Mirando la web ke puso Bambu7, me llamó la antención este artículo. Que cierto es la verdad jejee!!
Se dice que España es un país de envidiosos, aunque es más probable que simplemente la expresemos con más descaro. La envidia es un fenómeno universal. Debido a ella, mucha gente no logra disfrutar sus propios éxitos -grandes o pequeños- ni permitir que otros disfruten los suyos. El envidioso sufre mucho y hace sufrir a los demás. ¿Por qué? ¿Qué es la envidia?
El envidioso es un reprimido o insatisfecho que no sabe que lo es. Por ello siente amargura y rencor -conscientes o inconscientes- contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, fama, libertad, felicidad, madurez, determinadas virtudes, productos de consumo, etc.) que él también desea o tiene potencialmente, pero no se atreve a conquistar. Experimenta deseos pero, en vez de satisfacerlos, prefiere suprimir a toda persona-espejo que le recuerde su pereza-"fracaso". De ahí la necesidad del envidioso de odiar, criticar, abandonar, dañar como sea a la persona envidiada. La envidia es, en resumen, la rabia vengadora del débil, la defensa del impotente, que, en lugar de esforzarse en realizar sus deseos, decide eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típicamente narcisista, es decir, propia de los sujetos más egocéntricos, inmaduros e incapaces de comprender a los demás.
Las formas destructivas de la envidia son múltiples: odio, críticas, difamación, rechazo, agresiones, manipulación, etc. Dada su naturaleza, la envidia inconsciente forma parte también de muchos fenómenos sociales y políticos. Por ejemplo, la envidia del poder genésico y emocional de la mujer alimenta el machismo. La envidia de la fuerza y libertad del macho refuerza el feminismo. La envidia de los pobres y los resentidos estimula las revoluciones y los igualitarismos. La envidia de los codiciosos y los exhibicionistas nutre los concursos multimillonarios de televisión. La envidia de las mujeres moviliza el ingente negocio de la moda y la estética, así como la de hombres desata su feroz competitividad en todos los ámbitos. La envidia sexual es el combustibles del morbo y la prensa rosa. Las envidias sociales sostienen el motor consumista... Etcétera.
No hay que confundir la envidia con los celos. La envidia nace de los deseos e insatisfacciones del sujeto, que quiere destruir al objeto-espejo. Los celos, en cambio, nacen del miedo de perder a la persona amada, a la que se quiere conservar. No obstante, ambos sentimientos suelen mezclarse. Así, cuando alguien agrede a su pareja infiel (y/o al amante de ésta) por celos, lo más probable es que gran parte de su violencia provenga también de su envidia inconsciente, pues sus engañadores disfrutaron del amor, placer, libertad, etc., que él también desea pero no se atreve a realizar. Y se siente herido en su orgullo narcisista.
En suma, cuanto más egocéntrica, reprimida o fracasada es la gente, más envidiosa resulta. Como nuestra sociedad es precisamente tan narcisista, reprimida y frustrante, no será extraño que la envidia sea uno de nuestros pilares. ¿Y cómo se cura? Solamente concienciando y resolviendo la propia inmadurez y las carencias emocionales. La persona feliz no envidia a nadie.
JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta y Escritor