Hace unos meses decidí poner fin a mi relación porque ya no me sentía deseado ni amado. Había mucho cariño, pero más.
Ella, después de un tiempo, acabó admitiendo el cambio de sus sentimientos hacia mi, reconociendo como buena decisión el haber terminado la relación.
Ahora evitamos comunicarnos con mucha frecuencia, pero
hay buena sintonia cuando hablamos. Estamos llegando a un momento en que, al menos yo, me siento tranquilo, sin esa necesidad de saber de ella, como las primeras semanas. Aún no la veo como una amiga más (supongo que para eso falta mucho) pero si he dejado de esperar algo de ella.
La cuestión es que he seguido prestandole ayuda con los ejercicios de matemáticas de la hija. Hace años estuve dando clases particulares de esta materia, a hijos de amigos, y retomé esta actividad con la hija de mi ex, aunque solo para aclarar dudas puntuales ya, que el nivel que se le da a una niña de 7 años, es perfectamente asumible por cualquier madre, más si tiene estudios medios y ha trabajado en comercios.
Es esto lo que me desconcierta en cierta medida. Recibo mensajes de mi ex preguntándome como se resuelven ejercicios de sumas de decenas y unidades, o comparaciones de pesos entre tres objetos, cuestiones que dudo no sepa resolver. Es cierto que a veces los ejercicios se plantean de una forma que confunden, pero creo que tiene los conocimientos suficientes para resolver estos ejercicios sin recurrir a mi.
No me molesta, le tengo mucho cariño a la peque y ayudarla con las tareas no me pasa. Pero .... ¿puede ser una excusa para escribirme o es solo cosa mía?
