Amar a dos personas a la vez
Esta es mi historia. Una historia de amor prohibido o más bien, no debido. Soy una chica de 28 años. Bastante alegre y algo tímida. Y en el amor, siempre me he considerado algo clásicapero últimamente, se me han complicado las cosas un poquito en ese aspecto.
Empezaré contando mi situación actual. Aunque por partes
Llevo con mi pareja casi seis años. Hemos pasado por altibajos como es normal. Pero a pesar de todo, lo quiero y le amo con locura y no me imagino una vida sin el. No tenemos una relación monótona, ni mucho menos estancada. Sigue habiendo pasión, cariño y podemos pasarnos horas y horas hablando o simplemente mirándonos a los ojos sin más. Os cuento todo esto porque quiero que entendáis que no tengo una relación muerta y que necesito obtener de otros lo que no me proporciona mi pareja ni mucho menos.
Pero a pesar de eso, creo que no puedo evitar decir que el problema llega con una tercera persona. Y antes de nada me gustaría aclarar que nunca he sido una persona infiel y no pretendo serlo, si es que en cierta manera no lo he sido ya. Pero hay cosas que no se pueden elegir. Así que me explico
Cuando tenía 19 años, conocí en el trabajo a Alberto. Un chico 12 años mayor que yo. Tengo que confesaros que al principio no le tragaba mucho, pero con el tiempo fuimos conociéndonos mejor y llegamos a entablar una muy buena relación. Me di cuenta que con el las cosas me daban más verguenza y que mi cuerpo estaba siempre en alerta. Me ponía nerviosa de una manera muy extraña, y de una manera que no llegaba a comprender muy bien. Físicamente no me atraía, y era bastante más mayor que yo. Simplemente no me planteaba la opción de que me pudiera sentir atraída por el.
Cuando dejé ese trabajo, no perdimos el contacto. Hablábamos casi a diario, nos podían dar las 5 de la mañana chateando. Nos escribíamos mensajes al móvil diciéndonos los mucho que nos acordábamos el uno del otro y lo que nos echábamos de menos. Y más de una vez el insistió en quedar, pero yo siempre buscaba alguna excusa o algún pretexto para no hacerlo. ¿porqué? Pues ni yo lo se. Pero había algo que me decía que no debía. Por esa época también tenía pareja, y creía que era mejor así.
Aunque de vez en cuando si me pasaba por mi antiguo trabajo para visitar a mis compañeros, y por supuesto, a él. Recuerdo que en cuanto nuestras miradas se cruzaban mi cuerpo empezaba a temblar. Sentía escalofríos, y me costaba centrarme. Siempre se burlaba de mi porque decía que se me subían los colores, y probablemente fuera cierto. Lo que más rabia me daba, era que al él no parecía afectarle de esa manera el hecho de verme.
Me rayaba el que pudiera ejercer ese poder sobre mi. Ambos teníamos pareja, el era mucho mayor y probablemente fueran paranoias mías que pudiera haber algo entre nosotros. Así que decidí alejarme. Y poco a poco fui desapareciendo de su vida. El se cabreó muchas veces, e intentó hacerme volver otras tantas, pero debía seguir adelante con mi decisión. Era lo correcto.
Durante años, nos escribimos únicamente para felicitarnos en nuestros cumpleaños y en navidades. Pero nunca salió de mi cabeza al 100%.
Entonces, hará unos tres años, me escribió para decirme que iba a ser papá. Me alegré un montón por el, parecía tan ilusionadoy realmente me encantaba verle asi. Eso dio pie a que volviéramos a mantener un poco más el contacto. Yo ya estaba con mi pareja actual. Teníamos planeado irnos fuera de Madrid. Ibamos buscando un cambio, y me pareció que la idea a Alberto no le gustó mucho. Pero poner kms de distancia no hizo otra cosa más que unirnos. Empezamos a hablar a diario. No había día que no nos diéramos los buenos días o las buenas noches. Se estaba convirtiendo en una necesidad hablar con el. De lo que fuera, pero saber que estaba al otro lado del teléfono, pendiente de mi, como yo lo estaba de el.
Aunque al principio de mi historia os he contado lo buena que es mi relación actualmente, no siempre fue así. Justo por aquella época no estábamos demasiado bien. Discutíamos mucho. Asique yo m desahogaba con Alberto y el lo hacía conmigo. Ya había sido papá, y las cosas en su relación habían cambiado demasiado. Más de lo que debían. Así que nos teníamos el uno al otro.
