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Mi historia con lady g, explicada por mister p (iv)

Última respuesta: 18 de enero de 2006 a las 12:27
D
danyal_6754684
16/1/06 a las 16:21

Pasó el fin de semana, y la primera noticia recibida en nuestro departamento a la hora de la entrada fue la de que íbamos a tener un inspección fiscal de los cinco últimos años previos al anterior, es decir, desde el séptimo hasta el tercero anterior al actual. Todo ello conllevaba en primer lugar, la búsqueda de archivos y documentación ya casi olvidada y, como responsables últimos Lady G y yo de la sección de archivos, se nos venía encima la fatigosa y paciente tarea de la búsqueda de toda esa información dispersa por todo el cuarto de los archivos.
Así que sin dejar para más adelante la faena, decidimos poner manos a la obra esa misma mañana después del desayuno. Dicho y hecho, después de tomarnos un tentempié, enfilamos camino al piso inferior, lugar donde se encontraban los archivos. La dependencia consistía en numerosas estanterías metálicas de seis pisos, el último de los cuales casi tocaba al techo. Era un cuarto bien aprovechado.
Era lógico pensar que la información que buscábamos se encontraría en los estantes superiores ya que la más reciente era costumbre dejarla en los inferiores para tenerla más a mano por ser la que más se consultaba.
Así que fuimos directamente a buscar la escalera para poder llegar a la parte más alta de las estanterías. La colocamos delante de la estantería adecuada, la cual se encontraba haciendo esquina, y por tanto sería necesario que la escalera estuviera firmemente sujeta, con lo cual decidimos quedarme yo abajo para sujetarla y ella subirse arriba. Así lo hicimos y ella comenzó a ascender hasta donde fue necesario.
Desde mi situación iba levantando la vista para controlar que ella estuviera en posición adecuada y cómoda en aquel rincón. Pero lo que no había pensado hasta ese momento fue en que mis ojos se desviarían cada vez alzaba la vista, hacia otro lugar más cercano a ellos. A escaso medio metro de ellos mi vista topaba con la zona más íntima de Lady G. La penumbra bajo su falda no permitía ver claramente esa zona, pero no dudé en iniciar una inspección táctil para hacerme una idea. Sabía que ella no se opondría.
Con el fin de que siguiera bien firme al suelo puse un pie sobre el primer peldaño de la escalera, ya que una de mis manos se había posado sobre uno de sus tobillos. Después mi otra mano fue a parar encima del otro. Sintiendo bajo la palma de mis manos el contacto de la licra que cubría sus piernas, las fui subiendo lentamente por el interior de sus piernas, de sus rodillas, de sus muslos y hasta donde ya no pude más, hasta ese callejón sin salida en donde mis manos se volvían a encontrar. Apreté con ellas fuertemente el interior de la parte más alta de sus muslos, cerciorándome de esta manera que en esta ocasión no llevaba medias puestas sino pantys. Seguí acariciando sus muslos, después sus nalgas, y una vez aquí me detuve en ellas y abriendo totalmente mis grandes manos intenté meter dentro de ellas todo lo que pude de sus glúteos para sobarlos y estrujarlos. Tal y como supuse ella no opuso la más mínima resistencia. Una vez hube jugado un poco con ellos, le acaricié con los cuatro dedos planos de una de mis manos desde su ano hasta su sexo, recorriendo toda la zona del perineo y siempre abriéndome camino con el dedo corazón, el cual era el encargado de reconocer mediante el contacto con su piel los lugares más escondidos bajo su falda, para ser estimulados y acariciados de uno u otro modo por él. Acabé, siempre por encima de sus panties, con los cuatro dedos de mi mano abierta cubriendo su sexo y con el dedo pulgar acomodado en una zona del perineo muy próxima a su ano. Es decir, tenía mi mano colocada en forma de pinza, dispuesta de tal manera que ante la mínima presión que ejerciera con ella al cerrarla, directamente su sexo y ano serían estimulados (ventajas de tener una manos largas, pensé). Y así lo hice y, a cada presión de mis dedos sobre dichas zonas, sus rodillas se doblaban y sus piernas arqueaban ligeramente, reacción inconsciente y automática para que mi mano pudiera moverse más holgadamente por ahí y su superficie de contacto para ser acariciada aumentara también.
