El regreso de las gaviotas..
Consecuentemente, aquellas palabras resonaban vacías en su cabeza.
Esa mañana como tantas otras fue a transferir la incesante plétora de tramites burocráticos que su labor en un Banco exigía. Cada día esa corbata asida al cuello le apretaba más. Sobre su mesa una foto de su mujer, Carmen y de sus dos hijos de 12 y 8 años. Era la hora del desayuno y Mario no se movió de su mesa. Por mente sobrevolaban los recuerdos de su juventud, del Paris y de la Sorbona, del "no pasarán" y "la imaginación al poder". Ahora sólo le quedaba la desgana y la incesante pregunta sobre donde habían ido a naufragar aquellos sueños.
Conoció a Carmen en un encierro en la universidad de Madrid, protestaban en contra de la expulsión de tres profesores debido a sus ideas políticas. Ella estaba resplandeciente con sus ojos llenos de esperanzas y sus labios empapados de sueños. Él pensaba que si algún día esos labios le besaban podría escalar montañas y alcanzar a las alondras. En esa mágica noche de encierro hubo un momento en que se sentaron juntos sobrevolando el humo de los porros y olor a cebada de la cervezas compartidas.Y entre carcajadas y miradas se prometían el parnaso y no el oro. Y como todos los hombres fingimos alguna vez, él emulo un par de lágrimas mientras le recitaba versos de Neruda.
Sus cabezas eran el perfecto nido de gaviotas que sobrevolaban en pro de la libertad, el amor y porqué no, el sexo.
A este encierro le siguieron manifestaciones, cine intelectual, panfletos libertarios y besos, muchos besos...miles besos. Fue en París levantando las aceras en busca de arena de playa.
Cuando no pudieron acallar el grito interior que les pedía no volver a separarse nunca. Vivieron tres años juntos y en el 75 ante las insistencias paternas decidieron contraer matrimonio.
Mario no podía dejar de recordar estas mieles que ahora le parecían lejanas cuando una mirada al reloj le indicaba que debía seguir tramitando formularios, rentas, créditos y préstamos.
Antes de irse a jugar al golf,Andrés, su jefe, se pasó por su oficina. "Señor Vega no se olvide que hoy debe hacer el recuento con Marta". Le recordó oportunamente el que para Mario hubiera sido en otros tiempo la representación de la opresión.
Tras hacer el recuento Mario comprendió que aunque el capital aumentase él iba desgranando un poco de sí en cada cifra.
Una vez en el metro de camino a casa fue recordando cuando nació su primer hijo, Víctor. A pesar de saber que aquél duplex se le quedaba pequeño sabía que la sonrisa de aquel bebe llenaría cualquier espacio que habitasen. Por aquél tiempo trabajaba en la asesoría de una empresa ecologista mientras Carmen ejercía como abogada en asuntos sociales, la mayoría de las veces sin ánimo de lucro.
Ahora con la descendencia asegurada sabían que debían aposentarse en busca de una seguridad económica, pero al ver a aquella pequeña criatura supieron que cualquier esfuerzo sería mínimo comparado con la gratificación que esos ojitos castaños les reportaría.
Así fue como Mario comenzó a trabajar en el Banco bajo la recomendación de su suegro y de Carmen. Fue poco a poco abandonando sus casos para ocuparse del pequeño Víctor. Aún seguían acudiendo esporádicamente al Ateneo Libertario a escuchar poesías de Alexaidre, Brech o Cernuda. Aunque con los años aquellos versos sonaban más vacíos mientras por sus cabezas flotaban letras no pagadas y exigentes acreedores.
Su vida social era cada vez menos intensa y sus relaciones íntimas menos espontáneas
Con jaquecas fingidas y sesiones de onanismo en la intimidad del baño.
Los buenos días princesa dejaron lugar al despierta a Víctor que debe ir a la escuela.
Con el tiempo pensaron que la huída a la desidia sería otro niño que les cargase de esperanza y así fue como nació Ernesto. La alegría volvió a sus vidas pero ésta se pronunciaba cortamente.
Por los altavoces del metro se escuchaba Gran Vía Tribunal. Era su parada y sus pies pesaban atenazados por el sostén del maletín.
