Escucha, impresa
Cuando salga de la oficina, que te mande un mensaje al móvil con este texto: "Vete lavando la bisectriz, que voy p'allá como un Victorino". Ahí ya empiezas tú a ponerte caliente. Te lavas, te perfumas, te pones unas bragas no muy caras y algo por encima. Cuando llegue, empalmado a tope, que te rompa las bragas con violencia, de manera que sólo con eso ya te corras una vez, pensando en lo que se te viene encima. Que te folle a lo bestia, por detrás, sin contemplaciones ni preámbulos, y cuando se vaya a correr, que la saque y te practique sexo ora hasta que llores de placer. A continuación, otra penetración, ya la definitiva, que te deje follada como mereces con una eyaculación de película. Así, todos los días, contigo y sólo contigo. No sólo en casa: lo mejor es un baño de señoras o un probador.