Gracias, cerenite
Cada historia es diferente, y no está demasiado bien hacer generalizaciones que son el caldo de cultivo de los prejuicios. Lo fácil es definir el triángulo como hombre sinvergüenza, mujer engañada, amante desesperada o frívola.
En mi caso, sólo puedo hablar de él y de mí, porque igual que muchas mujeres no hablan de las amantes, las amantes no "deben" hablar de las mujeres, ¿respeto?, o simplemente evitar algo que nos hace daño.
La historia ha durado un año. Lo conocí, me enamoré, y cuando llevábamos tres meses saliendo, me dijo que iba a tener un hijo con otra chica y que ella estaba embarazada de cinco meses. Lo dejé.
Me volvió a buscar, me juró que no estaba con ella y que me quería. Primer error: lo quise creer, porque la cosa apuntaba que no. Volví justo la semana en la que iba a tener a la niña. Me llamó desde el hospital para decirme qué había nacido. Me sentí muy triste y algo asqueada por su aptitud hacia el nacimiento de su hija, y lo volví a dejar.
Pasó el tiempo nos volvímos a encontrar y todo empezó otra vez, pero está vez, pasé olímpicamente de preguntarme qué hacía o dejaba de hacer. Él me reprochaba que no le preguntara por su vida, que no tenía nada que ocultar. Segundo error: me volví a enamorar. Hasta que un día alguién que trabajaba con él dijo delante de los dos que su chica era propietaria, también, del negocio que tenían.
A él ni se le movío un músculo de la cara. A mí los ojos se me salían de las órbitas. Vivía con ella, pero me decía que no mantenían relaciones, y ya por ahí, no pude pasar. Me enrrollé algún día suelto más.
Lo pasé muy mal, porque se me iba el sueño, pero lo siento mucho, el mundo es grande y hay muchas personas,y ésta ya no tiene más interés que el de haber sido una historia, y no hay que aferrarse a ellas sino ser libres.