NUNCA DIGAS NUNCA
Como cada tarde desde hacía ya varios meses, me encontraba frente a mi ordenador esperando a que él se conectara, tan ansiosa como excitada
Trabajamos en una empresa on-line con sede en varias ciudades, y eso había hecho que dos completos desconocidos, que vivían cada uno en una punta de la península, hubieran empezado a chatear. Al principio cosas de trabajo claro, pero fuimos cogiendo confianza y no pasó mucho tiempo hasta que nuestras conversaciones se volvieron cada vez más personales. Yo le contaba la situación con mi marido, con el que no practicaba el sexo desde hacía meses, y cómo desearía estar con un hombre que sí que supiera satisfacerme. Él me hablaba de sus aventuras, o más bien de la ausencia de ellas, pues era de esos hombres tan exigentes que no se interesaban demasiado por ninguna mujer, ya que a todas les faltaba algo. Pronto descubrimos que teníamos algo más que el trabajo en común, la constante excitación con la que vivíamos. Esto hizo que las conversaciones fueran cada vez más picantes, entrando en temas como fantasías, experiencias, e incluso bromeábamos con lo que pasaría si nos encontrábamos, aunque siempre le acabábamos quitando hierro al asunto, sabiendo que era algo que no pasaría nunca.
¡¡BIP!!
Mi cuerpo se tensó.
- Hola nena, ¿qué tal va el día?
- Bien Sin mucha novedad, ¿y el tuyo?
- Bueno, no te asustes, ¿vale? Tengo algo que contarte, pero no estás obligada a acceder, ok?
- Ok
- Estoy en tu ciudad. Me han enviado del trabajo para compartir métodos con las oficinas de aquí, estrechar lazos, ya sabes No quise decirte nada antes porque sabía que si te daba mucho tiempo para pensarlo, acabarías diciéndome que no y haciendo lo correcto. Pero necesito verte. Llevas en mis fantasías meses y necesito tenerte, aunque solo sea por una noche. Te mandaré un mensaje con la info del hotel donde me alojo. Me he tomado la libertad de avisar en recepción de que irías, así que te dejarán pasar. Es un hotelazo de lujo que paga la empresa, así que ven, aunque solo sea para disfrutar del jacuzzi hasta que llegue y cenar conmigo. No tiene por qué pasar nada más, si no quieres :p
Ese icono Algo tan absurdo como un emoticono se había convertido en un calambre ardiente que me bajaba desde el pecho directo hasta el clítoris cada vez que él lo enviaba Y él lo sabía.
Mentiría si dijera que tuve una lucha interna sobre qué hacer Quería que me follara.
No. Necesitaba que me follara.
Llamé a mi marido para decirle que tenía cena en casa de una de mis amigas, y que me quedaría a dormir allí para no tener que conducir a la vuelta. Apenas me prestó atención, lo que hizo que cualquier atisbo de duda se disipase.
Busqué en mi armario la lencería más sexy, y me sorprendí a mí misma viendo lo bien que se veía mi cuerpo con ella. Había olvidado cómo me sentía cuando la llevaba puesta...
El sujetador, negro de encaje, realzaba mis pechos y les daba una forma de lo más sugerente. El culotte era transparente, también de encaje negro, y no solo daba un aspecto increíble a mi culo y lo realzaba, sino que además dejaba entrever la fina línea de vello que adornaba mi pubis.
Cubrí el espectáculo en el que se había convertido mi cuerpo con una camiseta ceñida de tirantes que se abrochaba por delante, una falda corta con vuelo y unos buenos tacones.
Cuando ya estaba lista para salir de casa, me paré frente al espejo para los últimos retoques y no pude evitar llevarme la mano a la entrepierna. El calor que irradiaba era increíble. No recordaba haber estado más excitada en toda mi vida. Metí un dedo entre mis labios y un gemido se escapó de mi boca.
Veinte minutos después estaba en medio de una habitación enorme, decorada con un estilo moderno de auténtico lujo en tonos blancos y grises, que le daban un aspecto de lo más sofisticado. Aún eran las seis de la tarde, y él no llegaría hasta las siete y media. Tenía tiempo de sobra para probar el famoso jacuzzi y volver a vestirme antes de que él llegara.
Me desvestí tranquilamente y fui colocando la ropa, con cuidado de que no se arrugase, sobre una silla de la habitación. Ya desnuda, fui al baño y, como tengo por costumbre, cerré la puerta. Llené la inmensa bañera de agua y sales, que envolvieron el ambiente con aromas dulces e intensos, y despacio fui metiéndome en el agua, dejando que la espuma acariciase poco a poco mi cuerpo. Estaba excitándome muchísimo y no quería masturbarme antes de que él llegara, así que accioné el botón de hidromasaje y me relajé.
KNOCK, KNOCK, KNOCK
- ¿Estás bien? He picado fuera pero como no abrías, he pasado.
¡ ... ! Me había dormido.
- ¡Sí! ¡Sí! ¡¡Ya salgo!!
Toda la excitación que sentía hacía unas horas se había convertido en nerviosismo. Parecía una novata. Quería estar perfecta y seductora cuando él llegara y ahora tenía que vestirme a toda prisa ¡ ... ! La ropa. Me la había dejado en la habitación. Busqué desesperadamente un albornoz de esos que dan en esa clase de hoteles y de pronto recordé el juego de albornoces y toallas que estaban perfectamente doblados sobre la cama. ¿Es que nada podía irme bien? Al final encontré una toalla doblada en el armario bajo el lavabo, y me la enrollé alrededor del cuerpo.
Eso sí que era un espectáculo
Obviamente, no estaba diseñada para cubrir un cuerpo, por lo que apenas me tapaba desde los pechos a la entrepierna, dejándome la mitad del culo al descubierto. Me armé con toda la dignidad y el valor que pude, y abrí la puerta.
Apenas había visto unas pocas fotos suyas, pero lo único en lo que me fijé al salir de aquel cuarto de baño fue en esa mirada penetrante que rápidamente había pasado de la sorpresa a una lujuria absoluta. Se notaba el fuego en sus ojos. En su boca apareció una sonrisa pícara y dijo:
- Nena, pensaba fingir que podíamos cenar como amigos sin abalanzarme sobre ti, pero ya no. Voy a follarte.
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Hasta aquí la primera parte de este relato, espero que lo hayáis disfrutado y que os haya dejado la miel en los labios, porque pronto publicaré la segunda parte, en mi blog "Los relatos de Rebecca" (http://losrelatosderebecca.blogspot.c om.es/).
Esto solo acaba de empezar...