El camarero complaciente
Me desperté cubierta en sudor, sola en esa habitación de hotel. Al día siguiente tenía una reunión importante pero había querido ir un par de días antes para hacer turismo, pero ese calor... No había dormido bien, toda la noche había tenido sueños inconfesables, que me habían dejado con una sensación de cosquilleo constante en mis partes. Apreté bien las piernas, haciendo más intensa esa sensación. Lo repetí varias veces, muchas veces era suficiente para calmarme el ardor pero no funcionaba. Me quité el camisón, totalmente mojado y me quedé tumbada desnuda. Casi inconscientementemente, mi mano derecha empezó a acariciar mi pubis, pasando luego a masajear mi clítoris, primero suavemente, luego apretando más intensamente. Sumergí dos dedos en mi vagina, totalmente mojada. Estaba tan dilatada que con aquello apenas conseguía nada... Yo normalmente era una mujer muy seria pero en momentos como eso hubiera deseado tanto tener un hombre a mi lado... Me levanté y me dirigí al baño, con la sana intención de darme una ducha y bajar a desayunar.
Busqué mi champú en el neceser, pero cogí un bote de espuma para el pelo, era largo y redondo... lo acaricié y volvió a mi cabeza esa imagen de los sueños, ese hombre sin rostro pero con un miembro casi monstruoso, capaz de hundirse en mi vagina todo entero. Cerré mis ojos mientras mis manos acariciaban el bote de espuma, como si de ese falo se tratase. Con los ojos aún apagados, subí un pie a la taza del wc, permitiendo un acceso más fácil y empujé el boté hacia mi interior... A pesar de que apreté y que la humedad en esa zona era alarmante, no pude lograr introducirlo. Me sentí decepcionada, deseaba experimentar lo que se sentía... y entonces vi un bote de crema hidratante sobre el mueble. Me dirigí con la crema y el bote de espuma a la cama. Allí me unté bien los dedos y los introducí en mi vagina, procurando que todo quedara bien impregnado. Luego unté el bote con crema abundante. Me tumbé con las piernas en alto y bien abiertas y...... siiiiiiiiii... mmmmmmmmmmm... ahora sí entró hasta el fondo, hasta que ya no podía empujar más... luego retrocedí muy lentamente, hasta prácticamente salir y en el momento más inesperado... hasta el fondo... así te gusta que te ... zorra, como nadie se ha atrevido jamás... si, si, así.... más.... más deprisa.... Me gustaba pero deseaba aún más intensidad. Me coloqué a cuatro patas y volví a introducírmelo... mejor... me tiré hacia atrás, sentándome sobre el bote y empecé a acariciarme el clítoris, los pechos... quería más... quería más... me unté un dedo con crema y lo introducí en mi ano... luego dos dedos... Saqué el bote de mi vagina, lo unté bien y lo dirigí a ese agujero del que nunca antes había osado disfrutar. Grité de dolor al intentar penetrarme por ahí como lo había hecho antes, pero no desistí, al contrario, deseaba hacerlo, desvirgarme de esa forma, puse más crema en el bote pero aún no podía...
- Si la señora quiere, podría ayudarla - oí detrás mío. Iba a darme la vuelta pero el hombre me lo impidió - no, por favor, no se dé la vuelta, señora.
- ¿Qué quieres, camarero indiscreto? - dije, siguiéndole el juego.
- La señora no ha puedo el cartel de no molestar - contestó él - y además creo que necesita ayuda.
Me hizo dejar el bote y a continuación introdujo uno de sus dedos en mi ano. Gemí de placer.
- Espere un momento, señora - dijo él - no, no se mueva, por favor.
Cogió mi pañuelo de cuello rojo y me lo vendó en los ojos. Luego volvió a la carga. Primero un dedo, luego dos, luego tres... Noté como mi culito se iba abriendo, deseaba que se abriera para él.
- Pruebe ahora, señora - dijo él, poniendo el bote de espuma de nuevo en mi mano.
- No necesito un sustituto ahora - dije.
- Por favor, señora - contestó él, guiando mi mano - yo solo quiero ayudarla. Si después la señora desea algo más, yo no tengo problema en dárselo.
Guió mi mano hasta la entrada y empujó. Esta vez sí entró hasta el fondo, me dolió y a la vez me gustó. Primero él acompañaba mi mano, guiaba mis movimientos pero al rato me dejó sola. Yo lo hacía igual como hacía un rato lo había hecho por la otra vía, saliendo suavemente para volver a hundirme hasta el final. Notaba los jadeos de él y me preguntaba si estaría masturbándose, estaba segura que lo hacía y eso me excitaba aún más.
De repente sus manos empezaron a estrujar mis pechos. No eran caricias, no, era algo más fuerte, me pellizcaba los pezones, hundía sus manos fuertes en mi carne blanda y suave...
- ¿Crees que puedes competir con esto? - le dije mientras sacaba el bote de mí.
- Juzgue la señora...
Él me hizo dar la vuelta bruscamente. Me quedé tumbada boca arriba y él se puso encima mío, acercó su pene a mis labios.
- Abra la boca y juzgue - dijo él.