Subió ante el ajetreado ritmo del meridiano de la ciudad. Pensó que ya no había puertos donde atracar en busca de la última batalla. Exigía las piedras del Muro de Berlín ya que por eso había luchado en su juventud.
El ascensor subía a su pausado ritmo mientras comentaba la climatología con ese vecino del cuál no conocía ni el nombre.
En el interior de la casa el mismo panorama taciturno de cada día; Víctor al teléfono, Ernesto frente al videojuegos y Carmen en la cocina. Un tímido saludo y la sensación de vivir junto a desconocidos y entre todos el mayor de los extraños ese tipo que le miraba desde el espejo.
Mario tras soltar la maleta se sentó en el sofá, ese día no abrió el periódico ni le exigió a Ernesto que desconectase el videojuegos que sonaba incesantemente. Ese día Mario hundido en el sofá sólo pudo echar un vistazo a su alrededor y comprender que había caído en la trampa. Que había derrochado su vida trabajando para la Opel, para Zanussi y para Sony. Supo que esas aspiraciones de una vida mejor no se verían concretadas, que como todo buen hijo de vecino supo ver que trás los adoquines solo había grava. En ese instante Carmen entró en el salón con la sopera en la mano. Aquéllas canas y aquellos ojos cansados no habían estropeado su belleza.
¿Sería ella su carcelera?
¿Sería él su Papa Sam?. Cuántos reproches no vertidos en pro de la buena educación.
En ese momento sus miradas se cruzaron, él no era capaz de recordar la última vez que eso sucedió. Mientras la miraba dos lágrimas caían sobre sus mejillas a la par que se susurraba a sí mismo aquél poema de Neruda. Ella posó sobre la mesa la sopera y se retiró el pelo sin apartar la vista, se acercó al equipo musical sacando el vinilo de Serrat. Mientras sonaba "Palabras de amor", ante la mirada desconcertada de sus hijos, se abrazaron. Se prometieron amor eterno entre sollozos y se pidieron perdón por haber adosado sus vidas.
Aquél día le pidieron a Víctor y Ernesto que les acompañasen, estos sin saber muy bien el por qué les siguieron con inusitada alegría. Ese día bajaron la Gran Vía con unas sonrisas por banderas. Pasearon por el Retiro, pisaron el césped y Mario no pudo evitar lanzar una piedra al cristal del Banco que le había hipotecado la vida mientras los cuatro huían riendo con carcajadas liberadoras.
Sobre la mesa la sopa fría y sobre las cabezas mil gaviotas que volvían.
Mi pequeño homenaje a esa "felicidad eterna"
Un saludo compis.
Ver también
Una historia preciosa
Por suerte algunos se dan cuenta a tiempo, y rectifican su vida, ojalá pasara más a menudo.
Fijate tu, que con tu historia has abierto por un rato, una ventana a mi pasado. Me has hecho recordar mi infancia.
De golpe han venido a mi memoria, las tardes de invierno de cuando era niña.
Mi madre cosiendo, escuchado las raionovelas de Gautier Casaseca, a Juana Ajinzo y Matilde Conesa. Los consejos de la inolvidable Elena Francis (desde como quitar una mancha, hasta reconquistar a un marido).
La esperada media hora de televisión con el Capitan Tan, Valentina y Locomotoro (conductor de todo menos del codo), los juegos infantiles con mis hermanas, debajo de la mesa camilla, el pan con chocolate de la merienda, o esperar que dieran las nueve, para escuchar las peripecias de Matilde, Perico y Periquin, en la gran radiogramola de casa.
Que tiempos aquellos, eramos felices, no teniamos videoconsolas, ni mobiles, ni juguetes caros, ni ordenadores, ni falta que nos hacian.La vida era simple, y la verdad, teniamos suficiente y de sobra.
Ahora, si cuento esto a mis hijos, me miran como si fuera una extraterrestre, como si contara cosas de la Edad de Piedra, y tampoco han pasado tantos años.
Hipotecamos nuestras vidas y nuestras ilusiones juveniles, en esta sociedad de consumo, cuando en realidad, casi todo es superfluo y banal. Es tan necesario tener el último modelo de mobil, o un televisor de plasma?.
Paremos por unos minutos el tiempo, pongamos a Serrat, "paraules d'amor" y recordemos........
