Hola a todas. Después de varios años leyendo el foro pero sin tomar parte activa en él, he decido participar y contaros mi última experiencia.
Todo comenzó a finales del 2011. Mi novio con el que llevaba seis años, y por el que tanto había dado y apostado, un buen día me dice que se acabó. Imaginaos como me pude sentir. Mi mundo, mis ilusiones se las tragó la realidad. Ahí comencé una espiral de depresión y tristeza que no se adonde me podía haber llevado. De casa al trabajo y del trabajo a casa, esa era mi vida.
Gracias a Tania, una buena amiga que estuvo desde el primer momento conmigo pude sobrellevarlo, ella comenzó a tirar de mí, a llevarme al cine, a cenar los fines de semana.
Corría el mes de Junio cuando un viernes, después de cenar en mi casa me convenció para que fuéramos a una discoteca a tomar una copa. Tras charlar y bailar, Tania vio a Rosa, una vieja amiga. Me la presentó, hablamos de nosotras, de la vida. Cuando le conté el desierto que estaba atravesando, me dio la clave para pasar definitivamente de página. Ella conocía un chico con el que había quedado alguna vez. ¡No me lo podía creer, me estaba dando el e-mail de un gigoló! Me llenó un mar de dudas, nunca pensé que llegara siquiera a planteármelo, pero me armé de valor y le escribí.
La tarde del día siguiente tenía respuesta en la bandeja de entrada. Dudé si abrir el correo o directamente eliminarlo. Opté por abrir, y en la respuesta que le di ya le pedí una cita. Si salía mal, no iba a perder nada.
El viernes siguiente llegó, y con el la cita. Quedamos en un sitio donde no hubiera pérdida (el oso y el madroño de Sol). Llegué a las seis y media y ya estaba esperando, le reconocí por el polo que tenía puesto. No me lo había imaginado así. Un chico de 24 años, muy majo físicamente pero nada que ver con el concepto que tenía de un chico de compañía (creía que sería el típico chulito de gimnasio, hormonado hasta la médula).
Dimos un paseo por el centro, Plaza de Oriente, Jardines de Sabatini Hablamos de todo un poco, parecía que fuéramos viejos amigos que se reencuentran después de muchos meses. Me sentí realmente bien, alguien al que hacía pocas horas que había conocido se preocupaba por mí (después he comprobado que ese interés era sincero, no estaba actuando). Fuimos a cenar, y le pedí que me acompañara a casa
Desde entonces nos hemos visto cuatro veces más. Hubo sexo en dos, en las otras no. Solo estando con él no necesitaba más. Sus consejos, su forma de escuchar y su apoyo me han cambiado. Me he dado cuenta que aunque haya personas que nos defraudan, nos hacen daño, nunca es tarde para seguir adelante; nuestro particular ángel de la guarda se encarga de que encontremos gente que realmente vale la pena.
Se que no pasaremos de ser amigos, nuestra relación no sería posible. Yo tengo 37, y no me voy a engañar a mi misma. Pero aunque solo sea por la vitalidad y que haya hecho que pueda ver el vaso medio lleno ya ha valido la pena. Y aparte, el dinero no ha sido problema para empezar a vernos (tuve que malvender el piso en el que vivía, y todavía me quedan deudas de entonces).
Solo me queda dar las gracias a Rosa por haberme dado el e-mail y haber puesto a Manu en mi camino. Aquí os lo dejo a vosotras: astratalante_@hotmail.com
Solo espero que si alguna os animáis a conocerle, os aporte tanto como a mi. Un beso!