Pero con el tiempo, nuestras conversaciones empezaron a coger forma. Nos decíamos los mucho que nos queríamos y las ganas que teníamos de vernos. Me decía que tenía q ir a Madrid a visitarlo, que necesitaba darme un achuchón y no soltarme. Nos gustaba hablar de todo lo que nos gustaría hacer si nos viéramos. Cosas tan simples como ir de cañas, pero otras cosas no tan normales como el echo de sentirnos cerca, besarnos, rozarnos, tocarnos.Hasta tal punto, que nuestras conversaciones aveces llegaban a ser algo subidas de tono. Pero bueno, al fin y al cabo solo eran conversaciones, y no hacíamos daño a nadie.
Pero entonces, por cosas de trabajo, tuvimos que tomar la decisión de volver a Madrid, y yo me acojoné. Una cosa era charlar por el móvil, sabiendo que nos separaban unos cuantos kms de distancia, y otra muy distinta era hacerlo sabiendo que estábamos muy cerca.
Mi pareja y yo habíamos arreglado las cosas y estábamos mejor que nunca, así que yo no me planteaba cambiar nada de mi vida. Pero indudablemente algo lo iba a hacer. Así que volvimos a Madrid y mentí a Alberto. Le dije que aún no habíamos vuelto. Necesitaba tiempo para pensar. Pero la única solución era volver a desaparecer como había hecho años atrás, y eso no lo quería. Así que terminé diciéndole la verdad. Se alegró tanto de saber que volvía, que me volví a acojonar. Quería verme, pero no debíamos. Al principio no me resultó difícil encontrar alguna excusa. Acababa de llegar y tenía muchas cosas que poner en orden, pero luego empezó a mosquearse y tampoco quería que pensara que no quería verle. En el fondo yo estaba deseándolo, pero no podía evitar sentir miedo. Sólo de pensarlo, volvía a sentir aquella sensación que había sentido años atrás cada vez que le veía. ¿Qué podía hacer?
Decidí ser valiente y confiar en que nada pasaría. A lo mejor, después de tantos años, al verle ya no sería lo mismo. Pero como ya imaginaba, estaba muy equivocada.
Cuando le ví, mi cuerpo se paralizó. No era como antes, era mucho peor. Mi corazón latía como si quisiera salirse del pecho. Por fin parecía no ser la única nerviosa. Estábamos tensos y se notaba, pero nos fuimos relajando. No teníamos mucho tiempo. Nos fuimos a tomar algo. Charlamos, nos reimos, nos miramos y nos avergonzamos. Y cuando nos despedimos, nos dimos un largo abrazo, aunque me sentía bastante cohibida, y se que el lo notó.
Sentía demasiadas cosas a la vez, y muy contradictorias¿Podía alguien explotar en mil pedazos asi de repente?
Me sentía tan vulnerable a su ladoNunca antes me había sentido así, era tan diferente a todo.Perder el control absoluto de mi misma no podía ser normal. Y eso me hacía sentir muy culpable¡yo amaba a mi pareja! ¿porqué sentía entonces todo aquello?
Traté de no darle mayor importancia y centrarme en mi nuevo trabajo. Aquello que se apoderaba de mi tenía q ser capaz de controlarlo por el bien de mi relación. No quería perderlos a ninguno de los dos. Así que debía empezar a ser dueña de mis sentimientos, y sabía que podía controlarlos, siempre y cuando el no rompiera el perímetro de seguridad La próxima vez que nos viéramos, me pondría a prueba a mi misma. Y esa ocasión no tardó mucho en llegar
Alberto era quiromasajista, yo tenía problemas de espalda, y durante mucho tiempo había insistido en que le dejara hacer su trabajo, pero siempre había rechazado tal ofreciemiento, como podéis imaginar. Me dijo que me dejara de tonterías, que era muy profesional con su trabajo y que no debía temer nada, así que decidí creerle y aceptar.
Me invitó a comer a casa de sus padres, era allí donde tenia la camilla para dar masajes. El problema es que íbamos a estar solos.
