Yo empecé uno en mi adolescencia
y contaba quien me gustaba, quien no, sueños, cosas que pensaba, y bueno, lo normal a esa edad. Lo tenía guardado pero como sabía que en mi casa, entre los más mayores, sobre todo mi padre, no se respetaba eso de la intimidad de los demás ni la privacidad, puse una advertencia en la primera página que más o menos decía así: "A quien sea que lea este diario, que sepa que no es suyo, es mío y yo no le doy permiso para leerlo, y por si acaso alguien no me hace caso, le deseo que si es mujer se le caigan todos los pelos de la cabeza y de las cejas tambien, y si es hombre que se le caigan todos los dientes y se le quede la boca hacia dentro".
Nada, lo dejé unos días con la nota hasta que caí en la cuenta de que mi padre no tenía dientes, y corrí a deshacerme de él. Si mi padre lee aquello todavía estaría castigada sin salir. Nunca más inicié un diario.