La novia de mi amigo
Mentiría si dijera que jamás había sentido deseo por ella, pero sabía que era el fruto prohibido que jamás debería probar. Y es que Luis era mi mejor amigo desde que éramos unos críos, le quería como un hermano y aquella mujer era su novia, y además su novia también desde niños.
Laura iba a nuestra clase y jamás me había llamado demasiado la atención. De hecho, cuando Luis empezó a tontear con ella me pareció raro, pues no era una chica que llamara demasiado la atención y Luis era el guapo de la clase. Ella era más bien gordita, con pelo corto. Además era bastante tímida. Yo no entendí por qué Luis se fijó precisamente en esa chiquita y no en todas las guapas que le andaban detrás. SEría por llevar la contraria.
Empezaron a salir con 14 años, en el viaje de final de octavo de EGB. Luego siguieron en el instituto y en la univerdad. Ahí fue cuando nos separamos un poco. Yo fui a una ciudad y ellos dos a otra. A Luis le veía algunas veces, pero no a Laura, con quien solo hablaba alguna vez por teléfono.
Su forma de hablar ya me hacía pensar que ella había cambiado, que ya no era esa niñita tímida, sinó una chica bastante agradable, pero el día que la vi...
Fue por navidades. Laura vino con él, a pasar las fiestas con la familia de Luis, pues ya habían anunciado su compromiso. Nos vimos en el bar y yo apenas podía creer que fuera la misma. Cierro los ojos y la veo, el pelo corto como siempre, pero ya no era para nada gordita, aunque tampoco era demasiado delgada. Tenía sus curbas, y vaya si las tenía. Y además no estaba precisamente en la labor de disimularlas.
Llevaba un jersei oscuro, muy apretado, que marcaba sus voluptuosos pechos. Cuando gesticulaba, y lo hacía frecuentemente al hablar, sus pechos se movían en un vaivén que me hechizaba, me costaba dejar de mirarlos, incluso antes de que un beso de Luis hiciera que se marcaran sus pezones. Llevaba unos tejanos muy estrechos, que marcaban la forma de sus piernas, y muy bajos de cintura, de forma que podía verse su tanga negro. Yo no andaba tan servido como para quedarme indiferente y me sentía incómodo, pues temía que Luis se diera cuenta de mi cada vez más notoria erección.
- Acompañame a buscar unas copas - me dijo de repente Luis y supe que se había dado cuenta. ¿Qué iba a decirle? Que su novia me estaba poniendo a cien no me parecía una buena respuesta...
- ¿Está guapa, verdad? - me dijo él y yo no supe qué contestar - y eso que la ves con ropa... en la cama es una fiera, ¿sabes?
- Me alegro - dije como un tonto, ¿qué podía decirle?
- Oye - dijo él y se quedó callado un momento - mira, te voy a pedir algo... si no quieres, no pasa nada, lo olvidamos, ¿vale?
- Vale...
- Mi hermano me presta su piso esta noche, él no va a estar hasta después de fin de año. Toma - me dio unas llaves.
- No entiendo...
- Yo me voy a ir ahora, al piso. Tú quedate con Laura y venid los dos.
- Pero...
- Me gusta verla con otros, ¿comprendes? Y a ella le gusta también... a ella le gustas, desde que éramos críos le has gustado.
- Luis, yo...
- Y ella no te es indiferente.
- Pero es tu chica, vas a casarte con ella.
- Claro, la quiero, es una tía genial, y ella me quiere a mí, pero nos gustan estos juegos.
- Pero ¿qué quieres que haga?... quiero decir que...
- ¿Hasta donde puedes llegar, te refieres? - asentí - hasta donde quieras y ella te deje.
Ver también
La novia de mi amigo en el callejón
...
Luis se fue, y yo volví con las copas donde Laura. Ella no pareció sorprendida al verme solo, al contrario, sonrió y me pareció que sus pezones se marcaban aún más.
- Me alegro de que te parezca bien - dijo, mientras cogía su copa de mi mano.
Casi no hablamos mientras nos bebíamos nuestras copas a gran rapidez. Tampoco sabía qué decirle. Luego ella me tomó de la mano y salimos del local. Era ya oscuro, a pesar de que eran poco más de las seis de la tarde. Caminamos un rato sin decirnos nada, hasta que ella se desvió de la calle principal y se metió en una callejuela solitaria y oscura. Caminó un poco más, hasta que ya no podían vernos desde la calle principal. Entonces me besó en la boca. Introdujo su lengua y jugueteó con la mía, demostrándome que no era ninguna inexperta en las artes del amor. Mientras me besaba, tomó mi mano y la introdujo por debajo de su jersei, hasta sus pechos. Los acaricié por encima del sujetador, sus pezones estaban increiblemente duros. Llevaba de esos sujetadores que se abrochan por delante. Introduje mi otra mano y se los desabroché. Entonces los acaricié con firmeza, estrujándolos, pellizcando sus pezones. Ella gimió.
- ¿Te hago daño? - ella negó con la cabeza y se levantó el jersei.
Seguí estrujando sus pechos y notando como ella se estremecía. Entonces se los chupé, primero pasé mi lengua suavemente por encima de sus pezones, recorrí su alrededor y luego los introduje en mi boca y succioné. Ella gimió más fuerte. Me daba la impresión de ser un volcán a punto de explotar, y lo era. Al rato, se desabrochó los tejanos y los bajó ligeramente. Yo la acaricié por encima del tanga, lo tenía empapado. Lo aparté ligeramente a un lado y pasé mis dedos por su clítoris mientras le seguía succionando los pezones. Se estremeció entera.
