Hace tiempo que llevaba pensando en hacerlo. Si os gusta, decidmelo y lo termino. Bsos.
Había decidido ir a trabajar aquel sábado. La jefa esperaba q le entregara un dossier el lunes a primera hora y quería revisarlo y perfilar algunos detalles de ultima hora. Encendí el ordenador y mientras se cargaba el software me quede mirando por la ventana. No se el tiempo que pase ensimismado así, pero una voz conocida me hizo volver al mundo real.
- Sabía que hoy vendrías a trabajar dijo mi jefa.
Me gire y la mire de arriba abajo. La verdad es que siempre me había gustado y en alguna ocasión me pilló mirándola descaradamente, pero nunca me dijo nada. Solo sonreía.
- Buebuenos días fue todo lo que alcancé a decir. Mi cara debía ser un show pues no podía dejar de mirarla. Estaba guapísima. En ocasiones me masturbaba en mi casa pensando en mi jefa, pero lo que mis ojos veían en aquel momento sobrepasaba, en mucho, cualquiera de mis sueños y fantasías con ella.
- Te noto un poco tenso. ¿No me dirás que no te gusta lo que ves? Se que me miras constantemente. ¿No es verdad? dijo mi jefa.
- Ssssi es verdad, pero. dije yo.
- ¿Pero que? me cortó ella. ¡Haber si va a resultar que te vas a cortar ahora! ¿Quieres un café? Te ayudará a relajarte.
- Si gracias. la dije más tranquilo ya.
La verdad es que estaba impresionante. Mi jefa tenía unos ojos algo achinados y unos labios carnosos. Siempre se maquillaba muy suavemente, de forma casi imperceptible, pues tenía una belleza natural que se lo permitía. Su pelo, que generalmente lo llevaba recogido en un moño, en esta ocasión iba suelto. Tenía una melena negra con rizos grandes que le caían sobre sus hombros. En su largo cuello lucía un pañuelo negro de seda. Llevaba una blusa blanca muy escotada, lo que permitía ver ligeramente sus pechos. Encima de esta, sobre su cintura, se había puesto un corset negro satinado que hacia destacar aun más su pecho. Llevaba una minifalda de cuero negra que a duras penas ocultaba su culo respingón. Por ultimo, y era lo que más cardiaco me tenia, unas botas mosqueteras, con tacón de aguja altísimo, enfundaban unas piernas perfectas.
- Ven. Vamos a prepararlo.- me dijo.
La seguí. Mientras, no dejaba de mirarla. No podía separar la vista de sus piernas, su culo y su cintura. Aquellas tres prendas, - las botas, la falda de cuero y el corset -, consumaban algunos de mis fetichismos, entre los muchos que tenia. A esas alturas, en mis pantalones destacaba un considerable bulto que no quería ocultar. Solo esperaba el momento de empezar a cumplir un sueño hecho realidad. Un sueño que me había hecho derrochar litros de leche masturbándome en la intimidad de mi casa.
Ya en la sala descanso que usabamos en la oficina, me pregunto - ¿Lo quieres con leche o solo?
- Solo. Por favor. dije yo, mientras detrás de ella, seguía mirándola
- ¿Con o sin azúcar? - Me dijo mientras giraba su cabeza para mirarme picaramente al bulto de mi entrepierna.
- Con azúcar. Dos sobres. contesté.
Mientras yo contestaba ella dejo caer al suelo uno de los sobres y se inclinó para recogerlo. Al hacerlo, pego su culo sobre el bulto de mi entrepierna. Se restregó contra mí mientras me miraba con ojos de viciosa. Al incorporarse, ya no lo pude resistir. La agarre con mi mano izquierda por la cintura mientras con la derecha ladeaba su cuello para empezar a besarlo. Vi como cerraba los ojos. Note como se estremecía en mis brazos y escuche como jadeaba. Sin duda alguna estaba excitadísima. La giré sobre si misma y la puse frente a mí. La mire a los ojos y la arrime fuertemente a mi cuerpo, estrechándola por la cintura, para que sintiera mi excitación. Empezamos a besarnos apasionadamente. Eran besos tiernos, como los que se dan dos enamorados que llevan tiempo saliendo. No se el tiempo que estuvimos así pero con eso me hubiera conformado.