al principio me frotaba boca abajo sobre la almohada, y un día quería tocar el himen y probar a ver si se podía traspasar el dedo, y me fue muy bien, entonces, se me ocurrió hacer otro experimento, y ver que pasaba si metía el dedito en el culete para ver que encontraba y también lo conseguí.
Como sólo tenía doce años pensaba que había hecho algo asqueroso, pero siempre que iba al váter me apetecía porque me excitaba al limpiarme.
Me he avergonzado de tocarme el culete porque creía que era la única chica que lo hacía y más siendo tan pequeña y todavía intento centrame sólo en la vagina.