Un beso a todos
Camaleones...
Un besito Lucía, creo todos tenemos un poco de Mario y Carmen en nuestras vidas. Desperezar las legañas para poder volver a ver las gaviotas sería el final elegido por muchos de nosotros...que pena que no sea tan fácil como parece.
Lo dicho, un besito por leerlo y opinarlo.
Reflexión boreal
Mereció la pena por ver la sonrisa de una aurora tan Boreal. Siempre buscando el significado interlineado, tu reflexión estoy seguro que merece mucho más que mil palabras.
Si te hizo reflexionar, me doy con un canto en los dientes..jaja.
Besos para ti.
Muy bueno,corsario
Como tantos y con las variantes propias del caso siento que de alguna manera es la biografía de tantos de nosotros.La narrativa es excepcional,mis felicitaciones.
Yo me siento tan identificado que creo que la mayoría de los grandes errores que cometo en mi época adulta actual,no son errores sino súplicas por lograr aquello que eran mis ideales y nuevos intentos por imponerlos.No lo logro,pero no me importa,son esas piedras que arrojo y me escapo riendo.
Nos han pasado por arriba,¿por qué hemos dejado que nos pase esto?
Nos robaron el dinero,nos dijeron qué debemos consumir,nos crean necesidades ante lo que desconocíamos,y si lo rechazamos nosotros convencen a nuestros hijos.
Ese poder contra lo que luchábamos para vivir mejor,parece que existía nomás.
Pero mientras haya personas que estemos tomando conciencia de eso indica que no han podido con nuestro alma.Todos seguimos siendo ese adolescente enamorado y soñador con un disfraz de adulto.
A veces...
"A veces necesitamos la sabiduría del lobo para no caer en las trampas que nos pone la vida, él sabe que su fuerza está en la manada y que es la única manera de evitarlas"
No podría dar una definición tan exacta como la que tú nos dejas. Estupenda.
La felicidad está en nosotros, en nuestro entorno, en "nuestra manada", pero el egoísmo a veces nos ciega.
Esa frase que aportaste es un final magistral a este post. Permíteme que la use como "moraleja".
Saludos socio.
Muy bueno,corsario
Como tantos y con las variantes propias del caso siento que de alguna manera es la biografía de tantos de nosotros.La narrativa es excepcional,mis felicitaciones.
Yo me siento tan identificado que creo que la mayoría de los grandes errores que cometo en mi época adulta actual,no son errores sino súplicas por lograr aquello que eran mis ideales y nuevos intentos por imponerlos.No lo logro,pero no me importa,son esas piedras que arrojo y me escapo riendo.
Nos han pasado por arriba,¿por qué hemos dejado que nos pase esto?
Nos robaron el dinero,nos dijeron qué debemos consumir,nos crean necesidades ante lo que desconocíamos,y si lo rechazamos nosotros convencen a nuestros hijos.
Ese poder contra lo que luchábamos para vivir mejor,parece que existía nomás.
Pero mientras haya personas que estemos tomando conciencia de eso indica que no han podido con nuestro alma.Todos seguimos siendo ese adolescente enamorado y soñador con un disfraz de adulto.
El papel...a la medida
Voy a tener que abrir un post llamados "moralejas reflexivas", y es cuando os ponéis manos a las obras os salen frases de este tipo:
"Todos seguimos siendo ese adolescente enamorado y soñador con un disfraz de adulto"
Sin duda, esta vida es una gran obra teatral con papeles hechos a la medida de nuestros personajes.
Que razón llevas viejo zorro...(lo digo con una sonrisa en la cara).
Es maravilloso
si, es maravilloso entrar al foro y tener estos regalos.. gracias Corsario ... me hace reflexionar, me enseña que aún tengo mucho que aprender y sobre todo... me da fuerza para seguir mi camino... el camino que elegí junto a mi esposo...
Un beso...
Gracias corsario
Que bien se siente entrar al foro y encontrar a personas como tu, dejando "algo" que nos hace reflexionar enmedio de tanta tristeza y desolación que leemos a diario dentro del mismo.
