hermosas te ha dicho
alguna vez, que tantos besos te ha regalado, que ahora solo sobrevive para seguir en la maldita lucha del
mundo laboral.
Quieres revelarte pero temes, no sabes como reaccionaría, probablemente te encontraría injusta y
malagradecida, tienes todo, es cierto que lo tienes, pero no tienes lo que mas anhelas cada día, no lo
tienes a él.
Vuelves, te acuestas, suspiras otra vez, intentando de algún modo ser otra mujer en serie que solo se
duerme con el sabor de la resignación, eso es traicionarte y lo sabes, es tarde y tienes sueño, su mano
roza la tuya. Aún vibras cuando te toca, si, de verdad lo amas con todo tu ser como en un principio y te
acuerdas de aquella canción que dice "lo más terrible se aprende en seguida y lo hermoso nos cuesta la
vida".
Tomas su mano y la besas, el duerme plácido, seguramente no sabe que le besas cada dedo, implorando
que vuelva a ti.
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