Foro / Pareja

Reunión de trabajo.

Última respuesta: 18 de septiembre de 2007 a las 22:22
O
olegs_6996191
7/9/07 a las 2:36


Por mi trabajo recibí una invitación a almorzar de parte de un ejecutivo bancario para evaluar oportunidades de negocios para mi Compañía. Fue esa la ocasión que la vi por primera vez. Su nombre Mariana, una mujer de estatura mediana y delgada, joven y bella, de tez blanca y de largas piernas. Su misión era comentarme algunos servicios que el banco estaba interesado en presentarme.

No fue hasta un mes después que recibí una llamada suya para solicitarme algunos datos de mi Compañía. Entonces le sugerí si le parecía visitarme en mi oficina, aprovechar de compartir un café y de llevarse los datos que necesitaba. Ella acepto encantada.

Llegó el día concertado, Mariana, muy elegante llegó a mi oficina me saludó de mano y se sentó frente a mi. Bebimos café y le entregué los datos que necesitaba. Después nos quedamos conversando acerca de nuestros trabajos. Todo formal hasta ese momento.

Ya cuando la formalidad estaba disipada, le pregunté si aceptaría una invitación para reunirse conmigo nuevamente, pero esta vez en otro lugar y fuera de horario de oficina. Me miró y se sonrió, creo que no esperaba una invitación de este tipo, pero después de unos segundos acepto de buenas ganas.

Llegó el día de nuestro encuentro. El lugar, un restaurante de comida japonesa. Era viernes así que el tiempo para compartir sería prolongado, todo dependía de la química que podríamos lograr. Mi intensión era conocerla en otra faceta, más como mujer que como un ejecutivo bancario. No me imaginaba lo que podría pasar después.

Ordenamos Sushi y bebimos vino blanco. Ya después del café nos quedamos un par de horas más en lugar conversando sobre diversos temas, entre ellos políticos, culturales, deportivos etc., a veces con opiniones discrepantes sobre los mismos. En un instante me decidí a tomar su mano. Ella no se opuso, las miradas delataban la química que ya existía entre nosotros. Su sensualidad, su delicadeza en sus movimientos y su agradable perfume habían cautivado todos mis sentidos.

En el restorán quedaban pocos comensales por lo que decidí solicitar la cuenta, pero mi verdadera intensión era irme con ella a otro lugar donde pudiéramos estar más a gusto. Sin embargo me pidió si le podía conseguir un taxi a lo cual me opuse. No te preocupes, yo te iré a dejar, le dije. Ella me respondió que no quería incomodarme que estaba bien un taxi. No para mi no es ninguna molestia, al contrario deseo pasar más tiempo contigo esta noche, le dije.

Una vez que llegamos a mi auto le pregunté si la podía besar, le dije que era muy hermosa y que no quería despedirme sin antes robarle un beso. Ella se sonrió y me besó suavemente la mejilla izquierda. Yo le di las gracias por el beso pero le dije que esperaba que hubiese sido en otro lugar. Ella me preguntó y donde esperabas recibirlo. Yo le respondí con un gesto, y le indique mis labios llevando su mano derecha hasta allí.. Ello sólo sonreía, hasta que no pude contenerme y le bese suavemente sus labios rosa. Ella no se opuso, su consentimiento ya me lo había ganado.

Nos quedamos en mi auto varios minutos mirándonos y besándonos. No quería que la noche acabase, quería amanecer con ella en el más pegado de los abrazos. Le sugerí que se quedara conmigo esa noche. Ella no estaba muy segura, pero el calor que nos invadía en ese momento era sublime. Acepto, pero me preguntó: dónde pasaremos la noche, a lo que contesté: debe haber un lugar que nos pueda cobijar. Enl tu departamento no podemos en el mío menos, le dije. Sin más pensarlo puse en funcionamiento mi auto y nos dirigimos al mejor motel de la ciudad.

Cuando ingresamos a la habitación le pedí que nos sentáramos un momento. Ambos sabíamos a lo que íbamos, pero mi intensión no era apresurarnos, así fue que para relajarnos bebimos un poco y nos pusimos conversar de las cosas más triviales del mundo.

Cuando la ansiedad ya nos había dejado, le tome sus manos, la besé suavemente y le susurré al oído que bella eres. Ella, con su mirada asintió y me expreso con una voz suave las gracias por mi cumplido.

Comencé con suaves caricias en su rostro y besos en el cuello. Acaricié su pelo, sus hombros, besé sus ojos. Acaricié con fuerza su espalda. Luego le pedí que nos pusiéremos de pie ya que deseaba quitarle la ropa lentamente. Quería apreciar su anatomía exquisita y volver a sentir su delicado perfume.

Proseguí desabrochando su blusa blanca, muy ajustada a su pie,l sin dejarla besar en todo memento. Luego la abracé por atrás y la bese nuevamente por el cuello, sus hombros. Gusté el sabor de su piel. Mariana tenía sus ojos cerrados, pero consentía cada una de mis caricias, a veces con sobresaltos por la excitación recibida.

Continué besándola por la espalda y baje hasta llegar al broche de su falda, el cual se me hizo fácil desprender. Su falda se deslizó sin resistencia dejando al descubierto sus bellas y largas piernas. Pude ver su diminuta ropa interior, blanca y con encajes, muy sexy para la ocasión.

