Si es por ser infiel, hoy ambos "bandos" compiten por la supremacía, y no se sacan ventaja.
Si uno puede abstraerse de los sentimientos que se dan cuando descubre que lo engañan y lo analizaría desapasionadamente, se llegan a entender las razones que llevan a alguien a encontrar en otras personas las sensaciones que no brinda la pareja.
No hay que ser demasiado inteligente para ello.
Se hace más complejo cuando se trata de entender el engaño y los sentimien-tos que ha tenido la pareja en los momentos en que actuó de esa manera.
Sin tener en cuenta el sexo, algo natural entre dos personas que se gustan, imaginar que significación tuvo en esas personas el ser partícipes de la trama de intrigas y mentiras que urdieron para llevar adelante la relación con una tercera persona que es ajena a la misma por desconocer su existencia.
Pensar hasta que punto, si es que ha existido, ha tenido importancia el desmerecer o juzgar en ausencia a esa persona para cimentar esa unión entre infiel y amante.
Y, tal vez lo más significativo, que sentía y en que pensaba nuestra pareja cuando compartía nuestra vida y nuestra intimidad.
Es algo que aunque nos lo digan, o muchas veces lo veamos expresado aquí, posiblemente por no entrar en nuestro campo de pensamiento, se escapa su comprensión.
Pero lo que se hace incompresible hasta un grado superlativo, y hasta entra en la característica de asombro, es lo que sucede cuando esa tercera persona que vivía ajena, por las circunstancias que fuera, se introduce en la relación idílica que existe entre infiel y amante.
Parece que todo lo vivido se esfumara como por arte de magia, que despertaran luego de un sueño y no recordaran lo que ha sucedido en él.
Es como si lo que no hicieron antes, reconocer a la persona que vivía con ellos, se le presentara en toda su magnitud.
Y quieren recomponer lo roto, encontrar lo perdido y en esa empresa hasta dejan de lado su orgullo, sus ambiciones y sus sueños.
Y aquí dejo mi reflexión:
Se tilda a los infieles de egoístas porque no dejan a su pareja en libertad y la retienen para vivir ellos a su manera.
Pero si en una situación así les recriminamos su proceder y queremos que se queden a nuestro lado ¿no estamos haciendo lo mismo?
Si, como he leído Nadie es de Nadie y nuestra pareja no se siente completa en nuestra compañía y busca su libertad cayendo en la infidelidad ¿Podemos coartar esa libertad y convertirnos en sus dueños?
Se habla del perdón ¿Pero que clase de perdón es desconfiar de nuestra pareja, controlar sus acciones y someterla a actitudes que nosotros mismos no so-portaríamos, como sucede en muchos casos?
Para mí perdón es decirle: Te comprendo y por ello te dejo libre y también yo quedo libre.
No hay que ser egoístas y pagar egoísmo con egoísmo.
¿No es mejor comenzar una vida nueva para ambos, en libertad y en la mejor armonía posible en bien de los hijos?
De lo contrario seríamos como esos barcos que quedan amarrados por las mismas cadenas y cuyos cascos se van deteriorando y pierden su capacidad marinera.
Es preferible exponerse a las inclemencias del tiempo en el mar, que dormir el sueño de los justos por no atrevernos a zarpar.
Saludos.