El fin de semana se presentaba de escándalo, los 8 del grupo habíamos alquilado una casa en la montaña, y a excepción de la persona que iba a llevar en mi coche y yo, los demás tenían pareja o al menos se enrollaban con asiduidad entre ellos, vamos unos golfos. Había quedado de recoger a Lore a las 10: 15 hrs. en su casa, un pequeño apartamento situado a las afueras de la ciudad, así que ya nos quedaba de camino para irnos. El día era caluroso, lo cual era normal, si a 15 de julio y en pleno verano no hacía calor Puntual que me presenté tras 20 minutos de trayecto en la puerta de su casa y allí estaba ella, con una maleta que parecía que iba a las azores y una sonrisa en la cara.
Como buen hombre observador y soltero, me fijé en su cuerpo nada más me bajé del vehículo, !!!si lo reconozco!!!!!, suena cerdo, pero una miradita de rigor lo hacemos siempre, a pesar de que sea una buena amiga. Y Lore en este caso lo era. Su faldita rosa y su top ajustado negro, tras el cual se podía adivinar presos 2 hermosos senos, provocó que por un instante mi imaginación volase allí dentro.
-Pero Lore, mujer que te traes aquí chiquilla, llevas encerrado al novio en la maleta?.
-Déjate de coñas y ayúdame a meterla en el coche, que pesa lo suyo.
Tras ver que no nos olvidábamos nada iniciamos la marcha. Nuestro destino a unas 2 horas de donde nos encontrábamos era un paraje frondoso en medio del bosque, en plena montaña, un lugar tranquilo, y relajante con el que poder desconectar del día a día. Nuestra conversación era fluida, nos contamos las típicas tonterías del trabajo, lo bien que nos venía el fin de semana para desconectar y que buena idea había sido.
La carretera para ser una comarcal estaba bien asfaltada, pero como siempre y como toda comarcal, mal señalizada, así que tras 2 horas de camino como no podía ser de otra manera nos perdimos.
Lo bueno que tenía Lore es que todo se lo tomaba a bien, era una mujer optimista por naturaleza, de esas mujeres que si llueve dice que viene bien para el campo a pesar de estar empapándose hasta las bragas. Y en esta ocasión no fue distinto, risas y más risas era lo que se escuchaba en el coche cada vez que preguntábamos por nuestra meta.
Para hacer el trayecto más ameno le propuse jugar a contar los coches que venían de frente, escogiendo un color cada uno, así de aquí a la casa el que perdiese invitaba a una botella. Aceptó y elegimos yo el rojo y ella el verde (lógicamente el blanco estaba prohibido). El juego estaba bien pero la carretera comenzaba a ascender y cada vez se veía con menos asiduidad así que de pronto ella propuso algo que me dejó desconcertado.
-A partir de ahora, si te parece bien cambiamos la apuesta, cada dos coches de ventaja que le saque uno al otro al contar, la otra parte se tiene q sacar una prenda.
-Estás de coña no?. Yo solamente llevaba unas bermudas, un polo, y unas chanclas, además de mis gayumbos y el reloj.
- ... Pedro, estás conduciendo y hay poco tráfico, verás que risas además tiene su morbo ¿no?, de esto a la gente nada eh?.
La manera de hacerse la sobrada, la mujer sin prejuicios me alteró y acepté sin pensarlo. Durante el primer kilómetro de ascensión, nos encontramos con 7 vehículos con un resultado de empate a uno, con o cual el siguiente decidía cual de los 2 se despojaría de la primera prenda. Gracias a Dios era rojo y ella se sacó sus chanclas ante las risas de los 2.
Tengo que reconocer que en eso momentos mi ... reventaba en mi pantalón y ella se dio cuenta al mencionarlo disimuladamente Pedro, Pedro, que te calientas. Y más caliente que me puse cuando la siguiente vez repitió la suerte y se sacó la falda. Pero hay maneras y maneras de sacarse una prenda y ella lo hizo como solo una mujer sabe hacerlo, lascivamente, sin apartar la mirada de la otra persona, con movimientos lentos, que dejan al descubierto cada músculo en tensión, suspirando y haciendo rozar la tela contra el cuero del coche.
Trataba de concentrarme en la carretera la cual cada vez era más estrecha y empinada, curvas y más curvas , sonrisas nerviosas por mi parte y sudor que caía por mi frente era la mejor solución que se me ocurría para evitar el calentón que estaba teniendo.
En la siguiente ocasión perdí yo y me tuve que sacar el polo, conducir por aquellos vericuetos descalzo era un suicidio, el espacio entre ambos del vial apenas permitían 2 vehículos y no había arcenes ni posibles escapatorias para poder parar el coche.
La tensión de que sería lo que vendría tras una y otra curva, no relajaba mi miembro y Lore disfrutaba como una niña pequeña con algo malo y prohibido.
-Pedro cariño, es un juego aunque a decir verdad me estoy poniendo cachonda.- Y tras esa frase una sonrisa viciosa fue ya lo máximo para que aguantase más.
-Tengo un calentón Lore que no veas estoy que no respondo, así que dejemos el juego ya o acabaré violándote- Mis palabras sonaron a chiste por si reacción.