Ya casi desnuda frente a mí, pidió hacer lo mismo a lo cual accedí. Me excitaba ver como lo hacía. Acarició mi torso, besó mi cuello y luego mi boca. Los intercambios de fluidos labiales estaban a nuestro antojo.

Vestidos sólo con lo que nos quedaba, nos reencontramos en la cama y comenzamos a besarnos locamente donde nuestras lenguas se confundían y las caricias intencionadas exaltaban ya nuestro instinto carnal de poseernos el uno al otro.

La puse de espalda hacia mí, y le quité lo último que le quedaba de vestir, yo ya había hecho lo propio dejando al descubierto toda mi virilidad. Por fin pude ver ese cuerpo desnudo, hermoso de piel blanca y de esculpida figura femenina.

Decidí recorrer su cuerpo, quería sentir su aroma. Besé cada lugar de su humanidad como explorando algo desconocido. No quería hacer nada más, sólo contemplar su belleza, tocar su piel intima sin impedimento. Poco a poco mis besos y caricias se aproximaron al triángulo que formaba ese bello púdico muy bien mantenido, sexy a la vista, elegante a la vez. Llegué hasta su sexo, donde me detuve a contemplarlo, a sentirlo. Descubrí su olor, disfruté su sabor y bebí sus jugos. Su color era a fresa madura.

Su excitación llegó al límite de que lo era capaz de soportar, expendió orgasmos y sensaciones de placer pocas veces vividas, me comentó. Ya nada podía detenerme, su sexo me pertenecía y estaba ahí para hacer de él lo que mi imaginación demandara.

De pronto sentí como sus manos friccionaban una y otra vez mi músculo erecto y rojizo, ya en todo su vigor. Sentí la humedad de sus labios, las caricias de su lengua y el deseo de romperme en ese instante, pero me contuve. Quería seguir disfrutando. Ella sabía que me complacía, sus suaves manos y su dulce boca se apoderaron de todo mi sexo. Sentí venir la fuerza del volcán cuando expulsa su lava por la furia contenida. Mi líquido varonil ya no me pertenecía.

Limpie sus labios, lave sus mejillas y la volví a besar acaloradamente. Note su satisfacción de haberme hecho estallar por primera vez esa noche.

Pero nuestro encuentro no terminaría en eso. De pronto la levante y la puse de espaldas hacia mi, le pedí que apoyara sus brazos en el respaldo de la cama, de manera que su adorable anatomía quedara frente a mi, despejada de todo obstáculo para satisfacer mis más groseros instintos. Acaricié su piel, mordí su carne y probé nuevamente su dulce secreto. Fue entonces cuando decidí tomar posesión de su cavidad, introduciéndome salvajemente en su yo más profundo. Sentí su interior, la humedad tibia del sexo ofrecido, la fricción de las carnes, cada vez más ligero, cada vez más profundo. Mis manos se habían apoderado de su cuerpo, de sus caderas, de sus pechos con sabor a miel. Todo era mío.

Los movimientos de nuestros cuerpos calientes y húmedos cada vez más intensos, presagiaban la liberación abrupta de mi líquido blanco y espeso. Esperé su gozo, me ofreció su gozo, entonces le invadí. Su cavidad infinita derrochó espesor y se acompañó de ahogados gritos de placer, los segundos que me brindaría esa noche.

Fue así como ese cuarto de hotel fue testigo de nuestros cuerpos desnudos e inhibidos, libres para satisfacerse mutuamente, con abundantes posturas sacadas de la imaginación, con movimientos suaves y salvajes, a ratos quietos y dormidos a ratos despiertos y desenfrenados.

Ver también

A
afifa_7888580
7/9/07 a las 21:31

Exquisito relato
ME HICISTE EVOCAR UNA EPOCA INOLVIDABLE DE MI VIDA, POR ESE LADO TE AGRADEZCO .. POR EL OTRO TE FELICITO, PUES TU RELATO ESTA GENIAL NO RAYASTE EN LA VULGARIDAD Y NO DEJASTE QUE SE PERDIERA EL EROTISMO.

BIEN POR TI QUE TUVISTE UNA EXPERIENCIA COMO ESA.

EXCELENTE.
QUE GOCES DE BUEN SEX0.

LA MININA

A
aila_9784444
9/9/07 a las 21:59

De 100
EXELENTE EL RELATO FUE MUY ROMANTICO Y CAUTIVADOR..

A
auicha_8761147
14/9/07 a las :04

Garcia marquez se queda corto
Eres fabuloso con esa descripcion tan poetica y romantica de haber relatado lo que sucedio en ese cuarto me gustaria que mi pareja describiera nuestros encuentros de la misma manera que tu.

A
afifa_7888580
17/9/07 a las 22:26

Deberiamos hacer un ranking
hay mucho caballeros aqui que hacen excelentes relatos y que de verdad nos dejan super calientes, creo que tu estarias nominadisimo para los mejores que relatan.
Ese toque poetico fue lo que de verdad marco la pauta.
Sumamente encantador y erotico.

La minina

M
megan_9671037
18/9/07 a las 22:22

Hey!
no puedo contestar tu mensaje porque al parecer estoy bloqueada..

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