Desahogo, cuento mi secreto

Atención: tocho. Y, peor, posible tocho cursi. Seguramente porque paso un momento delicado aunque también podría ser por una intoxicación debida a una muy mal cocinada pasta carbonaranecesito desahogarme, aunque sea en un foro ante extraños, y confesar lo que nunca he confesado y seguramente nunca confesaré a la cara. Me escudo en el anonimato para descargar toda esta basura que me atormenta, me abochorna y me impide ser feliz. Soy un cagón, lo sé, pero espera un poco antes de lapidarme. Si sigues leyendo te daré aún más motivos. Voy a ser directo: estoy enamorado de mi prima. Desde que recuerde, y ya recuerdo bastante porque paso de la treintena, estoy loco por esa chica a partir de ahora, digamos, A. con la que comparto sangre. A., que además está casada y tiene dos hijas. Al principio, sólo era un sentimiento extraño, inexplicable, como todo lo que pasa en la infancia y la adolescencia, y por ello excitante. Pero cuando maduré es un decir y comprendí que sentía por A., llegó el sentimiento infinito de culpabilidad, la vergüenza de mí mismo y el tormento que poco a poco me va consumiendo. Quererla me ha arruinado la vida porque me ha impedido querer a otra mujer. Todas mis relaciones han fracasado por ello. He estado con mujeres fantásticas, que seguramente superaban a A. en casi todo, pero no eran Ella. Se supone que ahora tendría que estar casado con L., malcriando demonios, pero llegó un momento, tras seis años de relación, cuatro de convivencia, en que no pude soportar vivir más tiempo en una farsa. ¿Y si hubiera sido capaz, si me hubiera olvidado de A. y le hubiera dado todo a L.? Puede ser que para ser feliz con ella habría bastado con desearlo.
Nunca ha habido nada con A., ni siquiera lo he intentado. Nuestra relación es cordial, pero nunca íntima. Jamás hemos tenido conversaciones personales, ni hemos compartido secretos, ni siquiera, al menos hasta hace poco, una muestra de complicidad. Yo me he alejado de ella conscientemente, como si estar cerca de ella me hiciera más daño. En momentos muy importantes de su vida, incluso en los más tristes, yo no he estado. Podría contar muchos ejemplos de momentos, para mí importantes, en los que ella ha intentado acercarse a mí y yo la he rechazado. Una vez, me preguntó cómo me iba con una chica con la que había empezado a salir y yo, literalmente, me di la vuelta y me fui. Otra, cuando quiso saber cómo estaba después de romper con mi novia histórica, le respondí con desprecio que no era asunto suyo. Y así, tantísimos casos más. No podía soportar hablarle de otras, pero tampoco la más mínima muestra de intimidad. Y, sin embargo, a pesar de mi estupidez, de mi indecente comportamiento con ella, A. me ha dado muchas muestras de aprecio. Me hizo padrino de sus dos hijas, ha dado la cara por mí en muchos momentos aunque yo por ella también, pintó por sorpresa a pesar de insistirle en que no lo hicierami casa, me ayudó a decorarla, me compra ropa Podría estar hasta mañana.
Desde hace un tiempo tengo la sensación de que algo ha cambiado en ella. No sé si es mi mente enferma, enfermísima sin remedio, que crea algo que no existe, pero tengo la sensación de ella me busca con más insistencia que antes, y sobre todo, de una manera diferente. En las reuniones familiares de cada domingo, ella siempre busca sentarse a mi lado, no para de tocarme, de gastar bromas, de enseñarme fotos, idea bromas o secretos tontos y presume ante los demás de que sólo ella y yo lo conocemos, no para de pedirme que abandone mi actitud cavernícola y me ponga en el móvil wasap o cómo demonios se escriba. El otro día coincidimos en un tanatorio, saludé a todos los que conocía menos a ella, que estaba en la otra punta de la habitación. Ella se la cruzó apartando a la gente para darme un par de besos que me llegaron al alma, tan intensos me parecieron. Otra prima mía, al ver la situación, nos miró con tal cara de asombro que parecía que había visto resucitar al muerto. Tal vez, seguramente, sea todo imaginación mía, mi deseo que me juega malas pasadas, aquello de que quien tiene hambre sueña con bollos. Tal vez A. simplemente se está comportando como una buena prima y sólo quiere hacerme sentir bien en un mal momento mío, tal vez es que siempre me ha apreciado como familiar, y basta, y siempre ha querido tener ese tipo de relación y ahora me ve más receptivo. Pero tiene otros primos y con ellos no se muestra como conmigo ni de lejosTodo me parece tan extraño y tan perturbador, que a veces pierdo la cabeza y creo que ella también me quiere, que también lo oculta porque también se siente avergonzada y culpable y que está deseando que yo dé el primer paso y me declare, y mi mente me imagina reuniendo todo el valor del Universo para ir a buscarla y decirle que la amo tanto que estoy a punto de deshacerme, que le pido que se venga conmigo y ella acepta, y en esos momentos de delirio no me importa lo que ella, o su marido, o sus hijas puedan sufrir, ni que la familia saltara por los aires. Entonces vuelvo a la realidad y me odio por mi egoísmo y por estar encerrado en un sueño que no llegará jamás. Llegará el domingo, A. volverá a reírse con la cabeza apoyada en mi hombro, me guiñará uno de sus enormes oscuros ojos cuando un pariente suelte una de sus paridas habituales y que ella sabe que me irritan tanto, o me pedirá que me acuerde de ella y me la lleve la próxima vez que viaje a Italia, o Dios sabe qué, y desearé morirme de nuevo. O llegará el día en que me líe la manta a la cabeza y le confiese que me muero por ella.
Ahora, las piedras, ni intentaré protegerme.