Realmente ser la segunda no fue algo que haya planeado, nunca pensé que llegaría a enamorarme así de ti, a ilusionarme, a poner mis sueños y aspiraciones alrededor de ti Pero lo hice y así aprendí a ser la amante.
Cuando empezamos nuestra relación, yo sabía muy bien dónde estaba parada, siempre supe que eras casado y que repartirías tu tiempo entre ella, tu trabajo y yo; no me importó porque me dedicabas el tiempo suficiente, justo el que yo necesitaba, además podría verte en el trabajo y eso le daba un plus extra. Rápidamente me enamoré de ti, de la forma en que me hablabas y me tratabas, incluso me contabas sobre tu familia, tus hermosos hijos y tu esposa.
Me pediste que no me comparara con ella y me dejaste muy claro que era ella la que estaba al principio de tus prioridades, además me pediste en múltiples ocasiones que tuviera cuidado con mis sentimientos hacia ti, que tú no podías corresponderlos y que de hecho ni siquiera sentías de la misma manera que yo, tú me querías, pero solo de una forma física; nunca pondrías tus sentimientos en mí Me lo advertiste y yo tuve que aprender a vivir con eso Aprender a ser tu amante.
Desde un principio me dijiste cuáles serían los horarios en los que podría llamarte o mensajearte, nunca cuando estuvieras en casa, sólo cuando estuvieras en tu trabajo o tu esposa en el de ella; no fue difícil memorizarlos, en resumen podría llamarte todas las noches, pero aunque tuviera tu permiso, eso no significaba que tú fueras a contestar; en ocasiones pasaban días antes de que tú te dignaras a responder un mensaje, incluso pasaban semanas antes de que pudieras siquiera llamarme No me importó, así me enseñabas a ser tu amante.
De las fechas importantes ni hablar, todas serían para tu familia, nunca me lo dijiste, pero yo lo aprendí con el tiempo; con los años entendí que ni san Valentín, ni Navidad, ni año nuevo serían para mí Serían para tu maravillosa familia y de hecho ni siquiera mi cumpleaños lo pasarías conmigo, ese día sería para tu hijo, que para mí desgracia cumplía años el mismo día que yo Esos días triste y sola también me enseñaron a ser tu amante.
Aquellos difíciles días en que necesitara un fuerte abrazo, tampoco serían para mí; ese día en el que me enfermé, pasé una semana entera en cama sintiendo que moría y quise llamarte sin obtener respuesta, eso me lo confirmó; al igual que aquel horrible día en el que choqué mi auto y quise llamarte en busca de ayuda y no respondiste; o aquel día en el que discutí con mi familia y llamé para pedirte que salieras conmigo, que me distrajeras Pero sólo dijiste: Hoy no puedo. Todos esos difíciles días de sufrimiento me enseñaron a ser tu amante.
Pero nunca aprendí bien; no aprendí a no llamar por las mañanas, no aprendí a no llamar en las fechas importantes, o cuando estuviera enferma o triste No aprendí que pase lo que pase, sólo estarás para mí cuando tú quieras estar, porque después de todo: SÓLO SOY LA AMANTE.