-Cariño, si no puedes hacer nada tranquilo, tu mantén el coche por dentro eh que con los bandazos que vamos dando estas como para hacer algo, eso si, si no te importa yo si que puedo disfrutar-
Sus manos comenzaron a acariciarse, el respaldo del coche lo echó para atrás, se sacó el top, y entonces pude comprobar como eran aquellas verdaderas montañas, grandes poderosas, generosas en toda su extensión, con unos picos en punta oscuros y abultados por los que empezaba a pasar la punta de sus dedos ensalivados.
-Lore por dios, no me hagas esto Lore por favor Lore.
Su mano derecha desapareció entre sus piernas mientras gemidos tenues salían de su boca. Yo ya no podía más , la sensación de que mi ... iba romper allí dentro aprisionando mis huevos no me dejaba concentrarme en la carretera y en un par de ocasiones a punto estuvimos de irnos barranco abajo. Traté de concentrarme más en lo que debía pero para cuando lo intentaba miraba de reojo aquella hembra en celo, con las piernas separadas y bien abiertas con su ... totalmente rasurado, viendo como sus dedos entraban y salían, como jugueteaban con su clítoris, como lo restregaba y excitaba con su uña y como volvía a introducir esa mano dentro y creía volverme loco. No podía hacer nada, no podía parar, no podía bajar del coche y encima ella comenzaba a estar cada vez más cachonda.
Sus senos eran acariciados lentamente con su otra mano mientras me suplicaba que me la follase, aquello era una tortura dame tu ... Pedro, no seas ... y dame esa ... lléname con ella cariño. El tono de su voz denotaba su lujuria, nunca había visto en mi vida a una mujer masturbarse, pero aquella hembra fuera de si convulsionándose y metiéndose 4 dedos a modo de espada, era una visión que no se me olvidará jamás. Y así se corrió en un orgasmo violento, moviendo los dedos de sus pies y gritando mi nombre una y otra vez una y otra vez.
Para cuando terminó, me miró, pude observar su cara sonrojada, el habitáculo olía a sexo y ella no estaba dispuesta a que acabase así. Intuí sus intenciones, y le advertí del peligro, de las condiciones en las que nos encontrábamos pero ella no escuchaba ya, lo supe en el momento en el que sacó mi ... de su precinto, por como la dejó con el glande al descubierto, bien gordo, bien rojo, con sus venas que parecían querer romperse, y por como comenzó un festín que ahora que lo pienso en frío y después de lo vivido , fue la mejor chupada de ... que me han dado en mi vida.
Traté de conducir aquel coche, pero lo único que logre en aquel kilómetro que conseguir avanzar fue ir dando bandazos de un lado a otro mientras el sonido de los labios, el ruido de la saliva al ser succionada mi ... y los gemidos de ella, que estoy convencido que se seguía masturbando terminó como un volcán en erupción, cayendo lava que era lamida delicadamente por mi loba.
Tras aquello, con la bragueta abierta y mi cimbrel medio dormido llegamos por fin a un cruce en donde había 2 caminos que se bifurcaban. Escogí el de la derecha y sin decir nada tras recorrer unos 100 metros detuve el coche debajo de un árbol en el único hueco que había. Bajé de él, y ella medio desnuda se quedó dentro, fui hasta su puerta la abrí le cogí la mano y la saqué fuera. Por primera vez, ella ya no dominaba la situación pero parecía divertida por si pasaba alguien por allí y lo que diría si nos veían. Se tumbó boca arriba encima del capó del coche como si fuese una gata que se había encaramado a un tejado, me puse de rodillas, la atraje hacía mi de manera que sus pies se apoyaron en la defensa del coche debajo de los faros, le abrí las piernas y comencé a devorarla, mi lengua entraba en ella donde antes habían estado esos dedos, ella seguía pidiendo mi ... y que la reventase, pero esta vez hacía caso omiso a sus peticiones. Mi boca lamió su ano, y mi lengua comenzó un juego de subida a y bajada de ... a ano y de ano a ... que la estaba enloqueciendo. Se corrió llenando mi boca de sus jugos, chillando totalmente fuera de si.
Nunca había probado la sensación de meter mi ... en un culo y sabía que esa ocasión no la iba a desaprovechar. Su ano pegajoso con mi saliva no se resistió al primer embiste y como si se tratase de miel que baja por la garganta, mis huevos acabaron chocando contra sus nalgas. La sensación era indescriptible, mi ... enjaulada se movía bien apretada hasta llegar al borde de ese mágico agujero para volver a enterrarse como un topo en su madriguera. Enterré mi cabeza en eso senos que comencé a morder despacio a lamer, a chupar mientras gritábamos de placer, noté como ella con una mano trataba de frotarse su ... enloquecida. Entonces me erguí, vi esa figura manoseándose su ... di tres sacudidas violentas, fuertes y profundas y me corrí en lo que creí que era un oasis de sensaciones.
Que decir de ese fin de semana, fue tremendo, en él me enseñaron lo que es la palabra ... en toda su extensión y quien me iba a decir a mi que me lo iba a enseñar mi amiga de toda la vida Lore.