Noté que la zona en que los pantys cubría su sexo comenzaba a estar húmeda, así que estiré mis brazos hasta la goma de los mismos para bajárselos cuidadosamente hasta los tobillos, a continuación le saqué uno de sus zapatos para poder liberar uno de sus pies totalmente de los panties y así pudieran sus piernas tener total libertad de movimiento sin la atadura de los mismos. Con su tanga ahora totalmente a la vista, lo cogí con mis dedos pulgar e índice por su parte de abajo y, sin soltarlo, fui subiendo los dedos a lo largo de él sin separarlos para que así al llegar a la parte delantera superior del mismo éste quedara convertido prácticamente en una tira de ropa, la cual introduje a lo largo de la raja de su sexo para frotárselo con ella unos instantes tirando hacia arriba y hacia abajo. Esto provocó en ella una rápida excitación, lo cual aproveché para, imitando nuevamente la pinza de un cangrejo con mi mano, colocar mi dedo corazón sobre su clítoris y mi dedo pulgar sobre la zona externa de entrada de su ano, y así comenzar a estimularla simultáneamente por ambos lugares con el movimiento de abrir y cerrar mi pinza y haciendo al mismo tiempo frotaciones con mis dedos en dichas zonas.
Puesto que estábamos solos en el cuarto, esta vez dio rienda suelta a sus gemidos y, dejándose ir por el placer simultáneo que sentía en ambas partes, dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre mi mano a la vez que se agarraba con las suyas en cada uno de los dos estantes superiores unidos en forma de L que formaba la estantería en rinconera. Sus dos piernas también se abrieron para acabar con sus pies apoyados sobre los estantes inmediatamente inferiores también en L.
Con esta, su posición, tan abierta, y manteniendo yo mis dedos en los agujeros en los que continuaba jugando, subí con mi otra mano su falda hasta la cintura quedando sus glúteos totalmente al descubierto. Entonces subí un par de peldaños para que mi cara quedara a la altura de sus glúteos y así poder mordérselos con mi boca, de manera dulce pero decidida. Varios mordiscos al tiempo que liberaba sus entradas de mis dedos y subía mis manos bajo su blusa, por su vientre camino de sus pechos para asirlos en forma de copa ya que estaban totalmente duros y sus pezones erectos. Aparté mis manos de ahí, dejé de morder sus nalgas y subí otro peldaño más para estirar más mi cuello con el fin de que, al mismo tiempo que me giraba en la escalera, no cesara de lamer de atrás hacia delante su zona más erógena, desde el ano hasta su clítoris, acabando sentado en un peldaño de forma que mi boca quedaba frente a su sexo. De esta manera mi posición era más cómoda para realizar la faena cunnilíngea. Mis manos asieron ahora fuertemente sus nalgas estrujándolas y soltándolas para que ella no perdiera su grado de excitación y, empujando desde ellas contra mí, pudiera aprisionar más mi boca contra su sexo y así mi lengua pudiera alcanzar los lugares más recónditos y profundos del mismo.
