OBSESIÓN
Estoy obsesionada con el jefe de mi novio. No dejo de pensar en él y cada vez que lo veo me excito de una forma que me resulta inexplicable.
Me presentaré primero. Me llamo Rocío, tengo veintinueve años y soy monitora en un gimnasio. Me gustan mucho los hombres, siempre me han gustado; pero he tenido la suerte de poder acostarme con tíos muy, muy atractivos, cuerpos de gimnasio y pectorales de lujo, por lo que me resulta incomprensible que un tipo como este me ponga a cien. Me rompe los esquemas.
Además tengo el defecto de ser terriblemente fiel a pesar de la voracidad de mi cuerpo. Aunque he tenido ocasiones de sobra jamás he engañado a mi pareja. Jamás hasta hace una semana.
A David, mi actual novio, lo quiero con locura. Lo conocí, como no, en el gimnasio. Es perfecto para mi tanto por su carácter como por su físico. Lo paso genial con él en todo momento y en la cama disfrutamos muchísimo. Trabaja de programador informático en una empresa de proyectos y suele viajar por ello con frecuencia.
Su jefe, don Felipe, es un tipo de unos cuarenta y cinco años, grande, casi gordo, medio calvo y bastante feo. Recuerdo que la primera vez que lo vi me repugnó. Miraba mi escote de una forma tan grosera que a punto estuve de lanzar mi copa contra su cara. A su favor habría que decir que viste con bastante buen gusto y sus trajes, zapatos y reloj demuestran bien a las claras que le sobra el dinero. Pero su físico y sus desagradables comentarios machistas hicieron que sintiera lástima de su pobre mujer.
A pesar de todo lo anterior he ido apreciando en don Felipe algo muy especial: desprende un aire de masculinidad animal realmente magnético que me tiene empapada cada vez que pienso en tener su presencia cerca de mi. Hasta he tenido fantasías con él.
La semana pasada David tuvo que marcharse de viaje y don Felipe se presentó en mi casa. Después de desnudarme con una mirada asquerosa me soltó sin rodeos que iba a tener que dejarle contento si quería que mi novio conservase el trabajo. Con el corazón desbocado dejé que entrase en casa y se sentase en mi sofá.
Frente a él me sentía al mismo tiempo nerviosa, asqueada y cachonda. Decidí que lo que iba a hacer lo hacía por David y que lo haría lo mejor posible, sin darle a aquel cerdo la satisfacción de saber que lo estaba deseando hacía meses.
Me desnudé despacio, con movimientos sugerentes y acariciándome por todas partes. Don Felipe me miraba fijamente y sonreía mientras acariciaba su entrepierna. Sobre su pantalón se marcaba un bulto enorme. Cuando me quedé con el sujetador y el tanguita me dijo:
-Ven aquí.
Me acerqué con miedo y me senté sobre sus piernas. Su olor a macho hizo que me humedeciera a lo bestia muy a mi pesar. Pasó por mi muslo una mano áspera y fría en dirección a mi sexo mientras introducía los dedos de la otra mano en mi boca.
-Chupa. ¡Así!
Lamí sus gruesos dedos mientras su mano alcanzaba mi tanga y me frotaba con fuerza.
-¡Buenoooo! Estás cahondísima.
Me estaba matando de gusto, y más cuando sacó uno de mis pechos del sujetador y me mordió un pezón.
-¡Aaaaaaagggghh!
-Te gusta. ¡Lo sabía!
Siguió masturbándome unos segundos y acabó introduciendo en mi uno de sus dedos.
-Ven. Ponte aquí.
Me puso a cuatro patas y se colocó detrás de mi. Estuvo hurgando con sus dedos de una forma sucia y en absoluto delicada mientras su lengua me recorría a lametones. Yo apretaba los dientes y los puños para no gemir de gusto y de asco.
Cerré los ojos e intenté pensar en David sin conseguirlo. Noté que aquellos gruesos dedos salían de mi y un instante después algo duro se apoyó en mis labios mientras me cogían del pelo empujándome hacia delante. Instintivamente abrí la boca y se me llenó de una dureza tan bestial que casi me desencaja la mandíbula. Abriendo los ojos como platos vi el rabo más grande que podais imaginar. Quise librarme de él por unos segundos pero no me dejó y tuve que acostumbrarme a su presencia dentro de mi. Estaba caliente y mi lengua comenzó a recorrerlo por todas partes.
-Asiiii. Mmmmmmmmmm¡Cómo chupas!
Su mano en mi nuca me mantenía quieta, sin empujarme y eso me excitaba increíblemente. Deslizó su otra mano hasta mi sexo y comenzó de nuevo a meterme el dedo. Yo chupaba ya como una desesperada y pudo soltar mi cabeza para masajear con su fría manaza mis tetas. Me estaba deshaciendo por dentro y de mi boca brotaba tanta saliva que resbalaba hasta sus huevos y goteaba sobre el sofá.
-¡Dios como la mamas! ¡Eres una experta!
No quería correrme, quería aguantar pero estaba a punto. Don Felipe se puso en pie sobre el sofá, justo sobre mi. Me hizo levantar el culo y bajó mi cabeza con fuerza hasta que mi cara quedó contra un almohadón.
-¡Aaaggh!-me quejé, aunque me gustó su rudeza.
-Prepárate que va lo bueno.
Dirigió su pollón contra mi sexo y, sin previo aviso, me clavó contra el sofá. Tuve que morder un almohadón para no gritar.
Aquel animal me tenía atravesada, ensartada y yo no podía más que recibir sus vergazos mientras me decía jadeando:
-¿Te gusta eh? ¡Lo sabía!
Lo peor era que me estaba gustando. Aquel bruto obeso y sudoroso era el macho más increíble que me había echado a la cara. Descargaba su enorme peso sobre mi a empujones, abriéndome las entrañas a las bravas mientras apretaba mis pechos. Yo no sabía si quería matarlo o que no acabase nunca aquel castigo. Pero no quería gemir. No quería darle ese placer.
Me dio la vuelta y abrió a tope de piernas. Se volcó sobre mi y volvió a penetrarme con fuerza. Lo tenía frente a frente sonriendo de gusto, sudando y bufando mientras me sujetaba de los brazos. Yo no quería mirarlo pero no pude resistirlo. Me estaba follando muy adentro y mi placer me estaba venciendo. Acabaría por gritar.
Adivinó en mi mirada lo que sentía y una sonrisa burlona apareció en su cara.
-¡Eres una zorra!
Me permití un último gesto de dignidad al escupir en su cara. La saliva rebotó y cayó sobre mi pómulo. Riendo, sacó su enorme lengua y recorrió a lametones toda mi cara mientras jadeaba. Aceleró su movimiento y su fuerza y sentí que me rompía por dentro. Mis alaridos debieron resonar en todo el barrio mientras me reventaba a pollazos y tuve el orgasmo más animal e incontrolable de mi vida. Jamás sentiré algo así de nuevo.
Él se corrió dentro de mi haciendo rebosar el líquido por el sofá. Luego se aseó, se vistió y se marchó después de decir:
-Al final el desgraciado de tu novio va a ser un tío con suerte.
Me dejó tendida en el sofá sintiéndome muy ...
David volvió al día siguiente e hicimos el amor. La semana ha ido muy bien, es un encanto y nos queremos un montón. Hoy ha venido del trabajo diciendo que le mandan unos días a Londres para no se qué nuevo proyecto que don Felipe le ha propuesto. Acaba de irse de viaje y yo estoy asomada a la ventana, inquieta.
No puede tardar. Creo que ese es su coche.