Una clave fundamental para perdonar es practicar el ponerse en el lugar de la otra persona. A veces no se puede comenzar con quién se siente rencor y es más fácil practicarlo en otros. La idea es ir desarrollando esta habilidad.
Elige una persona determinada y formúlate las siguientes preguntas:
¿Cuáles son sus pensamientos más importantes?
¿Qué condicionamientos de la infancia tendrá dentro de sí?
¿Cómo habrán sido sus padres? ¿Qué educación habrán tenido? ¿Qué condicionamientos?
¿A qué le teme? ¿Cuáles son sus miedos?
¿Cuál es su religión? ¿Cree en la inmortalidad? ¿Cuál es su visión de la vida?
¿Cómo se define a sí mismo?
¿Cuáles son sus roles en la sociedad, además del o de los que aparecen a simple vista?
¿Qué cualidades y virtudes tiene?
¿Qué experiencias importantes y significativas habrá tenido en su vida?
Piensa que si tuvieras la edad, la crianza, los condicionamientos, la educación, los miedos y las circunstancias de la otra persona, probablemente estarías actuando de manera muy similar a como ella lo hace.
Considera que las personas no te pertenecen, no te han pertenecido ni te pertenecerán nunca.
Es además intrínseco a todo ser humano el cambio. Estamos hechos para cambiar. De modo que lo que somos en una época determinada, no lo seremos en el futuro. Quizás en algún momento hubo mucha afinidad y quizás después se requiere un fuerte trabajo de las personas involucradas para mantener una relación, porque los gustos y motivaciones cambian.
Es difícil conocerse a sí mismo, porque el observador y el observado son la misma persona. Es difícil porque se observa y se sacan conclusiones basadas en los condicionamientos, creencias e ilusiones que se pueden traer incluso desde la infancia, pero que no corresponden a la verdadera realidad del ser. Más difícil es conocer a otra persona. Y si se llegara un día a conocer totalmente, ya mañana habrá cambiado.
Hoy una persona puede ser muy sincera en manifestar sus sentimientos, pero mañana puede tener otros. Y esto no quiere decir que haya mentido al principio. Sencillamente cambió.
Por esto, una relación de pareja tiene que ser un intercambio y una comunicación constante, con sinceridad y apertura. Como ambos cambian, es un desafío muy interesante compartir y ceder cuando sea necesario. Puede ser algo muy creativo y siempre nuevo. Pero es una labor de ambos. Los dos son responsables.
Debe haber siempre un clima de confianza que permita comunicarse íntimamente con sinceridad y honestidad.
Y si alguien no lo ha sabido hacer, es porque no ha tenido el conocimiento ni la madurez suficiente para lograrlo. Nada sacamos con culparlo por sus actos.
El pasado ya no existe. Sólo sirve como una experiencia hacia el futuro. Y esta experiencia será provechosa y liberadora en la medida que se perdone y nos perdonemos. Lo que vivimos en el pasado con otras personas son experiencias que todos debíamos experimentar para aprender. Lo que importa es vivir el presente de manera nueva, abierto a todas las posibilidades que se nos abren.
Si te quedas en el pasado, te paralizas. Libérate de tu pasado. Imagina que echas los recuerdos desagradables o que te perturban a un gran baúl el que después arrojas a un río. Al mismo tiempo, guarda y alimenta un cuaderno con tus recuerdos gratos: fotos, recortes, menús de restaurantes, tickets de entradas a espectáculos, pasajes, etc. Te servirán para tu vejez y verás que la vida no ha sido tan mala contigo.
Tus emociones negativas (rencores, celos, envidias, etc.) no son responsabilidad ni culpa de los demás. Sólo tú eres quien las alimenta y permites que te enfermes a causa de ello. Cultiva los buenos sentimientos, acostúmbrate a ver el lado positivo de todas las personas, construye nuevas amistades y así dejarás de alimentar las emociones perturbadoras, las que morirán de inanición.
Ni el pasado ni el futuro existen. Son sólo ilusiones fantasmagóricas. Lo que existe es el presente, este instante. Y del modo como vivas este instante, dependerá tu futuro. Hoy puedes construir un mañana feliz, libre y en paz.
ES TÚ DECISIÓN SER FELIZ.