Deseaba tomarla allí mismo, mi instinto me ordenaba imperiosamente quitarle los pantalones y poseerla allí, enmedio de la calle, bruscamente, sin delicadezas, como si fuéramos dos animales salvajes. Nunca había sentido tanto deseo como en ese momento, mientras ella me acariciaba el paquete por encima del pantalón y mis dedos se hundían en su rajilla húmeda y apretada. Pero Luis nos esperaba, me separé de ella y le dije que nos fuéramos. Ella asintió y volvió a arreglarse su ropa.
La novia de mi amigo en el callejón
...
Luis se fue, y yo volví con las copas donde Laura. Ella no pareció sorprendida al verme solo, al contrario, sonrió y me pareció que sus pezones se marcaban aún más.
- Me alegro de que te parezca bien - dijo, mientras cogía su copa de mi mano.
Casi no hablamos mientras nos bebíamos nuestras copas a gran rapidez. Tampoco sabía qué decirle. Luego ella me tomó de la mano y salimos del local. Era ya oscuro, a pesar de que eran poco más de las seis de la tarde. Caminamos un rato sin decirnos nada, hasta que ella se desvió de la calle principal y se metió en una callejuela solitaria y oscura. Caminó un poco más, hasta que ya no podían vernos desde la calle principal. Entonces me besó en la boca. Introdujo su lengua y jugueteó con la mía, demostrándome que no era ninguna inexperta en las artes del amor. Mientras me besaba, tomó mi mano y la introdujo por debajo de su jersei, hasta sus pechos. Los acaricié por encima del sujetador, sus pezones estaban increiblemente duros. Llevaba de esos sujetadores que se abrochan por delante. Introduje mi otra mano y se los desabroché. Entonces los acaricié con firmeza, estrujándolos, pellizcando sus pezones. Ella gimió.
- ¿Te hago daño? - ella negó con la cabeza y se levantó el jersei.
Seguí estrujando sus pechos y notando como ella se estremecía. Entonces se los chupé, primero pasé mi lengua suavemente por encima de sus pezones, recorrí su alrededor y luego los introduje en mi boca y succioné. Ella gimió más fuerte. Me daba la impresión de ser un volcán a punto de explotar, y lo era. Al rato, se desabrochó los tejanos y los bajó ligeramente. Yo la acaricié por encima del tanga, lo tenía empapado. Lo aparté ligeramente a un lado y pasé mis dedos por su clítoris mientras le seguía succionando los pezones. Se estremeció entera.
Deseaba tomarla allí mismo, mi instinto me ordenaba imperiosamente quitarle los pantalones y poseerla allí, enmedio de la calle, bruscamente, sin delicadezas, como si fuéramos dos animales salvajes. Nunca había sentido tanto deseo como en ese momento, mientras ella me acariciaba el paquete por encima del pantalón y mis dedos se hundían en su rajilla húmeda y apretada. Pero Luis nos esperaba, me separé de ella y le dije que nos fuéramos. Ella asintió y volvió a arreglarse su ropa.
Follando con la novia de mi amigo
Al llegar a la casa no quise esperar más. Después de cerrar la puerta, literalmente me lancé sobre ella. Le desabroché el pantalón y se lo bajé. Luego le bajé el tanga. Luego la hice darse la vuelta y apoyarse en la puerta e introduje mis dedos en su vagina húmeda. La tenía a punto de caramelo...
Me bajé los pantalones y los calzoncillos y la penetré. Cogí sus caderas con fuerza entre mis manos y apreté con fuerza mi miembro sobre su rajilla, que no mostró resistencia alguna. SEntí como sus carnes se abrían para permitirme penetrarla hasta el fondo, noté que se estremecía cuando mi miembro entraba totalmente en ella. Le subí el jersei y le desabroché de nuevo los sujetadores. Estrujé sus pechos con fuerza mientras la penetraba como jamás lo había hecho a otra mujer. Luego la tomé de nuevo en las caderas y la hice moverse con rapidez, mientras sus gemidos me decían claramente que la estaba llevando al orgasmo. Pero no quería correrme aún y me separé bruscamente de ella. Ella pareció enfadada pero comprendió. Se quitó la ropa y entonces pude ver al completo ese cuerpo. Era sin duda una mujer muy hermosa.
Ella se acercó a la mesa de la sala y con la ayuda de una silla se subió y se sentó en ella. Luego abrió sus piernas, mostrando su sexo al descubierto, y empezó a acariciarse suavemente. Yo me acerqué y acerqué mis labios a su sexo abierto, introducí mi lengua y noté su sabor, le lamí los labios con intensidad, al tiempo que la penetraba lentamente con mis dedos.
Entonces le vi. Jaime estaba al lado de la puerta de la cocina, desnudo, masturbándose viendo como hacía gemir de placer a su chica. Me sonrió con complicidad y yo le devolví la sonrisa.
Que fuerte!!!
Muy bueno tu relato, yo hubiera omitido el final: que tu mejor amigo te la mame debe ser un poco raro.
Por lo demás, muy buen relato, me he puesto muy muy húmeda...
Uhmm
Q buen relato....
sigue escribiendo asi...sueerte