¡Hola!, esta es la primera vez que escribo en el foro, mi relato es totalmente verídico.
Llevo casi seis años con mi novio, y siempre hemos tenido sexo maravilloso. Yo soy rubia, no muy alta, ojos verdes y bastante voluptuosa. Mi novio (al menos para mí) está bastante bueno, esta en forma, sin excesivos musculos, no es muy alto, pero es un morenazo guapísimo.
Este fin de semana, mis padres se iban de viaje y me quedaba sola en mí casa. Asi que le mandé un sms a mi chico para decirle que se pasara por mi casa directamente del trabajo. No sabía la sopresa que le esperaba.
Nunca he sido muy romatica, he sido mas bien salvaje. Me vestí con un sujetador negro de encaje, que realzaban mis grandes pechos, un tanga negro, un portaligas a juego y medias de ligueros. Me dio por ponerme unos tacones enormes, negros, porque así me sentía sexy.
Cuando llegó, le dije que pasara, que la puerta estaba abierta. Yo estaba en mi habitación, haciendo como la que me maquillaba. Él, al escucharme en mi cuarto entro.
-Vaya, nena -me dijo él con voz algo ronca cuando me vio con tales pintas. Me abrazaba por detrás, me besaba el cuello, mientras me tocaba suavente el vientre, cosa que sabe que me vuelve loca.
Yo seguía haciendo como que me estaba maquillando, aunque por dentro me estaba poniendo muy caliente.
-No me seas mala, zorrita -me dijo con una sonrisa. Yo me dí la vuelta, lo abrace por el cuello, y lo miré a la cara.
-¿Cómo me has llamado? le pregunté haciendome la interesante.
-Mmmmmmm ... dijo él cerrando los ojos y metiendo las manos en el portaligas.
-¿Quieres que sea una ...
-Mmmmmm sí
-Muy bien. Tú te lo has buscado. Túmbate en la cama.
Él hizo caso de mi órden y yo le saqué la camiseta. Me incline sobre él, pasando mi sujetador de encaje, con mis pezones ya bastante duros, sobre su pecho, para llegar a su boca, morderla, y luego al cuello.
Él, torpemente, me comenzó a sacar el sujetador como podía (no se le dan bien esas cosas) por lo que yo, tan piadosa, le eché una mano quitándomelo yo misma. Notaba como su pene, ya muy duro, rozaba mis muslos vestidos con medias de ligueros. Para ese entonces, yo ya estaba muy mojada.
Él me sobaba los pechos, me succionaba uno mientras me pellizcaba el otro. Entonces, yo pasé de los mordiscos en el cuello, a un beso salvaje, humedo, casi violento, mientras gemía de placer por el trabajo que estaba haciendo con mis tetas.
Empecé a frotar mi sexo contra el suyo, mientras lo continuaba besando.
Yo no aguantaba más, queria chupársela enterita, asi que bajé, le saqué el pantalón y los boxers, y me la metí hasta donde pude, porque ya estaba bastante grande, y no me la podía tragar entera. La chupaba como a un chupa-chups, la succionaba, lamía su tronco y lo pajeaba suavemente.
-Oh, sí, nena -decía el suspirando-. Sigue, como la chupas
Con cada palabra yo me calentaba más y más. Él se dio cuenta y me apartó suavemente por los hombros. Se levanto y yo entendí que era mi turno. Me quitó los lazos del los extremos del tanga y tiró de este, hasta que pudo tocar mi clítoris con un dedo. Yo solté un gemido. Luego noté como chupaba mis líquidos. Me estaba muriendo de gusto. Me chupaba el clítoris, metía los dedos en mi vagina. No podía dejar de soltar gemidos. Estaba a punto de correrme cuando el se retiró.
-¡NO! casi grité.
-¿No? Ahora vas a ver lo que es bueno, ... (Aunque pueda sonar mal, éstas palabras, cuando se tiene sexo, excitan muchísimo).
Me levantó, se tiró en la cama y tiró de mí para que me sentara sobre él. Me tenía agarrada por la cintura.
-Fóllame le dije.
-¿Quieres ... putita?
-Mmmmmmm. Sí, quiero que me folles
Dicho y hecho, me dejó caer sobre su pene, y yo apreté hasta que me entró fuertemente. El me cogió la cabeza, casi tirándome del pelo, y me comió la boca salvajemente, mientras me penetraba con fuerza. Yo no podía contener los gemidos. Estaba muy caliente por todo lo que me estaba haciendo. Me chupaba las tetas como podía, me acariciaba las nalgas, me decía que le gustaba. Yo estaba al borde el orgasmo de nuevo, pero de nuevo me apartó. éabía lo que quería.
Me situé a cuatro patas en el borde de la cama, él se colocó detrás, y me embistió con violencia, me estaba mueriendo de placer. Se movía, y yo me movía también.
-Dame más le pedía-. Más fuerte, por favor, dame, sigue.
-Toma, ... ¿te gusta, nena?
-Mmmmmm. Sí, me gusta, voy a correrme bebé, no aguanto más
Ya sí que no podía más. Yo adiviné sus intenciones, pero ya me estaba corriendo lentamente.
-Si te quitas ahora te enteras lo amenacé mientras gemía fuertemente.
Pero en vez de quitarse, como esperaba, lo escuché soltar un gemido y clavar sus dedos en mis nalgas. Nos habíamos corrido juntos.
Nos tiramos en la cama y nos dimos un corto beso.
-Eres increíble, nena.
-Tú lo eres más y cerré los ojos, pues me sentía exahusta.
Al rato me sentía sudada y sucia.
-Me voy a la ducha, nene.
-Espera, voy contigo, nena.
Pero eso ya es otra historia que les contaré otro día