El mejor placer
Lo más placentero es sentir el placer de quien te acompaña en el ejercicio de la sexualidad. En mi caso, el sentir el gozo de quien se ocupa de mi sexo es inseparable de la intensidad de mi placer. Ver cómo mi acompañante juega con mi verga y mis testículos, como los trata con alternada violencia y ternura, lujuria y dulzura, es impagable. En ese juego y rejuego, la lengua ocupa un papel fundamental. Es muy importante el acto de lamer desde los testículos hasta el glande, pero también la succión es una fuente de enorme placer. Y cuando succión y lengua se conjuntan, no puedo decirte lo sabroso que es. Es fantástico cuando mi pareja traba mi glande contra su paladar y lo oprime con la parte de su lengua más cercana a la garganta, y entonces comienza a mover la lengua hacia adelante y hacia atrás. Y, bueno, la gloria es completa cuando completa el ejercicio mordiendo el tallo de la verga con firmeza sin dejar de mover la lengua.