Despierto y me doy cuenta en ese instante que no quiero estar sin vos. Estás lejos, es cierto, pero me resisto a pasar otro día separados. Por eso, cierro los ojos y te traigo conmigo. Recuerdo tu sonrisa al reencontrarnos y el brillo de tus ojos que confirman que el amor sigue ahi como siempre, intacto. Nos tomamos de la mano y esa tibieza me envuelve. Hablamos de todo, sobre todo yo.. ¡Tenemos tantas cosas para decirnos! De pronto descubro esa mirada que me dice que no podemos y no debemos perder tiempo, estamos juntos y las horas pasan... Vamos al lugar de siempre y cuando la puerta se cierra entramos en nuestro mundo privado y perfecto. Nos besamos suavemente, acariciás mi pelo con dulzura y tus manos me acarician por sobre la ropa, necesitamos sentirnos... Nos quitamos la ropa despacito y tus labios besan cada pedacito de mi piel, te detenés a rozar con tus dedos el encaje de mi ropa interior, recorrés mi desnudez con tu mirada como si fuese la primera vez mientras mi cuerpo se prepara para tenerte, me decís al óído cosas que solo vos y yo entendemos y tu voz tiene un tono especial que me estremece. Ahora estás dentro mío y tu lengua recorre mi cuello, mis pechos, mi boca penetrándola tambien. Estamos temblando y siento tu corazón latir muy fuerte sobre mi pecho y tu sudor mezclarse con el mío. No puedo contener mis gemidos y al escucharlos te excitás aún más, parece que me traspasaras, y me aferro a tu espalda mientras acabás en mi... Nos recostamos abrazados y agitados, besás mi frente y me acaricíás con ternura, ya no hay palabras, no son necesarias.
El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos y escucho tu voz dándome los buenos días y diciéndome que me extrañás. Te digo "yo no, mi amor" y sonrío, ante tu sorpresa, agrego: "yo no, mi amor, porque siempre estás conmigo.