Verle de nuevo conllevó el mismo ritual de nervios y descontrol de siempre. Me cabreé conmigo misma y me obligué a controlarme como pude. Superada esa fase, todo empezó a fluir mejor. Cuando llegamos a su casa, me dejó en el salón y se fue a por la camilla. Me quedé de pie como pasmarote, sin saber que hacer. Cuando regresó con la camilla me miró, me sonrió y me preguntó si pretendía quedarme ahí de pie sin hacer nada. Puso la camilla en su sitió, se acercó a mi, me acarició la mejilla y me dijo: Ve desnudándote, que voy a por las cremas. ¡Las piernas me flojearon! Tomé aire y comencé a quitarme la ropa hasta quedarme en sujetador y vaqueros. Cuando volvió a entrar, recuerdo que me miró y me sonrió, a la vez que me echaba un vistazo de arriba abajo. Eso terminó de derretirme. Era demasiado blanda.
Me tomó de la mano y me llevó hasta la camilla. Una vez tumbada, me arropó con una toalla, dejando al descubierto únicamente la espalda. Se acercó a mi y me pidió con voz calmada que me relajara.
Noté como retiraba el pelo de mis hombros y ponía sus cálidas manos en mi espalda. Entonces mi cuerpo se tensó. Con una sonrisilla en la voz, me dijo que no me pretendía morderme y que hiciera el favor de no ponerme tan tensa. Se notaba que estaba disfrutando con todo aquello y no quería darle ese gusto. Así que tome aire y traté de calmarme. Me desabrochó el sujetador y me pidió que m lo quitara. Le obedecí sin más y comenzó a darme el masaje. Vacié mi mente de cualquier pensamiento para sobre todo, no pensar que era Alberto quien me tocaba de aquella manera. Pude disfrutar del masaje. La verdad que tenía unas manos increíbles, a pesar de la presión que tenía que ejercer para poder trabajar los músculos lo hacía con tal delicadeza¡no pude evitar pensar si lo haría todo así de delicado!
Me pidió que me diera la vuelta, no sin antes volver a ponerme el sujetador. Me dio una pequeña sesión de Shiatshu y cuando terminó el masaje se acercó a mis labios y me besó de una manera suave y tierna. Fue casi un simple roce, pero suficiente para trastocarme del todo, y lo acompañó de un me encantas casi en susurros.
Tardé unos segundos en incorporarme. El tiempo que tarde en recomponerme. Me levanté de la camilla le sonreí y decidí comportarme como si nada. A él se le daba mucho mejor que a mi.
Comimos tranquilamente. Aún teníamos tiempo, incluso después de dejarlo todo recogido. Nos sentamos en el sofá a charlar. Por primera vez le notaba a el más nervioso de lo q yo lo estaba. Me gustaba verle así. Me cogió la mano y empezó a masajearla. Me parecía que quería decirme algo pero no encontraba las palabras. Me miró a la cara y me dijo que esperaba no haberse sobrepasado y q no me hubiera molestado. Le dije con una sonrisa que sabia de sobra que no lo había hecho y le apreté la mano para tranquilizarle. Entonces me llevó hacia el, me arropó entre sus brazos y dijo entre suspiros que no sabía que iba a hacer conmigo. ¿ A qué se refería?
Me abracé a el fuertemente, como si fuera la última vez que pudiera hacerlo. Quería que sintiera que nunca iba a dejar d estar ahí para el.
Nos acomodamos en el sofá abrazados, sin decir nada. Cada uno inmerso en sus propios pensamientos, pensamientos probablemente ligados. Me acariciaba el pelo. Rozaba mi piel con sus dedos, haciendo dibujos sobre mi cuerpo.
Apoyada sobre su pecho sentía como su respiración se aceleraba y mi piel ardía con cada roce. Introducí mi mano por debajo de su camiseta y comencé a hacer círculos con mis dedos por su tripa y su pecho. Pude notar como su respiración se volvía más estridente, y soltaba un ¡ufff! por la boca que no dejaba ninguna duda. Nos estábamos acelerando demasiado. Nuestros cuerpos nos pedían a gritos más, mucho más. Me tomó de la barbilla y enfrentó nuestras caras, y volvió a besarme con la misma ternura de antes. Un beso dulce pero intenso. Pero en el fondo, un beso contenido.
Me separé de el. No podíamos seguir con aquello. Me había prometido que me controlaría y no podía faltar a mi palabra. Pero me miraba de aquella manera, que lo hacía aún más insoportable.