Su enorme pene se hundíó en mi boca, hasta la garganta y sabía que no estaba entero dentro de mí. Al rato salió y colocó mis piernas por encima de sus hombros. Me lamió los pechos, mordisqueó mis pezones mientras sus dedos se hundían en mi vagina.
- ¿Por donde quiere que empiece la señora? - dijo mientras presionaba suavemente con la punta de su pene, primero en mi vagina, luego entre mis nalgas - ¿por la puerta principal o la de servicio?
- Ojalá pudieras por las dos... - dije excitadísima.
- Si la señora espera un momento... - dijo - no se mueva, sus deseos son órdenes para mí.
Oí la puerta cerrarse y me mordí los labios. Mientras le esperaba, seguí masturbándome, no quería que ese ardor disminuyera nada... La puerta se abrió y volvió a cerrarse. Mi camarero se tumbó en la cama.
- Siéntese sobre mí - me dijo y yo obedecí. Él estaba desnudo y su piel estaba también cubierta de sudor. Él me tomó de la cintura y me hizo bajar de forma que su pene entró como lo más natural dentro de mi vagina... gemí al notar como entraba hasta el fondo, me leventé un poco, pero él me volvió a bajar.
- Tranquila - me dijo - haga lo que yo le diga y no se arrepentirá...
Me abrazó y me hizo tirar el cuerpo hacia delante hasta quedarme casi encima de él. Luego me hizo tirar las rodillas también hacia adelante. Me preguntaba por qué hacia esto hasta que note dos manos que acariciaban mis nalgas y comprendí. Un dedo se introdujo en mi "puerta de servicio" como él la había llamado.
- Te la he dejado preparada - dijo mi camarero - puedes ir directo.
El otro no se hizo rogar. Sus manos separaron con fuerza mis nalgas, dejándome totalmente accesible. Cuando entró en mí, grité de puro placer y me pregunté cuál de las dos armas con que me estaban ensartando era más espectacular. Mi atacante trasero empezó a moverse con furia, entrando en mi hasta el fondo, y su compañero no se quedó atrás. Nunca había sentido nada semejante a eso. Fue un buen rato que estuve gozando de esas continuas embestidas, hasta que noté como mi virginal culito se llenaba de semen espeso y caliente, que bajaba por mis piernas. Fue cuestión de segundos que notara igual inundación en mi vagina.
Los dos hombres se retiraron y yo me quedé tumbada, jadeando. Una mano me acarició por la espalda, con suavidad.
- Tenemos que irnos, señora - dijo mi camarero - pero dentro de un rato volveremos a pasar por aquí... Si la señora ha colgado el cartel entenderemos que desea descansar...
No colgué el cartel, me quedé tumbada, desnuda y bañada en sudor y semen, sin quitarme el pañuelo de los ojos. Me dormí y me despertó una mano acariciando con intensidad mis nalgas. Esta vez no dijo nada, sólo llevó su enorme miembro hasta dentro de mí. Pensé que había vuelto solo y me entregué a él sin esperar nada más. Al rato, él salió y se tumbó.
- Siéntese sobre mí - dijo y yo entendí que reanudábamos el juego de antes - no, así no, me gusta la puerta de servicio.
Fue el otro camarero el que me guió, haciéndome sentar de espaldas sobre el primero, de forma que su pene entrara en mi ano. Luego abrí las piernas, todo lo que pude, esperando la embestida de mi otro atacante, que no tardó en responder, aunque antes que su enorme miembro, fue su lengua la que entró en mi vagina y jugueteó largo rato con mi clítores, mientras sus manos, junto con las de su compañero, se dedicaban a mis pechos...
Al día siguiente, no puse el cartel y esperé desnuda en la cama, con el pañuelo tapándome los ojos... hasta que oí la puerta y una mano se dirigió directa a mi vagina. Sólo cuando su pene se introdujo en mi vagina supe que no era ninguno de los dos que había catado el día anterior pero no me importó, al contrario, me sentí enormemente excitada.
Estuve una semana en el hotel y nunca colgué el cartel...
Cada día y cada noche que pasé allí darían para un largo relato... si les gusta les sigo contando...
Ver también
Y...
no fueron solo ellos los que disfrutaron de mí... no creo que nunca jamás vuelva a atrevirme a hacer con otra mujer las cosas que hice en ese hotel...
Sigue!!!
Sigue por favor esta muy bueno tu relato y es yo creo una fantasía de muchas..... cuenta cada noche con todo y detalles!!
Vaida....
Que exitante, no creo que pueda hacer semejante cosa pero de solo pensarlo.....mmm nose...
soy una persona muy recatada y llena de fantasias sin hacer...
Cuenta que mas paso.... nunca supiste quienes eran,,,,,viste alguna verz su cara...
cuentamelo todo....
Pero por favor!!
No dejes de relatar cada una de tus experiencias, de verdad que se me ha antojado muchísimo, no cabe duda que es una de esas fantasías ocultas que tenemos muchas mujeres...
Wowww....quisiera lo mismo
te felicito me calento tu relato, me siento humeda.
siguenos contando masssss. porfa.