Hola chicas.
Escribo aquí un poco para desahogarme y soltarlo todo y un poco también para que alguien que haya pasado o esté pasando por la misma situación me pueda dar su punto de vista... acepto todo tipo de consejos, porque lo que soy yo... estoy hecha todo un lío.
La relación con mi novio siempre ha sido complicada, desde que comenzó (hace unos 4 años). Hemos tenido problemas de todo tipo, celos, mentiras... y a base de un empeño irracional se ha seguido siempre manteniendo la relación, pasara lo que pasase, no podía fracasar en esto.
Hace unos meses tuvimos la última gorda y lo dejamos; estuvimos varios días separados y por casualidades del destino nos encontramos, comenzamos a hablar, ambos habíamos bebido y, como era de esperar, volvimos a intentarlo otra vez más.
Para mi sorpresa, desde ese día hasta el momento hemos estado de maravilla, como nunca en estos 4 años... hemos discutido, obviamente, pero han sido discusiones banales que no han tenido ninguna trascendencia ni importancia. Yo muchísimas veces he llegado a dudar de que estoy con su hermano gemelo oculto, atento, cariñoso, romántico y encantador...
Entonces os preguntaréis: ¿Cuál es el problema? Pues bien, el problema es que no le deseo, no deseo que me toque, no deseo acostarme con él, no disfruto las relaciones sexuales, finjo constantemente para no herirlo... sé que esto último es culpa mía porque lo he hecho desde el principio.
Cierto es también que nunca le he deseado, la verdad nunca he sentido pasión entre sus brazos... yo empecé a liarme con él muy joven, sin tomármelo en serio para nada, como un juego que podía parar cuando se me antojara. Pero por una serie de circunstancia de la vida, problemas familiares, académicos y de amistades; me vi completamente sola, perdida en medio de un océano donde solo había una tabla a la que agarrarme, y esa tabla era él, y así lo hice. Él se convirtió en mi salvador, en mi luz al final del túnel, y gracias a su ayuda logré superar ese año fatídico y recomponerme. Sin más, me acostumbré a él, a su apoyo, a su compañía, a su cariño a pesar de todos los problemas, me convertí en una especie de adicta.
Hoy por hoy, después de tantas rupturas y reconciliaciones, después de tantos llantos y rabietas, y también después de tantos momentos bonitos; creo que ya no soy esa adicta, no al menos en tanto grado; he logrado superar en parte esa necesidad que hacía aguantarlo todo y más y bien, ahora mismo me encuentro con 22 años, saliendo con un hombre de 30, al que quiero y sé que me quiere; al que me he acostumbrado, quien forma parte de mi vida, mi compañero; y estamos en un punto de absoluta armonía y estabilidad, como nunca antes, y sin embargo hay fantasmas que me atormentan.
Yo le quiero, mucho no, muchísimo, casi casi tantísimo como puedo querer a mi madre; pero no le amo. No le veo como un hombre, como mi hombre, y nunca le he visto. Le veo como un amigo a quien quiero tantísimo que lo confundí con amor.
Y ahora me encuentro en una encrucijada muy fácil vista desde lo alto, pero tremendamente compleja para quien la vive: él o yo, su felicidad o la mía. Y más: debería dejarle queriéndole? Debería seguir con él ya que me da otras cosas? Debería en cierto modo renunciar al amor por no herirle? Yo sé que él me ama, sé que me desea, pero yo simplemente le quiero como se puede querer a alguien con quien lo has compartido todo durante años A veces pienso que no es tan importante y que debo seguir como estoy, y otras veces, como ahora, pienso que estoy comprando un billete hacia la infelicidad.
Muchas gracias por leerme.
Un saludo muy fuerte!