No sé que hacer. Llevo con mi esposo casada 2 años, más 8 de noviazo que tuvimos. Hay cosas de él que no me gustan, pero que en este último año me comencé a hartar de él. Cada vez me falta más al respeto, discutimos más, él se desespera de mis defectos y me los reprocha porque no cambio por él. Llegaron varias ocasiones en las que me pidió el divorcio, pero yo dije que no, que quería hacer el intento.
La cuestión es que desde hace un mes me cansé de pelear por él. Me cansé de sus insultos y estuve a punto de irme de la casa, pero me quedé porque no sabía a donde ir.
La cuestión es que hace una semana me di cuenta que me enamoré de mi mejor amigo. Lo que tengo miedo es que yo estoy viendo cosas en donde no son. Mi esposo y yo siempre salimos con él desde hace dos años que lo conocimos. Ya sea al cine, a cenar o simplemente platicar en la casa. Las ocasiones en que no está se siente diferente. Disfruto hablar con él.
Hace como 6 meses tuve una discusión con mi amigo por una tontería. Porque el tonto se besó con dos amigas por ponerse ebrio y yo me enojé con él. A mí siempre me agradó su manera de ser, caballeroso, noble, que no hace lo que otros hombres hacen para romperle el corazón a las mujeres. Discutimos horrible y después de eso se alejó un poco. Me sentí tan triste de no tenerlo cerca, me arrepentí tanto. De todos los amigos, él era al único que no quería perder.
Lo bueno es que regresó y para sorpresa mía, él se disculpó por lo que hizo. Que lo hizo madurar y reflexionar. Yo fui feliz porque había regresado.
La cuestión es que no vi nada raro en ese sentimiento hasta hace dos meses atrás. Yo me quedé platicando/llorando de los problemas que tenía con mi esposo. Incluso a él le había tocado presenciar varias y ya otras ocasiones me había intentado aconsejar. Solo que esta vez pasó algo distinto, me besó. Fue tan tierno, me rocó los labios y después besó mi frente. Derrepente toda mi tristeza se borró. En ese momento nos despedimos. Yo estaba nerviosísima que me metí a mi casa casi corriendo.
Al llegar a mi cuarto le mandé un mensaje de texto para saber que había sido ese beso. Y él me respondió que sentía que yo lo necesitaba por como me había visto, pero que si me había hecho sentir incómoda que lo disculpara. Hasta eso yo le di las gracias, le dije que me sentía más tranquila y que no se preocupara por mí.
Y de hecho sí, estaba muy tranquila. En paz. Ahora que lo escribo aquí y reflexiono creo que eso desató muchas cosas en mí. Amo a mi esposo, pero no me gusta la manera tan irrespetuosa como me trata. He aguantado muchas cosas de él que derrepente me di cuenta que no quiero eso en mi vida.
No sé que sucedió desde ese entonces, pero empecé a buscar momentos a solas con mi amigo, pero no pasaba nada hasta hace una semana. Fuimos a cenar y por debajo de la mesa nos tomamos de la mano. Él después se disculpó, pero le dije que no tenía por qué.
Nos despedimos porque habíamos salido entre varios amigos y volvimos a enviarnos mensajes de texto. Le dije que yo lo había empezado porque insistía en disculparse, pero él me decía que si por lo menos supiera. Total, le dije por qué no me decía a lo que terminó confesando que le gustaba, pero sabía que estaba mal porque estaba casada (además de que mi esposo es su amigo). Esa confesión me hizo terminando por confesarle que también me gustaba.
Concertamos vernos a la mañana siguiente para hablar. Fuimos por un café y nos sentamos a platicar en un parque. Él me dijo que desde que nos conocimos le había gustado, en sus propias palabras, "porque era otro nivel de mujer". Que el hecho de conocernos como amigos le hizo enamorarse de mí. Y yo también se lo dije, cada detalle de él que en verdad amo de él. Yo le confesé que no podía ofrecerle nada, que lo conocí en una etapa de mi vida tan difícil y él obviamente lo admitía. En fin, nos besamos y nos volvimos a besar, pero sabíamos que no podíamos estar juntos. Me costó tanto trabajo despedirme de él para regresar a mi casa.
No pude dejar de pensar en él. Lo busqué a la mañana siguiente en un arrebato de emoción y felicidad. Incluso ni él se lo esperaba. Le invité un café y nos volvimos a besar. Y le confesé que lo quería, le prohibí que respondiera a eso. Yo estaba tan feliz de decírselo, pero si se lo escuchaba decir a él no sé que hubiera hecho. La cuestión es que él me planteó las cosas como eran, de que yo estoy casada, que aunque estos detalles son lindos, tenemos que ser realistas. Me dolió, pero era la verdad. Si seguíamos viéndonos así terminaríamos más ilusionados, pero yo terminaría por romperle el corazón a mi esposo. Lloré, pero era verdad. Le dije que aunque adoré esos pequeños momentos, no podíamos continuarlos porque primero tenía que arreglar las cosas con mi esposo. Le pedí que no me esperara, aunque quisiera verlo no quería ofrecerle la mitad de mis sentimientos así. Lo estaba traicionando a él y a mi esposo. Ambos se merecen que los ame con debe ser, con la expresión de mis sentimientos como debe ser.
Y así quedamos. Creo que hasta él entendió mejor que yo. Pero ahora yo no puedo dejar de pensar en él. Se me dibuja una sonrisa cada vez que me manda un mensaje solo para decirme buenos días o cuando lo veo.
Derrepente ahora ya no quiero pelear por lo de mi esposo, pero al mismo tiempo siento miedo de perder algo que me costó muchos años de construir. En verdad estoy tan confundida.