Cuando noté que debido a sus rápidos movimientos estaba a punto de llegar al orgasmo, aparté mi boca de allí, bajé la escalera y a continuación invité a Lady G a hacer lo mismo. Me siguió y, rápidamente, para evitar que bajara nuestra excitación, la llevé frente a una mesa que había para que apoyara sus manos en ella, diera dos pasos hacia atrás doblando por su cintura su cuerpo hacia delante, abriera sus piernas y así quedara con su culo en pompa ante mí. Me bajé los pantalones y el slip, me puse detrás de ella y le di un par de zurras en el lugar preciso para continuar estimulando su zona anal. Le acaricié el ano con mi verga pasándole primero todo el tallo de la misma de arriba abajo y jugando con la punta alrededor después. Dejé deslizar entonces mi miembro por debajo de su ano, acariciándole con él la entrepierna, y buscando con el glande la entrada de su sexo. Una vez tuve la punta ligeramente introducida, su mano me lo comenzó a acariciar al mismo tiempo que se acariciaba su clítoris. Jugaba con su mano, mi miembro y su clítoris a la vez, todo ello bañado en una humedad sensual mezcla de flujos que ayudaba a que el placer de las caricias masturbadoras fuera sensacional. Retiré mi miembro de su zona vaginal para comenzarle a acariciarle con él su zona más interna y erógena de sus muslos, a continuación sus glúteos dándole golpes con él, y comenzar a continuación a estimularle con la punta toda la zona alrededor del ano. Todo ello al tiempo que ella seguía acariciando su clítoris y yo zurrándole delicadamente.
Cuando observé su ano ya más dilatado, la punta de mi verga no sólo lo acariciaba sino que ya lo comenzaba a penetrar lentamente, milímetro a milímetro, al tiempo que yo me inclinaba sobre la espalda de Lady G para coger sus pechos y, a ellos cogido, comenzar a cabalgar lentamente. Ella empujaba firmemente hacia atrás al tiempo que yo me mantenía firme y derecho intentando que en cada uno de sus retrocesos mi miembro fuera penetrando centímetro a centímetro dentro de su ano. Cuanto más profundidad iba ganando en penetración, más rápidamente comenzábamos a galopar. Cada vez me aferraba más fuertemente desde atrás a sus pechos, cada vez el ruido producido por el choque de mi pelvis con sus glúteos era más seguido y sonoro. Cada vez el movimiento de su mano acariciando su clítoris era más acelerado y desenfrenado. Ya no era posible cabalgar sólo al galope, estábamos enfilando la recta final y no era posible ya disminuir ni tan siquiera mantener el ritmo. Cada vez iba a más. Ella cada vez apretaba más su esfínter anal, ayudándose en el placer simultáneo que estaba alcanzando por delante y por detrás. Yo me moría de gusto notando mi miembro totalmente encajado y aprisionado por las paredes de su recto, sin poder sacarlo de ahí. No había vuelta atrás.
Estábamos llegando a la meta: 50 metros, 25, 10 metros... al fin llegamos. Ella se deja caer hacia delante sobre la mesa, mientras va dejando de cabalgar lentamente, y yo doy un último empujón al frente para acabar de depositar dentro de ella todo lo que acabo de sacar de dentro de mí.
Después de varios suspiros y hasta que nuestra respiración volvió a estabilizarse, nos quedamos yo sobre ella y ella sobre la mesa; mis manos sobre las suyas y mi cabeza sobre su espalda.
Cinco minutos después nos reincorporamos, nos volvemos a vestir tal como estábamos al inicio de la jornada laboral, y nos disponemos a ir en búsqueda de los archivos. Esta vez ya no volveré a elevar la vista, a no ser que note un movimiento extraño de la escalera.

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D
dicra_7237381
18/1/06 a las 3:16

Ñam ñam ñam....
Ayyy!! Felli guapo que como me haces estas cosas, y yo que duermo solita y me pongo a leer estos relatitos tuyos tan tarde..ainssss!!!! que rico relato.

No me has dicho si pasan o no...vcamos vamos no seas malito y cuentale a Tesorito jejejeje.

Besos guapo.

D
danyal_6754684
18/1/06 a las 12:27
En respuesta a dicra_7237381

Ñam ñam ñam....
Ayyy!! Felli guapo que como me haces estas cosas, y yo que duermo solita y me pongo a leer estos relatitos tuyos tan tarde..ainssss!!!! que rico relato.

No me has dicho si pasan o no...vcamos vamos no seas malito y cuentale a Tesorito jejejeje.

Besos guapo.

Por eso lo hago
para que duermas mejor y acompaña con la imaginación.

Besos

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