Ërase un chico con muy mal genio, que ante cualquier cosa se enfadaba.
Un día su padre le dijo:
Te voy a dar una bolsa de clavos y cada vez que te enfades clavaras uno en la puerta.
el primer día clavó 37 clavos; pero poco a poco se dió cuenta que era mas fácil aguantar el mal genio que clavar mas clavos.
Así llegó un día en que no tuvo que clavar ni uno.
Entonces su padre le dijo:
Ahora cada día que pases sin enfadarte sacaras un clavo.
Y llegó el momento en que no quedaba un sólo clavo en la puerta. Y el todo orgulloso corrio a contarselo a su padre.
Y este le contesta:
¿Y los agujeros?. Lo mismo que ha quedado las marcas en la puerta, igual has ido dejando las huellas en los demás.
Pues cada mala contestación que has dado, cada insulto que has proferido hacia alguien, has conseguido dejar una herida en su corazón.
Así que la próxima vez que te enfades, piensa a quien le vas a clavar alguno de esos clavos.
Es cierto que cada vez nos volvemos mas insensibles, y me incluyo a mi tambien.
Hablamos antes de pensar, y una vez soltado las palabras, ni siquiera nos quedan rastros de remordimientos.
Está tan de moda eso de ser personas sinceras , que a veces caemos en el error de que lo que creemos sinceridad, no son mas que palabras ofensivas.y no queremos ver el daño que podemos causar a los demás.
Nos resulta igual de fácil tener una palabra amable hacia otra persona que una contestación desagradable. Y sin embargo solemos caer en la tentación de descargar nuestra mala leche sobre los demás; como si ellos tuviesen la culpa de nuestras frustraciones y desengaños.
Como diria un personaje de este foro:
Hale, adió, no me enrollo mas que ya parezco una persiana.
Un beso