Pienso que todos de alguna manera hemos sentido en nuestras vidas la nostalgia del ayer, de lo que fue y no pudo segir siendo, de lo que dejamos de hacer, de metas inconclusas, de infortunios vivencales, de pérdidas irremediables, del desprendimiento de una vida que pensabas era la mitad de la tuya, en mi caso como en otros muchos el pensar que el amor de mi vida duraría a mi lado siempre, que como yo decía prefiero morir antes que tú, porque no soportaría tu muerte y heme aquí aún habiéndola soportado a los 36 años e inmersa en nuevo mundo de tecnología y dejando atrás tantas y tantas cosas e ilusiones por las que pensábamos y queriamos ser felices, pero que sin darnos cuenta al paso de los años, todo lo fuimos modificando por la voragine de nuestra propia vida.
Hoy me has hecho pensar en aquellos años no tan modernos, pero si llenos de alegría e ilusiones, hoy por la edad ya no pienso en lo que quiero o haré, sino que estoy segura de lo que no quiero y de lo que no deseo para volver a ser féliz.... Corsario te mando un besazo envuelto en una lagrima...ojos23
"del amor y otros demonios"
Sus últimos diez años estuvieron marcados por el mismo ritual: cada lunes hacia las 8 de la mañana se levantaba, lavaba, vestía, desayunaba y preparaba su "atillo", dispuesta a entrar en la siguiente casa, durante los siguientes 7 días, con los siguientes diferentes personajes.
Había enviudado a los 48 años y desde entonces negros fueron sus zapatos, sus medias, sus faldas, sus blusas y negra su mirada. Dejó su casa y brindó sus brazos a la crianza de los retoños de algunos de sus vástagos. Una vez crecidos comenzó su periplo por las diferentes casas que duraría 10 años y fue así que una semana al mes empecé a compartir la misma mesa durante 1 hora con alguien que hasta entonces fue una extraña. Con frecuencia hablaba en voz alta de su infancia y juventud transcurridas en un lugar del que emigró después de la guerra, junto a su marido y dos niñas pequeñas; sus relatos transmitían amor por los parajes y personajes que describían, por aquel joven que se convirtió en esposo y padre de sus hijas. Mi madre no soportaba los recuerdos de mi abuela, porque "la realidad es similar a un cubo que presenta diferentes caras", y la que había vivido mi madre estaba llena de tristes y amargos recuerdos.
Va a hacer un año que entró en el mismo nicho que ocupaba mi abuelo.
Su ultimo año entre nosotros lo pasó casi de manera silenciosa, hablaba poco, comía poco pero seguía con el mismo ritual de cada lunes y con su "atillo". La ingresaron en un hospital al serle diagnosticado un tumor en el estómago, la sometieron a tres sesiones de quimioterapia y falleció a la semana. Mi madre y mis tías habían dado su autorización para las sesiones. Tenía 83 años.
El amor no muere por la rutina, ni por las hipotecas, ni por los hijos.
Apedrear al banco con el que concertamos un crédito hipotecario o al médico que decide Quimio para una anciana desahuciada de 83 años no devuelve el amor. El amor se gasta, tiene fecha de caducidad que no queremos ver y cuando la traspasamos nos convertimos en algo que abomina.
Un saludo.
Respuesta
Todo, absolutamente todo tiene su momento. Una época, un lugar y un motivo. Me gusta observar la evolución de la gente, , el cambio de opiniones, los cambios de hábitos, los cambios en los idealles políticos...creo que por encima de todo esto estan los principios,que si bien jamás cambian si lo hacen los momentos y las situaciones.
En el fondo es la evolución, el camino que vamos haciendo al andar.
Y dónde dije digo Diego quise decir...estoy convencido que todos nos desviamos del camino en algún momento. ¿Errar es humano no?, ¡pues erremos cómo lo que somos!, pero dándonos cuenta de ello, y saber qué fuimos, y qué somos...la esencia será perenne aún cambiando el recipiente.
Por otro lado, yo también soy mucho más joven que el protagonista del relato (me dá la sensación que pensáis lo contrario) pero al igual que él, jamás pienso matar a ese niño soñador e irracional que todos llevamos dentro.
Besos y lo dicho,gracias.
Corsario..
lo tuyo es sencillamente espectacular, eres escritor?
Tienes idea de cuantas personas se verian reflejadas en tu relato? Te felicito amigo.
un saludo