Tenía que salir de allí. Buscar un sitio menos privado, donde no fuera tan difícil tener que controlarse. Así que me levanté de un salto y le dije que lo mejor era marcharnos de allí. Parecía decepcionado, pero me daba igual. Estaba haciendo lo correcto. Así que cuando nos disponíamos a salir, me cogió del brazo y me empujó contra la puerta y me volvió a besar, pero esta vez de una manera bastante menos tierna. Intenté hacerle retroceder, pero ni el cedió ni yo volví a insistir. Le devolví el beso de una manera un tanto violenta, le mordí el labio inferior y eso pareció enloquecerle. Todo comenzó a darme vueltas. Le aparté con fuerza y me estrepité hacia la puerta, casi huyendo de allí.
Después de ese día me sentía culpable. No quería perder a mi pareja. Le amaba, eso lo seguía teniendo muy claro. Pero ¿amaba también a Alberto? No era simple lujuria. Me importaba demasiado. Le quería. Seguro. ¿Pero era algo más?
Me despertaba a diario pensando en eltodo lo que le pasara me afectaba de manera irracionalle sentía tan especial¡demasiado especial para ser un simple capricho!
¿Pero era posible sentir tanto por dos personas a la vez? Quizá estaba confundiendo mis sentimientostenía q ser eso. Así que tomé una decisión. Necesitaba unos días para pensar. Necesitaba unos días sin saber nada de Alberto. No se lo tomó demasiado bien, pero respetó mi decisión. Me aseguró que estaría esperándome cuando estuviera lista para volver, si es que lo hacía. Tenía mucho miedo a que eso pudiera pasar, pero no m atreví a prometerlo que era imposible. Me dijo que era demasiado especial y que eso nunca cambiaría. Pasara lo que pasara.
Y fueron los 10 días mas largos de mi vida. Estaba desganada, de mala leche. Me costaba centrarme. Era como si me hubieran arrancado una pierna y estuviera tratando de seguir caminando como si nada. No podía apartarle de mi vida sin más. Esta vez no. Le necesitaba. Pero si quería seguir con mi relación, debíamos establecer unas reglas
Esas reglas, aún no están del todo establecidas.
A día de hoy, seguimos hablando a diario. Incontroláblemente cada vez me siento más unida a el, de una manera extraña. Nos vemos muy poco, porque el trabajo y la situación de cada uno no nos lo permite, pero es mejor así. Pero cuando nos vemos, todo mi mundo se sigue agitando.
No se en que terminará todo esto, pero si alguien ha pasado por algo similar que por favor me diga como vive con ello, porque yo hay días q creo que voy a enloquecer. Gracias por leerme, y espero que no se os haya hecho demasiada larga mi historia.
Ser felices.
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Sé lo que estás pasando
Un suplicio...un malestar interno...sentirte culpable y a la vez feliz con cada nuevo mensaje...Te entiendo muy bien...yo sí creo que te puedes enamorar de dos personas a la vez. Toda tu historia es muy parecida a la mía y sé lo mal que estás en este momento...Que por los dos te derrites, que por los dos sientes...pero eso nadie lo entiende. Y por desgracia tienes que elegir a uno de los dos por tu salud mental. Sino acabarás fatal de verdad. Elige con el corazón y a por todas. Pero tienes que decir NO a uno de los dos y Sí al otro.
No tardes mucho por ti...y también te digo que el que no elijas estará siempre en tu corazón... Porque también le quieres. Es muy duro. Es mi consejo.
Suerte amiga!
Sé lo que estás pasando
Un suplicio...un malestar interno...sentirte culpable y a la vez feliz con cada nuevo mensaje...Te entiendo muy bien...yo sí creo que te puedes enamorar de dos personas a la vez. Toda tu historia es muy parecida a la mía y sé lo mal que estás en este momento...Que por los dos te derrites, que por los dos sientes...pero eso nadie lo entiende. Y por desgracia tienes que elegir a uno de los dos por tu salud mental. Sino acabarás fatal de verdad. Elige con el corazón y a por todas. Pero tienes que decir NO a uno de los dos y Sí al otro.
No tardes mucho por ti...y también te digo que el que no elijas estará siempre en tu corazón... Porque también le quieres. Es muy duro. Es mi consejo.
Suerte amiga!
Buenas! Han pasado más d cuatro años de tu contestación a la historia q conté pero hasta hoy no lo había visto! Supongo que será difícil q tu leas esto ya pero bueno por probar no pierdo nada! M gustaría saber q paso con tu historia? Un saludo
Y la tuya?