El 27 de enero, Día de la Memoria del Holocausto y los Crímenes contra la Humanidad, es la fecha que conmemora la liberación del campo de exterminio de Auschwitz (Polonia), paradigma de la persecución y exterminio de los judíos de Europa, junto con otros colectivos como gitanos y homosexuales entre otras víctimas de la barbarie nazi, una fecha señalada por la Unión Europea para conmemorar el Holocausto.
El Holocausto se dio hace sesenta años, sin embargo el antisemitismo aún no ha desaparecido, como se observa en bastantes países europeos, donde ciudadanos judíos y sus bienes han sido víctimas de ataques antisemitas. Se han incendiado sinagogas, han sido profanados cementerios judíos con svásticas, han aparecido pintadas en muros de vecinos con leyendas que incitan a dar Muerte a los Judíos y que apuestan por mandar a Los Judíos a las Cámaras de Gas, además de numerosas agresiones físicas en distintas ciudades. Todo ello sin olvidar la persistente aparición de textos antisemitas en medios de comunicación e Internet.
¿Hay antisemitismo en Europa? ¿Hay antisemitismo en España? La respuesta no deja lugar a dudas. No solo lo hay sino que otra vez está creciendo el odio a los judíos y a otros colectivos víctimas. Grupos neonazis, de ultraderecha, neofascistas, racistas son solo el síntoma de este mal que aqueja a nuestro continente. El retorno de los prejuicios, de los chistes sucios sobre judíos, la campaña denigratoria y permanente en numerosas páginas de Internet, el desprecio, la envidia, la difamación, son algunos de los elementos ambientales que preparan quienes desean la vuelta de la barbarie, que ya preanuncian las profanaciones de tumbas u otros sucesos de violencia.
Un ambiente que se complementa con la aparición de estudios relativizando las matanzas de los nazis o con irresponsables afirmaciones reprobables como las de Saramago y de quienes le imitan, que comparó los campos de exterminio de Hitler con los campos de refugiados palestinos, todo ello, junto con la extensión de la difamación y la persistente propaganda antijudía de siempre, va haciendo mella en las sociedades donde el antisemitismo ha sido inculcado durante siglos, donde el plan de exterminio de Hitler encontró mas colaboración de lo que se reconoce y donde lo judío sigue siendo presentado con tinte criminal, tenebroso, conspirativo o, cuando menos, sospechoso.
Una encuesta reciente sobre antisemitismo en Europa de Eurostat, la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea, refleja que el 60 por ciento de los europeos consideran que Israel es el país que mas amenaza a la paz mundial, además un 46 por ciento de los consultados considera a los judíos como diferentes y un 35 por ciento cree que deben dejar el tema de las víctimas del Holocausto.
El argumento explicativo no puede ser la situación actual en Oriente Próximo, eso es solo la excusa del avestruz que no quiere ver que el antisemitismo ha vuelto a emerger de nuevo y con fuerza. El conflicto Israel-Palestina tiene sus variables propias, internacionales, regionales y de la realidad interna de estos países, y es inmoral justificar el ascenso del antisemitismo, de derecha o izquierda, peor aún, legitimar la violencia y el terrorismo a partir de esta grave situación.
Sin embargo en el ambiente internacional que se está conformando, especialmente en Europa, tanto en el social como en el político y cultural, anida la intolerancia y el racismo, en este hábitat crece el odio y antisemitismo de dramáticos recuerdos para la humanidad. La estigmatización y la xenofobia hacia las comunidades judía y musulmana, está cristalizando en todos los ámbitos de la vida cotidiana y en todos los rincones del planeta y ello agrava el peligro para la paz colectiva y los valores en que se asienta la convivencia mundial proclamados en la Carta de las Naciones Unidas.
Es preciso subrayar la importancia de prestar al antisemitismo, al racismo, la xenofobia y a la intolerancia en general, formas patentes de la barbarie, una atención constante y periódicamente renovada. Trabajar contra este problema en la escuela, en los medios de comunicación, en la sociedad con políticas específicas y sobre perseguir con la justicia todas las conductas y manifestaciones ilícitas que lo promueven. La provocación, la incitación al odio, a la violencia o a la discriminación racial, la agresión física, escrita o verbal que constituya injuria o difamación de personas o al colectivo está penalizada en las legislaciones antidiscriminatorias, como igualmente la negación del Holocausto y de la existencia de crímenes contra la humanidad o la apología de los mismos.
Que el silencio y la indiferencia no nos convierta en cómplices de la intolerancia.